domingo, 19 de febrero de 2017

SpaceX lanza cohete rumbo a Estación Espacial Internacional

La empresa SpaceX lanzó el domingo uno de sus cohetes no tripulados desde la histórica plataforma lunar de la NASA. (AP)



La compañía estadounidense SpaceX lanzó este domingo desde Cabo Cañaveral el cohete Falcon 9 con la cápsula no tripulada Dragon para una misión de aprovisionamiento de la Estación EspacialInternacional (ISS, por sus siglas en inglés).

El cohete blanco se disparó hacia el cielo nublado de Cabo Cañaveral, Florida, a las 9:38 a.m., hora local.

Esta misión es la primera que despega desde la histórica plataforma 39A, construida para las misiones pioneras a la Luna de la Agencia espacial estadounidense (NASA) en los años 1960 y 1970, y de donde también partieron los transbordadores estadounidenses hasta el final del programa en 2011.

El lanzamiento estaba inicialmente previsto para el sábado, aunque fue cancelado sólo 13 segundos antes del despegue debido a un problema técnico en el motor del cohete Falcon 9.

"Resolvieron todas las cuestiones técnicas anoche", dijo el director del centro espacial Kennedy, Bob Cabana.
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El origen del problema radicó en una pieza del equipo conocida como empuje vectorial de la segunda parte del cohete, que fue reemplazada. Las siguientes pruebas demostraron que funcionaba correctamente, explicó un portavoz de SpaceX.

La nave no tripulada lleva una carga de 2.267 kilos de alimentos y equipamiento para los seis astronautas que viven en la ISS.

Esta misión de abastecimiento es la décima de las 20 planificadas a la estación como parte de un contrato entre SpaceX y la NASA.

Tras el lanzamiento, SpaceX planea regresar el cohete a tierra firme en otro sector de Cabo Cañaveral.

De tener éxito, el aterrizaje en posición vertical de la primera pierna del Falcon 9 marcaría la tercera vez que la empresa logra traer de regreso al cohete.

La cápsula Dragon permanecerá dos días en órbita antes de llegar a la ISS en la mañana del martes, según un portavoz de SpaceX.

Unos 10 minutos después del lanzamiento, SpaceX reenvió los motores a la parte de refuerzo del Falcon 9, guiándolos hacia abajo para un aterrizaje controlado y vertical en un área diferente del Cabo Cañaveral.

"El Falcon aterrizó de nuevo", dijo un portavoz de SpaceX en una videotransmisión en vivo, mientras que estallaban gritos de festejo y aplausos en el centro de control de la misión de la compañía, en Hawthorne, California.

El aterrizaje marca la tercera vez que SpaceX logra que el coheteregrese a la Tierra.

En anteriores ocasiones, el Falcon 9 se posó en plataformas flotantes en el océano, mientras que la compañía perfecciona sus técnicas con la intención de reutilizar estos costosos cohetes en lugar de perderlos tras un único uso.

SpaceX también desarrolla una versión de su cápsula Dragon con el objetivo de lograr, el transporte de astronautas al espacio.

La empresa dice que los primeros viajes tripulados tendrán lugar en 2018, aunque un informe del organismo de evaluación del Congreso estadounidense (GAO, por sus siglas en inglés) estimó la semana pasada que los retrasos y recortes de presupuesto en ese programa demorarán el calendario hasta 2019.

La directora de operaciones de SpaceX, Gwynne Shotwell, insistió el viernes en que el objetivo de la compañía es 2018, y dijo que tenía mucha confianza en esa fecha límite.

El fin del programa espacial estadounidense en 2011 dejó al país sin naves para enviar personas al espacio.

Desde entonces, los astronautas se embarcan a bordo de las naves Soyuz, de Rusia, que pueden albergar a hasta tres personas por vez.

El costo del transporte de un astronauta asciende actualmente a 82 millones de dólares, según el informe de GAO.



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SU LOCALIZACIÓN SIGUE VEDADA AL PÚBLICO Ciudad 404, la instalación secreta de China que no aparece en los mapas

Estatua de Mao en la plaza central de la Ciudad 404 (Li Yang)
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17.02.2017 – 05:00 H.

