Ferrol / la voz 14 de diciembre de 2013 05:00
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El emblemático Príncipe de Asturias escribió ayer a las 13.30 horas en Ferrol el último y triste renglón de su historia al servicio de la Armada española. Fue en ese momento cuando se arrió su bandera y se hizo entrega de la misma al almirante del Arsenal de la urbe naval, Manuel Garat, para su custodia.
El gran portaviones, en ese momento, quedó jubilado y fuera del Listado Oficial de Buques de la Armada. Para despedirlo se reunió en la urbe naval la cúpula de la Marina, algunos de sus anteriores comandantes y antiguos miembros de la dotación. Las referencias a las anécdotas y al historial de la nave fueron constantes, tanto en los discursos oficiales como en los corrillos que se formaron antes y después.
Fue, en palabras del almirante jefe del Estado Mayor de la Armada (Ajema), Jaime Muñoz-Delgado, un «día triste». También a ello contribuyó la jornada, teñida de lluvia y color gris en el cielo, y el intenso silencio que reinó en el interior del buque cuando se desprendía de su bandera.
Atrás queda un cuarto de siglo de servicio. Fue el 8 de febrero cuando el portaviones recaló en Ferrol para completar su desarme. Construido en los astilleros locales de Bazán (hoy Navantia), entró en servicio en 1988 y catapultó las capacidades de la Armada española, convirtiéndola en una de las seis de todo el mundo con posibilidades para desplegar un grupo de operaciones de combate aeronaval a disposición de organizaciones como la OTAN o la UE. Su sucesor es el Juan Carlos I, también fabricado en Navantia, que entre sus múltiples capacidades tiene también la de ejercer como portaviones.
Pasado y futuro
De hablar del pasado del Príncipe de Asturias se ocupó su último comandante, Alfredo Rodríguez Fariñas. En su alocución a bordo, mientras la lluvia arreciaba en el exterior, pocos minutos antes de su baja oficial, rememoró sus capacidades y algunos de sus hitos.
Con palabras emocionadas desgranó, por ejemplo, cómo entre el 10 de septiembre al 25 de marzo de 1991 estuvo presente en la crisis del golfo pérsico, su apoyo a los cascos azules ante acciones de acoso en el Adriático en 1994 o sus 200.000 millas navegadas, que equivalen a dar la vuelta al mundo veinte veces. También que su interior sirvió de escenario para la filmación de parte de la película norteamericana Navy Seals. Un amplísimo currículo al que ayer se le puso punto y final en Ferrol.
Al futuro de la unidad se refirió el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada (Ajema), Jaime Muñoz-Delgado. Y continúa siendo incierto.
Negociaciones abiertas
En su anterior visita a Ferrol, el 28 de octubre, el Ajema había dado prácticamente por descartada la venta del portaviones a otra Marina. Ayer cambió su discurso después de que en las últimas semanas cobrase fuerza la posibilidad de la comercialización y un fuerte interés por parte de Angola.
Aunque dejó claro que «hay pocas Marinas en el mundo» que puedan gestionar un portaviones como el Príncipe de Asturias, por su coste de mantenimiento -lo que precipitó su baja de la Armada española-, la millonaria reforma que requiere y la necesidad de una dotación formada de manera específica, en esta ocasión no cerró las puertas a una operación de comercialización.
Es más, confirmó que hay «negociaciones» y «ofertas» de alguna Marina extranjera «todavía pendientes». También quiso poner especial acento en el hecho de que es el Ministerio de Defensa el que está llevando ahora a cabo esas conversaciones. «Pero hay que esperar».
El futuro inmediato del gran portaviones va a ser que la Armada continuará retirando de su interior equipos, pertrechos... Jaime Muñoz-Delgado indicó que «vamos a seguir con nuestro proceso, si Defensa nos dice que paremos, pararemos, pero siempre que haya una oferta razonable». Si esta, finalmente, no aparece, su destino será el desguace para chatarra. Por unos 500.000 euros.
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