lunes, 24 de agosto de 2015

¿Guerra fría en el Polo Norte?

MARC MARGINEDAS / MOSCÚ


DOMINGO, 9 DE AGOSTO DEL 2015

El pasado 16 de marzo, las Fuerzas Armadas de Rusia iniciaron unas maniobras militares en el Ártico de unas dimensiones no vistas hasta ese momento en la región: 38.000 hombres, 50 buques de superficie y 110 aviones participaron en unos ejercicios que se prolongaron durante cinco días y que estaban destinados a examinar las capacidades militares del país «frente a los nuevos desafíos y amenazas militares», según declaró entonces el ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigu.

Como parte de las pruebas, las fuerzas rusas concernidas debían comprobar sus aptitudes para reforzar las tropas ya desplegadas en los pelados y fríos archipiélagos rusos de Nueva Zembla y Tierra de Francisco José, este último situado tan solo a 900 kilómetros del Polo Norte. En junio pasado, Rusia despachó al mar de Barents, colindante con el océano Glacial Ártico, al destructor 'Almirante Ushakov' para hacer «prácticas de destrucción de minas flotantes, de objetivos móviles y de rechazo de ataques aéreos», tal y como informó entonces Vadim Serga, portavoz de la Flota del Norte, con base en Severomorsk, cerca de Murmansk.

La creciente actividad militar rusa que se registra en las regiones del Ártico en los últimos años permite entrever que la región, hasta el momento despoblada y prácticamente abandonada, situada muy lejos de los escenarios conflictivos de Europa del Este donde Occidente y Moscú dirimen sus diferencias, puede convertirse en un futuro no muy lejano en un nuevo escenario para otra guerra fría.
CAPACIDADES MILITARES
Para impulsar las capacidades militares rusas en la región, el pasado mes de diciembre, el Kremlin estableció un nuevo Mando Militar Conjunto para el Ártico -una suerte de región militar de nuevo cuño- con base en Severomorsk, cerca de Murmansk- que absorbió la Flota del Norte, la más potente de las cuatro que componen la Marina rusa, y que cuenta con dos tercios de los buques militares propulsados por energía nuclear, incluyendo un buen número de submarinos estratégicos armados con cabezas nucleares.

Otra de las medidas adoptadas en los últimos años por Moscú para garantizar su poderío militar en la zona consiste en desplegar una nueva fuerza militar compuesta por dos brigadas de infantería motorizada (unos 6.000 soldados), así como reestablecer las bases militares con que contaba la Unión Soviética, además de construir otras nuevas en el archipiélago de Novosibirsk y en la isla de Wrangel, frente a la costa de Siberia Oriental. Además, ha reconstruido la pista de aterrizaje del archipiélago de Nueva Zembla para que sea capaz de recibir cazas de última generación, dotándola a su vez de defensas antiaéreas.

Para una parte importante del 'establishment' político ruso que apoya al presidente Vladímir Putin, el Polo Norte es una nueva Meca a la que dirigir su atención y en la que expandirse y explorar sus riquezas. AsíMARC MARGINEDAS / MOSCÚ



DOMINGO, 9 DE AGOSTO DEL 2015

El pasado 16 de marzo, las Fuerzas Armadas de Rusia iniciaron unas maniobras militares en el Ártico de unas dimensiones no vistas hasta ese momento en la región: 38.000 hombres, 50 buques de superficie y 110 aviones participaron en unos ejercicios que se prolongaron durante cinco días y que estaban destinados a examinar las capacidades militares del país «frente a los nuevos desafíos y amenazas militares», según declaró entonces el ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigu.

Como parte de las pruebas, las fuerzas rusas concernidas debían comprobar sus aptitudes para reforzar las tropas ya desplegadas en los pelados y fríos archipiélagos rusos de Nueva Zembla y Tierra de Francisco José, este último situado tan solo a 900 kilómetros del Polo Norte. En junio pasado, Rusia despachó al mar de Barents, colindante con el océano Glacial Ártico, al destructor 'Almirante Ushakov' para hacer «prácticas de destrucción de minas flotantes, de objetivos móviles y de rechazo de ataques aéreos», tal y como informó entonces Vadim Serga, portavoz de la Flota del Norte, con base en Severomorsk, cerca de Murmansk.

La creciente actividad militar rusa que se registra en las regiones del Ártico en los últimos años permite entrever que la región, hasta el momento despoblada y prácticamente abandonada, situada muy lejos de los escenarios conflictivos de Europa del Este donde Occidente y Moscú dirimen sus diferencias, puede convertirse en un futuro no muy lejano en un nuevo escenario para otra guerra fría.
CAPACIDADES MILITARES

Para impulsar las capacidades militares rusas en la región, el pasado mes de diciembre, el Kremlin estableció un nuevo Mando Militar Conjunto para el Ártico -una suerte de región militar de nuevo cuño- con base en Severomorsk, cerca de Murmansk- que absorbió la Flota del Norte, la más potente de las cuatro que componen la Marina rusa, y que cuenta con dos tercios de los buques militares propulsados por energía nuclear, incluyendo un buen número de submarinos estratégicos armados con cabezas nucleares.

Otra de las medidas adoptadas en los últimos años por Moscú para garantizar su poderío militar en la zona consiste en desplegar una nueva fuerza militar compuesta por dos brigadas de infantería motorizada (unos 6.000 soldados), así como reestablecer las bases militares con que contaba la Unión Soviética, además de construir otras nuevas en el archipiélago de Novosibirsk y en la isla de Wrangel, frente a la costa de Siberia Oriental. Además, ha reconstruido la pista de aterrizaje del archipiélago de Nueva Zembla para que sea capaz de recibir cazas de última generación, dotándola a su vez de defensas antiaéreas.

Para una parte importante del 'establishment' político ruso que apoya al presidente Vladímir Putin, el Polo Norte es una nueva Meca a la que dirigir su atención y en la que expandirse y explorar sus riquezas. Así lo explicitó recientemente en su cuenta de Twitter el vicepresidente ruso, Dmitri Rogozin, a cargo del todopoderoso complejo militar industrial, tras un reciente viaje a la región del Ártico.

Rogozin se encuentra en la lista de políticos rusos cuya entrada ha sido vetada por la UE, EEUU y Noruega, miembro de la OTAN. Ello no le impidió, en un acto de desafío, el pasado abril, hacer una escala en el archipiélago de Svalbard, bajo soberanía noruega, cuando volaba al Polo Norte a abrir una base flotante rusa sobre un témpano. Oslo protestó ante Moscú. lo explicitó recientemente en su cuenta de Twitter el vicepresidente ruso, Dmitri Rogozin, a cargo del todopoderoso complejo militar industrial, tras un reciente viaje a la región del Ártico.

Rogozin se encuentra en la lista de políticos rusos cuya entrada ha sido vetada por la UE, EEUU y Noruega, miembro de la OTAN. Ello no le impidió, en un acto de desafío, el pasado abril, hacer una escala en el archipiélago de Svalbard, bajo soberanía noruega, cuando volaba al Polo Norte a abrir una base flotante rusa sobre un témpano. Oslo protestó ante Moscú.


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