Si uno abre Google Maps y pretende encontrar el lugar del que hablamos, no hallará nada. Haga la prueba: busque “Ciudad 404” o, simplemente, “404”. Nada. Lo mismo en inglés: escriba “404 City” o, incluso, “China Nuclear 404”, la traducción literal de su nombre en chino. El resultado será siempre el mismo en ésta y otras aplicaciones similares. Porque lo que está buscando es uno de los secretos mejor guardados en la historia moderna de la nación asiática.

A mediados del siglo XX, el poder de las grandes potencias residía, entre otras cosas, en su capacidad para crear armas nucleares. Tras la proclamación de la República Popular de China el 1 de octubre de 1949 y con las heridas de la guerra civil que vivió el país aún abiertas, Pekín se vio pronto en la necesidad de empezar un desarrollo armamentístico propio, un campo en el que Estados Unidos y la Unión Soviética llevaban años de ventaja.

El detonante que llevó al por entonces líder chino, Mao Zedong, a iniciar este programa no fue otro que la llamada Primera Crisis del Estrecho de Taiwán. Corría el año 1954 y Pekín lanzó un ataque sobre las islas de dicho estrecho, que separaba la China continental de Taiwán. La isla, refugio en el exilio del gobierno nacionalista de Chiang Kai Shek, contaba con el apoyo de Estados Unidos y de su presidente, Dwight Eisenhower, cuyo gabinete llegó a plantearse la utilización de armas nucleares contra la China comunista para frenar su avance sobre Taiwán. Sin embargo, la presión internacional y las dudas del propio Eisenhower retrasaron un hipotético ataque que nunca llegó a producirse tras la retirada de las tropas en mayo de 1955.

Aquel episodio, que tuvo una segunda parte en 1958 y una tercera entre los años 1995 y 1996, llevó a una China atrasada y golpeada por la guerra a embarcarse, con la ayuda de la Unión Soviética, en su propia carrera nuclear. “La única intención de China por aquel entonces era la de equipararse, militarmente, a Estados Unidos. Con el país recuperándose de una guerra que duró más de 20 años, el principal objetivo de los dirigentes era hacerse respetar y evitar la injerencia de países como Japón o el propio Estados Unidos en la formación de la República Popular”, afirma Zhou Yang, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Pekín.


Carretera de entrada a la Ciudad 404. Este tramo ya no aparece en los mapas (Javier Ibáñez)



Cumpliendo con el deseo de Mao, China comenzó a trabajar en la creación de su primera bomba atómica; un proyecto que culminaría en 1964 con el ensayo nuclear “596” en el desierto de Lop Nur, en la provincia noroccidental china de Xinjiang. El lugar elegido para llevar a cabo aquel proyecto secreto fue un enclave apartado en la provincia de Gansu, junto al desierto del Gobi. La ciudad creada para dar cabida a los miles de trabajadores que cumplirían con el anhelo nuclear chino nunca recibió nombre y se conoció, simplemente, como Ciudad 404, un sitio que, a día de hoy, sigue sin aparecer en los mapas.
Rumbo a la Ciudad 404

Para encontrar esta ciudad “invisible” volamos hasta Lanzhou, la capital de la provincia de Gansu. Este lugar, atravesado por el Río Amarillo, fue uno de los puntos de paso más importantes de la Ruta de la Seda y hoy busca subirse al carro de un desarrollo que ha sido muy desigual entre las provincias del Este del país y las que, como Gansu, se encuentran en el considerado Oeste chino.

“La elección de Gansu como lugar para realizar el proyecto respondía principalmente a dos motivos. El primero fue su cercanía al desierto y a un campo de pruebas que, finalmente, se establecería en Lop Nur, más lejos de lo pensado inicialmente. El segundo fue lo escasamente poblada que estaba la zona, lo que reduciría las consecuencias de un hipotético accidente y, además, evitaría que el movimiento de personas y vehículos generara más preguntas de las necesarias entre la población local”, asegura Cheng Ming, profesora de ciencia nuclear en la Universidad de Lanzhou.

Siguiendo las indicaciones de la profesora Cheng nos dirigimos más de 700 kilómetros hacia el oeste de la provincia, dejando atrás lugares como Liqian, hogar de los llamados “chinos-romanos”, o Zhangye, otra parada importante en la Ruta de la Seda y que aparece en los relatos de Marco Polo con el nombre de Campichu, hasta llegar a Jiayuguan, una ciudad moderna conocida por albergar el paso más occidental de la Gran Muralla y que es, además, hogar de la mayoría de los habitantes que nacieron en la Ciudad 404. “Vinimos aquí hace unos diez o doce años. Nos dijeron que el suelo sobre el que estaban construidas nuestras casas no era seguro y que lo mejor era trasladarnos”, comenta Ma, empleada de un restaurante en Jiayuguan y miembro de la tercera generación de habitantes de la localidad.


