Foto: RIAN
A comienzos de los años setenta, se acordó no emplazar armas nucleares en el fondo de mares y océanos, por lo que se cree que está desnuclearizado.
El 11 de febrero de 1971, por iniciativa de la que fuera la URSS, en Moscú, Washington y Londres fue promovido para su firma simultánea un documento sobre el estatus desnuclearizado de mares y océanos. El tratado internacional prohibía emplazar armas nucleares en el fondo y el subsuelo marinos.
Esta decisión fue apreciada en su justa medida más tarde. En los años setenta, el alcance de los misiles balísticos lanzados desde submarinos no era muy grande, pero, pasados diez años, entraron en servicio operacional misiles intercontinentales. Por ejemplo, el misil balístico estadounidense Trident II ya podía impactar un blanco ubicado a una distancia de siete mil millas. En teoría, los submarinos dotados de estos misiles podían atacar al enemigo sin abandonar sus bases.
En este caso, los lanzadores fijos, desplegados en el fondo de mares y océanos, podrían ser una solución mucho más económica. El tratado que prohibía emplazar armas nucleares en fondos marinos, se adelantó a su época. Ello no obstante, no hay razones para afirmar que hoy por hoy, esta zona se encuentre desnuclearizada.
Entre 1955 y 2011, se fueron a pique, como mínimo, ocho submarinos estadounidenses, soviéticos y rusos, de los que fue reflotado solo el sumergible atómico ruso “Kursk”. Los demás yacen en el fondo de los mares. Unos están menos dañados, otros más, pero todos representan en sí una fuente de amenaza radiactiva.
La emisora BBC le hizo una mala jugada al Pentágono al revelar que EEUU había perdido una bomba nuclear no lejos de las costas de Groenlandia. En enero de 1968, un bombardero В-52 de la Fuerza Aérea de EEUU con cuatro bombas atómicas a bordo sufrió un accidente cerca de la base militar estadounidense North Star Bay. Periodistas británicos establecieron que del avión se lograron rescatar solo tres en el océano Glaciar Ártico, la cuarta se perdió sin dejar rastro.
Otro peligro de la contaminación radiactiva proviene de los viejos enterramientos de desechos radiactivos en el fondo marino. En los años cincuenta, estaba muy generalizada la opinión de que verter desechos radiactivos en las fosas oceánicas no representaba peligro alguno. Pero precisamente por aquellos años, oceanólogos soviéticos demostraron la existencia de la circulación de corrientes marinas, por lo cual cualquier enterramiento de desechos radiactivos, incluso a una gran profundidad, podría acarrear graves consecuencias para el océano mundial pasados varios decenios.
En opinión de los expertos, la Humanidad todavía tiene tiempo para eliminar esta basura mortífera de los mares, lo que requiere implementar programas internacionales de cooperación científico-técnica. Solo en este caso el fondo oceánico realmente pasará a ser una zona desnuclearizada.
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Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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