lunes, 20 de julio de 2015

Rusia no puede permitirse sus nuevas armas de alta tecnología

Tyler Rogoway
Archivar en: RUSIA 7/17/15 7:16pm



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Rusia debe estar percatándose de que el desarrollar un sistema de armas de alta tecnología no es tarea fácil, ni siquiera en cantidades relativamente limitadas. Este parece ser el caso para algunos vehículos militares como el tanque T-14 “Armata”, el caza de quinta generación Sukhoi T-50 e incluso el PAK-DA, su nueva generación de bombarderos.

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El T-14 ha sido el más famoso vehículo armado militar de los últimos tiempos- Independientemente de sus capacidades y lo bueno que sea, al final del día también tiene que ser rentable para Rusia. Originalmente el plan ruso se basaba en reemplazar la mayoría de sus tanques veteranos con los nuevos T-14, por lo que iban a producir un total de 2.300 tanques, y esta cantidad no haría más que aumentar de forma gradual con el paso de los años.

En lugar de producir miles de este tanque durante los próximos cinco años, algunos analistas estiman que en realidad harán mucho menos de mil unidades. Esto se debe, parcialmente, a que el costo del tanque se ha disparado casi tres veces más de lo que estimaban en principio. El resultado de esto probablemente será que el Kremlin decida más bien enfocarse en modernizar los sistemas armamentísticos actuales, como los tanques rusos T-72 y T-90, en vez de crear más (costosas) unidades del T-14.


Lo mismo ocurre con los nuevos aviones caza Sukhoi T-50. Originalmente, Rusia aseguraba que construiría unos 150 cazas T-50 para el año 2020, pero luego ese número se redujo a apenas 52 unidades, y el primer lote de estos cazas se supone que entraría en servicio durante el año 2016. Ahora, ese número ha sido reducido mucho más, hasta apenas los 12 aviones para el año 2020, lo que equivale a un lote de pruebas. Lo que es peor, a medida que los números de producción se desploman también suben los costos. Esto es lo que en el Pentágono de los Estados Unidos conocen como un programa de armas en “Espiral de la Muerte”.

La India, quien ha sido uno de los inversionistas en el proyecto de los caza T-50 (también conocidos como los PAK-FA), cada vez se desencanta más del proyecto. Por no hablar de que la Fuerza Aérea India acaba de gastar miles de millones de dólares en 36 cazas “Rafale” franceses, y seguro comprarán muchos más.

Luego tenemos el hecho de que hay mucha tensión entre las dos naciones debido al mantenimiento de la flota actual de cazas Su-30MKI de la India. Esto, además de las otras compras recientes que ha hecho la India a fabricantes occidentales de aviones, ha logrado que muchos lleguen a la conclusión de que pronto Nueva Delhi se olvidará de Rusia al momento de necesitar nuevos aviones militares.


Todo esto equivale a un programa de aviones de combate que cada vez se hace más y más lento. Esto lo que hace es tambalear el proyecto entre un experimento extremadanente costoso de investigación y desarrollo, y un sistema de armas realmente viable del que Rusia pueda depender en el futuro cercano

Finalmente, llegamos al bombardero de próxima generación ruso, el PAK-DA. Recientes declaraciones de que Rusia volverá a producir el Tupolev Tu-160 arrojan una sombra de duda sobre la viabilidad del futuro bombardero. La elección de actualizar la fuerza aérea existente con un avión de la época de la guerra fría que ya era muy caro en aquél entonces y que sigue siendo caro hoy y parece una decisión un poco rara. Sobre todo teniendo en cuenta que supuestamente hay un bombardero de alta tecnología que ya estará en al aire a finales de esta misma década y que estará operativo hacia mediados de la próxima.


Parte de esto es solo un juego de cifras, y parte de ello es un juego muy real. No caba duda de que Rusia ha recibido sanciones que afectan directamente a su estrategia de aprovisionamiento de armas, y esto no forma parte de un plan urdido hace cinco o más años cuando comenzaron a fraguarse estos nuevos programas de armas.

Con todo, la brecha entre lo que Rusia dice que puede hacer económicamente y lo que de verdad puede hacer es tan amplia que las sanciones no explican por sí solas el marasmo en el que ha caído el proceso de modernización del ejército ruso. Está claro que Rusia sencillamente no está siendo realista a la hora de expresar sus ambiciones tecnológicas en materia armamentística.

Este fenómeno no es nada fuera de lo común. Estados Unidos tiene sus propios problemas en este sentido, aunque en el Pentágono nunca se han visto tantos programas clave de defensa anunciados a bombo y platillo para después cancelarlos o dejar que se mueran en el olvido, incluso después de que el Departamento de Defensa maquille la realidad a conveniencia.


Teniendo en cuenta todo esto, es probable que veamos suficientes tanques T-14 y T-50 como para participar en desfiles, exhibiciones aéreas, y para hacer de punta de lanza en las maniobras de turno. Sin embargo, es muy probable que Rusia siga quedándose corta en lo que se refiere a actualizar su arsenal de armamento convencional, arreglar su flota de submarinos o su capacidad nuclear. A la postre se trata de mantener un poder de disuasión suficiente mientras se mantiene también una fuerza aérea convencional y asequible.

El plan también sirve para mantener a Putin y su gobierno en el poder sin perder demasiado carisma. Los programas militares en Rusia son percibidos como una suerte de orgullo nacional y de competencia con otros países.El objetivo también es poder seguir presumiendo de esos programas en los desfiles con la esperanza de vender esa tecnología a otros países que estén interesados en ella.

Este enfoque más racional del aprovisionamientos de armas no está muy lejos del que se practicaba durante la guerra fría. A veces se nos olvida que incluso en el punto más álgido de las tensiones entre el este y el oeste, Estados Unidos tenía que comprar F-16 y F-15 debido a restricciones presupuestarias, y eso es solo un ejemplo. La estrategia de altos y bajos surgía básicamente de la necesidad, y eso se aplicaba también a la Unión Soviética de Entonces incluso en mayor grado, al elegir la ventaja numérica sobre la cualitativa.

La estrategia de procurarse a cualquier precio un tesoro de máxima capacidad que prácticamente está chapado en oro es un recuerdo de la era industrial posterior a la guerra fría. En realidad sigue siendo tan poco realista como lo era entonces tanto para Estados Unidos como para Rusia. A Rusia le ha tocado enfrentarse a esta realidad no aceptada. A Estados Unidos todavía no le ha tocado hacerlo. Todavía.


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