Cartel en el primer puesto de control en el que se lee 'China Nuclear 404' (Javier Ibáñez)En 2006, casi medio siglo después de creada, gran parte de los 100.000 pobladores de la Ciudad 404 fueron trasladados a localidades cercanas, principalmente a la mencionada Jiayuguan. El subsuelo, que se dice alberga un refugio nuclear, está prácticamente hueco y las estructuras de algunos edificios, según nos comentaron, habían empezado a resentirse. El traslado, pensado para llevarse a cabo en una semana, se extendió por seis meses.



Desde Jiayuguan iniciamos la última etapa de este trayecto. Transitando por la Autovía G30, una de las arterias que conecta el este y el oeste de China a lo largo de más de 4.000 kilómetros, las últimas fábricas de Jiayuguan y Jiuquan, su localidad vecina, dejan paso a llanuras desnudas que anuncian la proximidad del desierto. Algo más de 100 kilómetros después llegamos al peaje de Diwopu, parada final de nuestro viaje.
Permiso para acceder

El peaje de Diwopu, según aparece en los mapas, es un punto desde el cual sólo se puede regresar por donde se ha venido o dirigirse hacia la estación de tren homónima, que tampoco da a ninguna parte. Esto, sin embargo, nos sirvió de pista para dar con la localización de la Ciudad 404. Dos kilómetros después de atravesar el peajellegamos a la entrada del complejo. Custodiada por militares, estos nos comunicaron que, al pertenecer a la Corporación Nuclear de China, una empresa estatal, solo los trabajadores, residentes en la ciudad o personal autorizado podían acceder a la misma.

Horas más tarde, y con un permiso de emergencia expedido en la comisaría encargada de este trámite y situada a pocos kilómetros de allí, logramos entrar. Escoltados por un policía y uno de los responsables de seguridad del recinto, y habiéndonos desprendido previamente de cámaras y teléfonos móviles, se nos dejó ver una ciudad abandonada junto a una serie de edificios destinados al “procesado de residuos nucleares”. La impresión fue la de llegar a una ciudad china semiderruida y congelada en el tiempo.

“Aunque aún hay unas 900 o 1.000 personas, el lugar dejó de ser residencial hace años. En su día aquí vivieron casi 100.000 personas y había de todo, estación de televisión propia, hoteles, oficina de correos, tiendas, restaurantes... las particularidades del lugar y los motivos por los que fue creado hicieron que se hubiera de construir todo lo necesario para vivir aquí”, comenta el policía que nos acompañó durante el recorrido y que, como supimos más tarde, también nació en la Ciudad 404.


Oficina de correos de la Ciudad 404 (Li Yang)



Mientras que para la mayoría de las personas este es un lugar prohibido, aquellos que nacieron en 404, aún habiéndolo abandonado hace décadas, tienen permitida la entrada. Uno de ellos, Li Yang, publicó un post en un blog con varias imágenes del estado actual y anterior de la ciudad.

“El pueblo no tendría más de cuatro kilómetros cuadrados pero contenía todo lo que una ciudad podía necesitar, además del primer reactor nuclear para uso militar de China (donado por la Unión Soviética al inicio de un proyecto al que, poco tiempo después, retiraría el apoyo). 404 es un lugar extremadamente seco y apartado donde las tres generaciones que convivimos nos conocíamos. Mirar las estrellas o hacer deporte eran nuestros únicos pasatiempos cuando éramos niños”, escribe Li Yang, quien en otra parte del citado post relata los problemas de adaptación que vivieron aquellos que, como él, fueron a ciudades más grandes como Pekín para estudiar en la universidad por el aislamiento en el que habían crecido.
Una generación selecta

La primera generación que acudió a la Ciudad 404, sus fundadores, fueron algunos de los mejores científicos y técnicos industriales del país en la década de los 50. No solo eso, para otras profesiones como la de cocinero, electricista o vendedor también se seleccionó a personas que destacaban en sus campos en ciudades más desarrolladas como Shanghai. La mayor parte de aquellos que, junto con asesores venidos de la Unión Soviética, iniciaron uno de los proyectos más ambiciosos de la recién creada República Popular, han fallecido ya y sus cuerpos descansan entre las arenas del desierto del Gobi.

