Sin alfileres pero la imagen es tan aguda y dolorosa como usarlas. Sin mapa extendido en la sala pero el mapa soy yo y el video es el verdadero espejo. En este mapa que soy ubico las ciudades y las explosiones. Atravieso calles y conozco los nombres de los barrios de Siria.
Siempre he estado atento a los conflictos armados que, en otros tiempos, eran seguidos por noticias difusas de la radio y con un mapamundi sobre apuntado. Miles de hogares tuvieron ese rito en todas las guerras lejanas del siglo XX y por igual, en las muy internas, aunque estas eran consideradas por igual lejanas, aunque éstas sucedieran a dos pasos, ya sea en El Salvador, en Guatemala o en Nicaragua. Recuerdo muy bien el dilatado rompecabezas de ir armando el escenario general a puntillazos radiales, y al final nada, la guerra era solo matar y por ningún lado la causa real. Solo el recuento de bajas y rápidamente el cambio hacia el anuncio comercial. "Mejor mejora Mejoral".
Con las nuevas herramientas de "seguimiento" me decido por auscultar la guerra en Siria. Despliego el Google Earth, enlazo con youtube y wikipedia, me aseguro con un par de blogs especializados en la materia y listo, ahí estoy, en Homs, en Damasco, en Al Qusayr, Aleppo, en todo ese territorio desangrado. Me llama la atención lo profuso en el uso de la video-cámara. Youtube está plagado de combates en Siria. Pareciera que la consigna de ambos bandos es llevar una corresponsalía directa, casi colocando las cámaras en la punta del fusil, sin intermediación periodística, sólo la cámara y el combate, los francotiradores señalando previamente al contrario que en segundos caerá, los tanquistas como dentro de una play station.
Los corresponsales son eliminados como moscas, sobretodo si cubren televisoras sirias. El broadcast es simplemente pasarse con prisa la toma y subirla al youtube.
Este nivel de datos llega incluso a mostrar escenas editadas con imágenes de ambos bandos: desde el hueco donde el Rebelde lanzará su RPG hasta el contraplano del T-72 que recibe el impacto. Es posible entonces armar la guerra a placer, manipulándola personalmente como eso, como lo que es en realidad virtual: una guerra para armar. He encontrado así, secciones completas de tiros especializados: imágenes de solo francotiradores, de solo rpgeros, de solo tanques, de solo recuperación de heridos en medio de combates. En este almacén bélico hay vituallas para lo que sea incluida la nueva esfera roja giroscópica de Google Earth que permite ubicarse en cualquier plaza con vista 360 grados del lugar a ras de suelo, ahí mismo.
A esta escala de información la electrizante escena de desembarco en Saving private Ryan quedá anulada. Bands of Brother y Pacific lo mismo. El guión no se escribe sino que se siente, queda al silencio propio la intensidad de la búsqueda y el difícil final de lo que se ve, porque el esfuerzo por finalizar el scouting pasa por negarse a continuar enlazando, corraborando, compartiendo. Solo así se logra cierto desenlace y al final el desenlace no deja nada, aunque la guerra de la realidad continúe imparable, fragorosa, atroz.
Entendido el ritmo llega uno a posicionarse no por bando sino por acción o drama mostrado. En lo particular he llegado a lamentar la muerte grabada de un arrojado Rebelde (FSA) que no cesaba de hostigar con su calibre .50 a una compañía del Ejército Sirio. Solo, ante la cobardía manifiesta de sus jóvenes compañeros, lanza andanadas de balas una y otra vez ocultándose tras una esquina. Los compañeros lo alientan a que continúe sin atreverse a cubrirlo. Sólo es él y a la cuarta ocasión que aparece es agarrado de lleno por francotiradores. Luego los compañeros lloran alrededor de su cuerpo. Tomo este ejemplo con dolor y, también con la insensibilidad de poder retroceder la imagen al infinito para prolongarle la vida al muchacho.
A esto se llega.
E incluso a más.
El turismo de guerra ha sido inaugurado con la llegada al frente sirio de un fotógrafo japonés aficionado que logró colarse con las columnas del FSA. Pagó por ello alguna buena cantidad. Si bien es cierto que a lo largo de la historia han existido muchísimos casos de millonarios aburridos que no dudan en comprarse un boleto para circunnavegar el mundo o el espacio, para irse de safari en otras tantas guerras, participando ellos mismos por placer, este caso del japonés me causa un escalofrío por todo lo que desatará en forma de clubs hartos de jugar al paint ball. O quizá yo sea el iluso y quizá estos clubs ya existen del mismo modo que yo, aún cómodo y reticente, sigo lo que ocurre en Siria.
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