Nuño Domínguez (Materia)
España quiere transformar un antiguo campo de tiro del Ejército en uno de los mayores telescopios del mundo.
El nuevo dispositivo, que se tardaría en construir cinco años, sería un conjunto de 20 telescopios esparcidos por un área de un kilómetro cuadrado a una altura de 2.300 metros y cerca del Observatorio del Teide, en Tenerife.
La instalación, con un coste de 70 millones de euros, es parte de la Red de Telescopios Cherenkov (CTA, en sus siglas inglesas) un proyecto de 27 países para construir dos observatorios de rayos gamma, uno en cada hemisferio, que serán los mayores del mundo.
España compite con EEUU y México para ganar la sede norte del observatorio. Argentina, Chile y Namibia se disputan el observatorio sur de la red, que tendrá 100 telescopios que abarcarían una superficie de 10 kilómetros cuadrados.
Cuando el CTA esté completo, en 2019, podrá observar todo el cielo con una potencia diez veces superior a la de los telescopios Cherenkov actuales como H.E.S.S., en Namibia, o MAGIC, en la isla de La Palma.
“Nuestra candidatura tiene muchas posibilidades”, explica Ramón García, jefe de Instrumentación del Instituto de Astrofísica de Canarias y uno de los responsables de la candidatura española.
Si España gana finalmente, algo que se aclarará a finales de año, el observatorio se construiría en un terreno del Ministerio de Defensa donde, hasta mediados de los años 80, se realizaban prácticas de artillería.
Aún hoy se realizan algunas maniobras de infantería, cuenta García. Fuera de los límites de la parcela, cada año puede verse a algún cazador en busca de muflones, una especie introducida en las islas y cuyas poblaciones hay que controlar.
En cinco años, este terreno podría convertirse en un muestrario de tecnología punta capaz de captar rayos gamma, la forma más energética de radiación que se conoce.
Los 20 platos de los telescopios Cherenknov, cuatro de ellos de 24 metros de diámetro, captarían rayos gamma generados por los objetos más violentos del universo (explosiones de estrellas o agujeros negros, entre otros) y resolver dos preguntas clave: ¿de dónde provienen los rayos cósmicos y qué es la materia oscura?
El CTA aspira a ser una de las instalaciones científicas más importantes de la próxima década.
Tanto es así que sus promotores piensan que será “el CERN de las astropartículas”, en referencia al laboratorio europeo donde el año pasado se descubrió el bosón de Higgs, uno de los hallazgos más importantes de las últimas décadas.
Como digno sucesor, el CTA podría descubrir cosas totalmente desconocidas.
“Este telescopio va a abrir una ventana al universo desde la que no se ha mirado nunca, y, cuando uno mira donde nadie ha mirado antes, seguro que encuentra cosas nunca vistas”, resume William Lee, físico de la Universidad Autónoma de México y coordinador de la candidatura de este país a albergar la red norte del CTA.
También beneficio económico
No sólo los científicos ven grandes oportunidades en este instrumento.
La construcción del CTA norte en España traería unos retornos directos de al menos 14 millones de euros, según cálculos de la candidatura española.
A eso habría que sumar los beneficios indirectos de la instalación, a la que cada año asistirían científicos de todo el mundo y, posiblemente, parte de los 3,5 millones de personas que cada año visitan el Teide, según García.
El CTA operará al menos durante 20 años, por lo que los retornos acumulados en este periodo serían de entre 70 y 100 millones de euros.
La instalación tendría una plantilla de 40 personas, según García.
Hasta el 70% de la participación de cada país es en especie, es decir, que no se paga con dinero, sino con instrumentos, infraestructuras y otros componentes.
Esto quiere decir que empresas españolas podrían beneficiarse de contratos para edificar el observatorio.
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