Una hora después de haber entrado abandonamos el lugar con más preguntas que respuestas. De vuelta en Jiayuguan, localizamos a varios de los antiguos residentes de la Ciudad 404, quienes nos contaron que allí, además de las facilidades descritas y otras como una fábrica de helados o un zoo, había una prisión con su propio tribunal, autorizado a dictar sentencias de muerte. “Hubo un caso en los años 90. Un estudiante fue a unos billares y perdió una apuesta con el dueño. El propietario del local le amenazó por no pagar y, pocos días después, por la noche, el estudiante se presentó en casa del dueño del billar y lo mató con un hacha. Lo sentenciaron a pena de muerte y fue ejecutado como lo eran todos, de un disparo en el límite del pueblo con el desierto”, cuenta Li, quien regenta una tienda de ultramarinos en Jiayuguan.
Edificios residenciales de Ciudad 404, hoy abandonados (Li Yang)

Tras la de 1964, que convirtió a China en la quinta potencia nuclear tras Estados Unidos (1945), la Unión Soviética (1949), Reino Unido (1952) y Francia (1960), el país asiático llevó a cabo otras 44 pruebas nucleares, la última de ellas en 1996. Otros países como Israel, Corea del Norte, India o Pakistán lograron hacerse con este tipo de arma años después pero, aún con los nuevos actores aparecidos en la carrera nuclear, Estados Unidos y Rusia, con en torno a 7.000 armas nucleares cada uno, son las dos grandes potencias, muy lejos de Francia (300), Reino Unido (225) y China (250), los otros tres miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.

A pesar de la importancia dada a la creación de la bomba atómica, China firmó el “Tratado de No Proliferación Nuclear” en 1992 y con ello pareció poner fin a sus anhelos nucleares aunque sin llegar a descartar completamente el uso de este tipo de armamento. Según lo apuntado en un Libro Blanco publicado por el ejecutivo en 2005, “China se compromete a no amenazar ni usar armas nucleares contra Estados no poseedores de las mismas o contra zonas libres de este tipo de armamento en cualquier momento y bajo ninguna circunstancia”, algo que se completa con la posición tradicional de Pekín de “no atacar primero”.

Además, los esfuerzos de China apuntan ahora en otra dirección. “El futuro, sin duda, está en la carrera espacial. China, por razones obvias, se ha incorporado tarde respecto a otros países pero se avanza a un ritmo muy superior al de cualquier nación hasta la fecha. Estoy convencido de que en unos años veremos a nuestro país a la vanguardia de la investigación espacial”, aseguran a El Confidencial desde el Ejército Popular de Liberación. China, según se ha apuntado en numerosas ocasiones desde sus organismos oficiales, está “determinada y destinada a llevar al ser humano a la Luna”, para lo cual lleva a cabo planes para enviar un módulo de descenso entre 2018 y 2019. Además, su módulo orbital Tiangong-2 es un paso más en el intento chino de crear su propia estación espacial permanente, algo que podría hacerse realidad antes de terminar esta década.

Lejos de los planes actuales de Pekín y de vuelta en Gansu, aquellos que hoy aún permanecen en la Ciudad 404 son trabajadores del lugar, personas que regentan pequeños negocios y otros que, simplemente, no tienen dónde ir. Todos parecen estar convencidos de que no habrá una cuarta generación en 404 y que el eslogan que todos conocían y repetían morirá con el último habitante de la ciudad más secreta de China: “Daré mi vida y mi conocimiento por mi país y, tras mi muerte, entregaré a mis hijos y a mis nietos para la causa”.

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EEUU envía un portaaviones al Mar del Sur de China

Imagen satelital que muestra el arrecife Mischief en el Mar del Sur de China, el 24 de julio de 2016 (Efe).
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Estados Unidos envía un portaaviones a las disputadas aguas del Mar del Sur de China. Washington ordenó este sábado el despliegue del USS Carl Vinson como parte de unas operaciones marítimas "rutinarias", acompañado del destructor USS Wayne E. Meyer, según anunció la Marina estadounidense en un comunicado. El Vinson transporta más de 60 aviones de combate, incluidos cazas F/A-18.

