domingo, 16 de junio de 2013

¿Una nueva estructura del Ejército de Tierra? Las brigadas polivalentes

Una de las primeras decisiones del ministro de Defensa, Pedro Morenés, inmediatamente después de tomar posesión de su cargo, fue encargar al jefe de Estado Mayor de la Defensa la elaboración de un informe sobre la posible estructura que, según su propio concepto, deberían tener los ejércitos españoles a medio plazo. El documento resultante, al que se conoce habitualmente como Informe 2025, aun no siendo ninguna atadura para las decisiones soberanas del Ministerio (y así lo reconocía el propio ministro en el Congreso de los Diputados -abiertamente y con un fuerte enfado-, con motivo de una filtración del documento aparecida en un medio de difusión nacional), no cabe duda que representa el punto de vista castrense que parece lógico considerar a la hora de tomar decisiones políticas. Otra cosa son los rumores que apuntan a que, desde el Estado Mayor Conjunto, no se tuvieron suficientemente en cuenta las opiniones de los tres ejércitos. Pero este es otro tema.

Aunque el documento permanece secreto, se van conociendo algunos aspectos de él. En concreto, se sabe que el JEMAD, al referirse al Ejército de Tierra, apuntaba la necesidad de incluir en sus grandes unidades el concepto de polivalencia. La mayor parte de las grandes naciones están reestructurando sus Fuerzas Armadas y, en la mayoría de los casos, este concepto polivalente está teniendo una importante prioridad a la hora de definir las nuevas estructuras. Por supuesto que las guerras puramente convencionales siguen siendo el gran reto de los ejércitos pero, también, que la inmensa mayoría de los conflictos en los que se reclama la actuación de los soldados se encuadra en lo que se ha venido en llamar operaciones híbridas, una mezcla de diferentes formas de combatir frente a enemigos no convencionales, no representantes de un estado, mezclando actividades semiconvencionales con elementos de contrainsurgencia, contraterrorismo, lucha en poblaciones, seguridad de elementos civiles y vigilancia de decisiones de Naciones Unidas. Todo lo que se trata de encuadrar en el concepto de "Comprehensive Approach" o Enfoque Integral, aunque, ciertamente, muchas veces se están mezclando, no con excesivo acierto, "churras con merinas". Esto también es otro tema.

Lo que sí resulta evidente es que tales conflictos son siempre largos de resolver y requieren de los ejércitos la necesidad de ir rotando sucesivamente los contingentes que intervienen en ellos, de tal forma que se precisa que todas las brigadas que se incluyan en las referidas rotaciones dispongan de unas capacidades muy amplias que no siempre responden a su denominación tradicional (paracaidista, aerotransportable, acorazada, ligera, etc.) ni, por tanto, a sus materiales de plantilla y a su adiestramiento habitual para las ya citadas acciones convencionales.
De aquí nace el concepto de la polivalencia de tales brigadas. A la hora de pensar en una nueva estructura del Ejército de Tierra, casi siempre, desde los medios de comunicación, desde algunos partidos y, desde luego, desde el punto de vista del civil no muy informado, se piensa en una previa reducción. Por otra parte, es la costumbre que se ha adquirido desde los años de la Transición en los que, cada transformación orgánica presuponía una reducción como elemento prioritario. Así hemos pasado, en el ET, en no muchos años, de más de 300.000 efectivos a los escasos 82.000 actuales. Creo sinceramente que, en este caso, la reducción ya se ha efectuado. Apenas se conoce por la opinión pública -soy de los convencidos de que el ET sigue creyendo que "el buen paño en el arca se vende" y, en consecuencia, no pregona sus logros- que entre 2006 y 2012, ha reducido las plantillas en 22.500 puestos de trabajo militares. En este momento, la transformación no es un problema de números, ya llevados a un mínimo, sino de estructuras.

Todo lo anterior ha llevado al jefe del Ejército a dictar, el pasado mes de noviembre, una directiva que guíe la transformación de la estructura de fuerza del ET. Y su base se encuentra en convertir las actuales brigadas en brigadas polivalentes. Ello supone que los batallones de maniobra de las referidas brigadas no responderían a un concepto funcional único (mecanizado, acorazado, ligero,.) sino que incluirían batallones de diferentes características, aunque, en su conjunto, las brigadas pudieran definirse como más ligeras o más pesadas, en función de disponer de mayor número de elementos de ruedas o de cadenas. Por supuesto, la transformación prevista aún debiera impulsar más la iniciación del programa 8x8.

Como se ve, una auténtica transformación, no exenta de riesgo, porque se perderán estilos y valores, consagrados por los muchos años de existencia de conjuntos orgánicos como La Legión, la Brigada Paracaidista, la Brigada de Caballería o las Brigadas Mecanizadas, con unos credos y unos valores que cualquier militar sabe que cuesta muchos años conseguir y que dan estilo a la unidad. El reto, por tanto, estaría en lograr que estas grandes unidades, aun contando con elementos distintos de los tradicionales, no perdieran tales valores, que le han dado un poso difícil de alcanzar (los valores están en las personas, no en los medios que manejan). Lo que pudiera ocurrir si se enfrenta la transformación como si de una unidad de nueva creación se tratara. Se va a requerir mucha habilidad en las instrucciones que se redacten y, sobre todo, en los mandos de las respectivas brigadas, a los que corresponda la referida transformación, para lograr que la misma no afecte al espíritu tradicional de la gran unidad y, por tanto, que su esencia combativa permanezca inalterada.

Lo que no parece ofrecer duda es que no resulta muy racional que, en una misión de carácter claramente ligero, que está desarrollando una bandera paracaidista en una misión internacional, ésta sea relevada por un batallón mecanizado (habituado al uso diario de instrucción con sus Pizarros), por mucho adiestramiento ligero que haya realizado en los seis últimos meses. Y no digamos nada si el relevo es al contrario, es decir el una unidad ligera que pretenda relevar a una mecanizada que esté desplegada por necesidades de misión, con sus elementos habituales de combate. Este es el objetivo que la polivalencia trata de evitar.

Por fin, quedaría el tema del número de brigadas. Parece que no ofrece duda que el indispensable ciclo de disponibilidad establecido por el Ejército de Tierra, es decir, la necesidad de disponer para cada misión de cuatro brigadas: una desplegada, una disponible y dos en preparación, unido a las capacidades de poder enfrentar simultáneamente, entre otras misiones menores, dos operaciones principales de unos 1.500 efectivos, lleva a la conclusión de la necesidad de disponer de ocho de tales brigadas polivalentes, considerando como una de ellas la situada en Canarias (además, siempre preposicionada para poder actuar en el escenario africano).

Como indiqué antes, un auténtico riesgo y un auténtico reto, para el Estado Mayor del Ejército en su planeamiento, y para los mandos de las brigadas en su ejecución. No sólo es un problema de orgánica: se va a requerir transformar, doctrinas, preparación e, incluso, cambios de mentalidad y, simultáneamente, de mantenimiento de valores. Difícil. Ello nos conducirá, en el medio plazo, a disponer de ocho elementos de maniobra en condiciones de desplegar un esfuerzo medio en cualquier tipo de conflicto, dentro del panorama de los de carácter híbrido que hemos descrito.

Un último, no menor, inconveniente para echar algo de agua al aceite: no quedará ninguna gran unidad para desarrollar un esfuerzo máximo de carácter convencional, ni ligero ni pesado. Y, tal vez, podría necesitarse en un futuro.


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