lunes, 10 de noviembre de 2014

Los otros Muros del Mundo



Por Miriam V. de la Hera

La caída del Muro de Berlín hace 25 años permitió el reencuentro de familiares que llevaban décadas separados. Fue además, el principio de la reconciliación de la Europa occidental con los países del Este. Sin embargo, el mundo continúa habiendo barreras similares que por diversos motivos, siguen dividiendo a pueblos y familias enteras.

Y no hay que mirar muy lejos para encontrarlos. A finales de los años 90, España colocó sendas vallas en Ceuta y Melilla, con la intención de evitar la llegada de inmigrantes africanos a través de la entrada más directa a Europa. Con los años se han endurecido las medidas de seguridad. En el año 2000, ante las oleadas de inmigrantes, el Gobierno optó por reforzarlas construyendo tres vallas paralelas y después, en el año 2005, se aumentó su altura hasta los seis metros y se colocaron cámaras de infrarrojos, difusores de gases lacrimógenos o sistemas que impiden el uso de escaleras. Uno de los aspectos más polémicos ha sido la colocación de cuchillas que provocan graves heridas a los que intentan trepar por el alambrado.

Estados Unidos tenía el mismo objetivo que España, controlar la entrada de indocumentados, cuando levantó una valla de última generación a lo largo de los 3.000 kilómetros de su frontera con México. Son un mosaico de alambres y aceros, dotados de cámaras de infrarrojos, sensores y otros mecanismos de seguridad. Según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México, en los últimos 15 años han fallecido más de 5.600 inmigrantes intentando cruzar en busca de nuevas oportunidades.

Otros muros, además de para dividir territorios, sirven para demostrar a un pueblo su superioridad frente a otros. Es el caso de la barrera que separa Israel de Cisjordania. Formada por alambres, zanjas, placas de cemento y bloques de hormigón que alcanzan los nueve metros de altura, lleva en pie desde el año 2000. Las autoridades israelíes insisten en que se trata de «un mecanismo de seguridad»; sin embargo, los palestinos y las organizaciones internacionales lo describen como «un muro de apartheid».

El muro rodea localidades y pueblos palestinos enteros, aislando entre sí a comunidades y familias. La Corte Internacional dictaminó en julio de 2004 que se trataba de un muro ilegal, y pidió su derribo. Pero a día de hoy, sigue en pie, aislando a trabajadores de sus puestos de trabajo, y es habitual ver a universitarios atravesar a diario los puntos de control del ejército israelí para llegar a las universidades que quedan al otro lado.

Marruecos también decidió levantar un muro similar en 1976, tras apropiarse del Sahara Occidental. Con 2 700 metros, es el segundo más largo después de la muralla China. Consta de seis paredes defensivas en las que se alterna piedra, arena, alambres de espino y minas anti-persona. Marruecos asegura que lo construyó para defenderse del Frente Polisario, pero la realidad es que comunidades saharauis llevan décadas divididas y aisladas.

La única capital dividida

Tras la caída del Muro de Berlín, Nicosia, en Chipre, ostenta el dudoso honor de ser la única capital de un país que todavía está dividida por una barrera. La llamada Línea Verde, que separa a los chipriotas del sur y a los turcochipriotas del norte. Se convirtió en una frontera infranqueable tras la guerra entre ambas comunidades, pero en los últimos años ambos bandos están llevando a cabo gestos para una aproximación hacia el entendimiento.

Belfast es otra de las ciudades conocidas por sus muros, llamados eufemísticamente «líneas de paz». Existen 99 de esas líneas de paz que se levantaron en los años 40 para evitar el enfrentamiento entre católicos y protestantes. Hoy muchos turistas se acercan para fotografiarse con los grafitis, favorables a los nacionalistas a un lado y los lemas unionistas al otro. Los muros, que cuentan con zonas de comunicación que se cierran por la noche o en épocas tensas, siguen contando con el apoyo de muchos residentes. Aunque en los últimos sondeos al respecto la mayoría de los norirlandeses querría derribarlos, más de dos tercios de los residentes de las zonas limítrofes, los sigue considerando «necesarios».

En el mundo hay además murallas herederas de la Guerra Fría, como ocurre entre las dos Coreas. Una franja de cuatro kilómetros de ancho las divide desde 1953. Se trata de una zona inhabitada en la que se ha creado una de las reservas de biodiversidad más ricas de toda Asia. Y también es habitual encontrar vallas para separar las fronteras más inestables del planeta, como es el caso de la frontera entre La India y Pakistán. También hay barreras en las fronteras Irak con Kuwait y con Arabia Saudí, donde los habitantes ya se han acostumbrado al perímetro de púas, muros y alambres que rodea la zona.

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