El despliegue llega en medio de una tensión creciente entre Washington y Pekín a cuenta de las disputas territoriales en el Mar del Sur de China y las relaciones comerciales, ahora que el presidente Donald Trump ha adoptado una posición hacia el gigante asiático más combativa que la de su predecesor, Barack Obama. Las críticas del republicano a China por su política comercial y la conversación telefónica que mantuvo con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, poco después de ganar las elecciones, han provocado un cruce de acusaciones entre las dos potencias. La llamada de Trump a la mandataria taiwanesa daba a entender que EEUU ponía en duda la política de "una sola China" que mantenía desde 1979, por la que únicamente reconoce como interlocutor a Pekín y no mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán, considerada por los chinos una provincia rebelde.

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El Mar del Sur de China es actualmente una de las zonas más 'calientes' del planeta. Las islas que se sitúan en sus aguas -principalmente las Paracel, reclamadas por China, Taiwán y Vietnam, y las Spratly, reivindicadas por China, Brunei, Malasia, Filipinas y Vietnam y en las que Pekín ha emplazado instalaciones militares- se consideran claves para controlar una de las áreas de mayor importancia geoestratégica del mundo. La región es una de las principales rutas comerciales marítimas, por la que circulan la mitad del tráfico mundial de barriles de petróleo y más de la mitad de las mercancías. Se cree además que bajo sus aguas se esconden importante recursos energéticos, aunque el conflicto ha impedido que se realicen exploraciones para estimar las posibles reservas.

Pekín instaló un sistema de misiles tierra aire en las Paracel el pasado año, según denunció por aquel entonces Taiwán y confirmó Washington. Además, China estaría construyendo en esas aguas un nuevo radar capaz de detectar los cazas estadounidenses de tecnología más avanzada, según un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington. Dicho informe sostiene que la construcción se está llevando a cabo en una de las islas artificiales de las Spratly.




Durante su confirmación en el cargo, el nuevo secretario de Estado, Rex Tillerson, declaró que debería impedirse el acceso de China a las islas en disputa. Este miércoles, el ministro de Exteriores chino afirmó que estaba al tanto del despliegue del portaaviones Vinson y advirtió a Washington sobre las "amenazas a su soberanía" en la región. "China respeta la libertad de navegación y vuelos sobre el Mar del Sur de China, que los países realizan bajo la ley internacional, pero se opone firmemente a los intentos de cualquier país de minar la soberanía y la seguridad de China", dijo el portavoz de Exteriores, Geng Shuang.

Tillerson se entrevistó este viernes con su homólogo chino, Wang Yi, en el primer encuentro cara a cara entre representantes de alto nivel de las dos mayores economías desde la llegada a la presidencia de Trump. La cita tuvo lugar durante la reunión de ministros de Exteriores del G20 (Grupo de los Veinte) que se celebra en Bonn, Alemania, y abordó "cuestiones bilaterales" y "materias de interés mutuo", según la agencia de noticias china Xinhua.

Mark Toner, portavoz de la Secretaría norteamericana de Estado, explicó tras el encuentro en un comunicado que los dos diplomáticos "debatieron esfuerzos para hacer avanzar la cooperación bilateral a la vez que se confrontan las diferencias de una manera constructiva". Tillerson, según el portavoz estadounidense, destacó asimismo el "riesgo creciente" que supone el programa nuclear y de misiles de Corea del Norte y exigió a Pekín, su único aliado, emplear "todos los instrumentos disponibles" para moderar la "conducta desestabilizadora" de Pyongyang.


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La Fuerza Aérea de Israel concluyó la investigación de la fatal colisión del F-16



La Fuerza Aérea publicó los resultados de la investigación sobre la muerte del piloto de combate de un caza F-16, mayor Ohad Cohen-Nov, quien falleció al abandonar su aeronave durante un fallido aterrizaje en la base aérea Ramon, en octubre pasado.

Cohen-Nov intentó aterrizar al retornar de una misión de combate en la Franja de Gaza, y se cree que la desigual distribución del peso de las bombas y misiles provocó una asimetría que desató la catástrofe.Ohad Cohen-Nov Foto: Fuerza Aerea de Israel

La investigación concluyó que la tripulación del F-16 actuó de acuerdo con los procedimientos y las directivas apropiadas, y decidió abandonar la aeronave tras perder el control. Además, no se encontraron fallas técnicas en el aparato.

