lunes, 20 de julio de 2015

Dudosos submarinos nucleares


William McNeilly fue destituido de la Armada luego de denunciar al sitio Wikileaks por la falta de controles de los guardias de seguridad que deben fiscalizar el acceso a la “zona verde”, donde anclan las embarcaciones.

La denuncia hecha por el marinero William McNeilly a través del sitio Wikileaks revela que la situación de los submarinos nucleares ingleses se asemeja a la de una bomba de tiempo cuya detonación es inminente. Las irregularidades puestas a la luz, tanto en el funcionamiento de los submarinos como en los controles para acceder a los mismos, aumentan la posibilidad de un desastre nuclear en altamar. En este contexto, las embarcaciones se abren paso por todos los océanos, incluso por el Atlántico Sur, zona que se encuentra bajo la influencia del Tratado de Tlatelolco, el cual prohíbe completamente el armamento nuclear en América latina y el Caribe. Por su parte, el Ministerio de Defensa inglés calificó las acusaciones como “subjetivas y carentes de sustento”, aunque detuvo al denunciante, lo separó de su cargo como ingeniero en armamentos y le exigió guardar silencio respecto al tema. Sin embargo, a un mes de la destitución de McNeilly de la Armada, el gobierno inglés todavía no tomó ninguna medida para garantizar la navegación segura de sus embarcaciones.

Una de las cuestiones más llamativas que denunció el ingeniero es la falta de controles por parte de los guardias de seguridad que fiscalizan el acceso a la “zona verde”, que es el nombre con el que se conoce el área de máxima seguridad en el que se encuentran anclados los submarinos. McNeilly relató que durante el período de entrenamiento en la base naval de Faslane, al noroeste de Glasgow, en Escocia, los custodios rara vez miraban su identificación, la cual consistía en una tarjeta con una foto suya pegada encima. “Es más difícil ingresar a la mayoría de los clubes nocturnos que a la zona verde. ¡Lo peor es que se supone que esa es ‘la parte más rigurosa’ de la seguridad”, denunció. “Miles de identificaciones de la Armada Real se pierden cada año. Los terroristas pueden crear falsificaciones para acceder con facilidad a los submarinos. Cualquier copia podría funcionar perfectamente. Estoy seguro de que si alguna vez habría mostrado una tarjeta de habitación de hotel, habría podido entrar sin problemas”, ironizó McNeilly.

Las desatenciones en los controles al acceso a las áreas de seguridad fueron solo el preludio de las fallas que el ingeniero pudo verificar una vez dentro del submarino. Durante la navegación en el HMS Vanguard, recordó el marinero, el submarino sufrió fallas en el sistema que permite su descenso hacia aguas más profundas, por lo que el alto mando simplemente decidió evitar la inmersión. “¿Acaso te sentirías seguro si por encima de tu ciudad sobrevuela un avión que tiene ‘algunos problemas’ a la hora de aterrizar?”, ironizó.

Uno de los incidentes más graves a bordo del submarino, y que sin lugar a dudas podría haber causado una catástrofe en altamar, fue el que tuvo lugar a partir de “un error en el panel de la sala de control”.

McNeilly explicó que en una ocasión, accidentalmente se activó el spray antihumo en la sala donde se encuentra el arsenal. “No había aislamientos eléctricos colocados, por lo que podría haberse desatado un incendio en los compartimientos donde había torpedos. El agua que salía del sistema contra incendios empezó a inundar la sala”, reveló.

Según explica el manual de seguridad CB8890, del cual McNeilly capturó parte de su contenido, “las ojivas nucleares, al ser expuestas al calor, pueden llevar a la detonación espontánea, lo que implica la liberación de materiales radiactivos como plutonio, uranio, compuestos de litio, gas tritio y berilio sobre una amplia área. Si se mezclan con el agua, pueden generarse gases tóxicos”. Por lo tanto, un cortocircuito podría haber ocasionado una explosión que no sólo habría acabado con la vida de los tripulantes, sino habría desatado también un desastre ambiental.

El marinero advirtió que el personal jerárquico que navega en los submarinos es verdaderamente consciente del calamitoso estado en el que las embarcaciones dejan los puertos y navegan por los mares. McNeilly explicó que hay un consenso general sobre la peligrosidad de la situación, pero que aún así los mandos superiores apañan a aquellos tripulantes que cometen errores de negligencia grave. “La gente dice cosas como ‘todos cometemos errores’. Me confunde como alguien casi provoca un desastre y se sale con las suyas tan fácilmente. Casi mata a todos a bordo y dicen ‘¡ah!, pobre muchacho, está conmocionado’.”
Luego de que el informe fue publicado en WikiLeaks el 17 de mayo, McNeilly se entregó al día siguiente a las autoridades británicas en el aeropuerto de Edimburgo. “Considero que ya cumplí mi objetivo. Logré recopilar mucha información en la menor cantidad de tiempo posible para informarles a todos la situación”, escribió en su perfil de Facebook. Durante varios días, se desconoció el paradero del ingeniero. Sin embargo, el periodista especializado en asuntos ambientales, el inglés Rob Edwards, afirmó a Página/12 que el ingeniero ya no se encontraba más en Faslane. “Inicialmente creí que (McNelly) sería llevado a una base militar no revelada en Escocia, pero fue trasladado a Inglaterra. Me enteré que se encontraba en Portsmouth a través de una foto suya tomada por un compañero en las cantinas de la base de Nelson, que fue difundida por las redes sociales”, dijo el periodista. Edwards señaló que el Ministerio de Defensa no le atribuyó cargos ni lo mantuvo bajo custodia, pero le exigieron que no hablara con la prensa.

La prohibición impuesta por el Ministerio de Defensa no impidió que McNeilly volviera a la carga, ya que a través de las redes sociales escribió que esa institución “le lava la cabeza a la población al hacerle creer que las armas nucleares son seguras”. Las acusaciones lograron que la Armada inglesa relevara al ingeniero de su puesto.

Por su denuncia, McNeilly recibió el apoyo de activistas y del Partido Nacional Escocés (SNP). Un vocero de la agrupación, Brendan O’Hara, acusó al Ministerio de Defensa de intentar barrer las acusaciones bajo la alfombra. “Deberíamos ser gratos con él, ya que tuvo el coraje suficiente para llamar la atención del público. Especialmente teniendo nada para ganar y mucho para perder”, dijo. Ante la situación de incertidumbre respecto al futuro del ingeniero, los activistas que lo apoyan crearon una página en Facebook en la que reproducen sus publicaciones. En en el sitio, los administradores sintetizaron el motivo por el cual fue creado: “Queremos asegurarnos de que William McNeilly reciba un juicio justo y no desaparezca misteriosamente o tenga un accidente desafortunado”.

Informe: Gustavo Gerrtner.


diario/elmundo/4-277455-2015-07-20.html

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