La investigación puso de relieve dos lecciones centrales que la Fuerza Aérea tomará de aquí en adelante. La primera es qué los pilotos realizarán simulaciones asimétricas durante su entrenamiento y la segunda, que en situaciones futuras, los pilotos pueden deshacerse de las municiones en el mar con el fin de equilibrar la aeronave.

Representantes de la empresa Lockheed Martin participaron en la investigación, en particular en el análisis de los aterrizajes asimétricos qué Israel ha llevado a cabo en los últimos ocho años con los F-16.



El comandante de la Fuerza Aérea general Amir Eshel aceptó los resultados de la investigación y determinó que se trató de un accidente trágico. Eshel ordenó nuevas simulaciones de entrenamiento, exámenes, pruebas de vuelo e instrucción de los pilotos con el objeto de aumentar la seguridad.

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Reporte: Hezbollah obtuvo misiles antibuque que “cambian las reglas del juego”


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El grupo terrorista libanés chií Hezbollah ha obtenido misiles antibuques rusos avanzados, que amenazan las plataformas de gas de Israel en el Mar Mediterráneo y la capacidad de la Armada israelí de operar en el área, según un reporte del diario Yediot Ahronot.

Oficiales de inteligencia occidentales revelaron que Hezbollah posee misiles Yakhont, durante la Conferencia de Seguridad de Munich, que reunió a líderes mundiales y ministros de defensa para discutir cuestiones de seguridad.

En dicho caso, Hezbollah representaría una grave amenaza a los intereses israelíes en el Mediterráneo, poniendo en peligro las naves comerciales israelíes que atraviesan las líneas de navegación frente a las costas del Líbano y la capacidad de la Marina israelí de operar alrededor de las aguas libanesas.

Los misiles le darían a Hezbollah la capacidad para atacar las plataformas de gas marinas que Israel posee en el Mediterráneo. Israel está instalando una versión marina del escudo antimisiles Cúpula de Hierro en sus naves, en un esfuerzo por tratar de proteger sus yacimientos de gas natural.

Israel ha señalado previamente que los misiles Yakhont, en manos de Hezbollah, constituirían una línea roja y según los reportes atacó al menos dos embarques de esos sistemas en 2013 que se encaminaban hacia Hezbollah desde Siria, uno de los aliados más cercanos de Rusia y que cuenta con un gran arsenal de misiles antibuque avanzados.
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Durante la Guerra del Líbano en 2006, Hezbollah logró averiar una nave israelí frente a las costas del Líbano usado un misil antibuque C-802 de fabricación china, matando a cuatro marineros. El ataque sorprendió a los oficiales de seguridad israelíes que creían que estaban operando fuera del alcance de los misiles.

Los misiles Yakhont, tienen un alcance de 300 kilómetros (186 millas), y le proporcionarían a Hezbollah una ventaja significativa sobre los C-802, que pueden alcanzar una distancia de 110 kilómetros (68 millas).


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China suspende importación de carbón norcoreano por misiles

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Pekín — China inició este domingo la suspensión de todas las importaciones de carbón desde Corea del Norte para lo que resta de año mientras aumenta la presión sobre su vecino comunista para que abandone su programa nuclear y de misiles balísticos.

La medida está en la línea de las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en noviembre en respuesta a la quinta prueba nuclear efectuado por Pyongyang dos meses antes, dijo el Ministerio de Comercio en un comunicado publicado en internet el sábado.

China ya había prohibido las importaciones de carbón norcoreano en abril del año pasado, pero permitía algunas operaciones para uso civil.



El gigante asiático es el principal socio comercial y fuente de ayudas de Corea del Norte y la suspensión privará a Pyongyang de una importante inyección de divisa extranjera.

Beijing se vio presionada a su vez por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para ejercer más presión sobre Pyongyang, pero señaló que la influencia de Washington es limitada.

Sin embargo, su frustración con su vecino aumentó con la actitud desafiante de Corea del Norte ante las demandas de la ONU para acabar con sus pruebas de misiles y con el desarrollo de armas nucleares. Pyongyang lanzó su último misil balístico hace una semana.


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