martes, 11 de febrero de 2014

Sochi 2014, custodiado por misiles y fuerzas especiales


En las montañas que dominan Sochi, las fuerzas especiales y los misiles de defensa antiaérea que vigilan los Juegos Olímpicos de invierno se confunden con un paisaje de pinos, pistas nevadas y anillos olímpicos.

Hombres con trajes de camuflaje que se confunden con la nieve surgen a poca distancia de pequeñas carpas blancas, entre los árboles, cerca de las pistas de esquí de los Juegos.

El visitante que baja de un telecabina a unos 1.000 metros de altitud en la estación de Laura, propiedad del grupo público ruso Gazprom, donde se disputan las pruebas de esquí de fondo y de biatlón, puede ver una batería de misiles de color caki y un radar junto a las tiendas militares.

Hay que avanzar hasta una valla y mirar de cerca para percibir esas instalaciones que muchos espectadores que utilizan las telecabinas para asistir a las pruebas deportivas no ven.

Los que distinguen esos insólitos equipos inmortalizan a veces la escena con su teléfono y sus tabletas. Otros ni se dan cuenta, como dos jóvenes que se fotografían con la montaña y los misiles como telón de fondo.

El viceprimer ministro ruso Dimitri Rogozin había anunciado a finales de 2013 que para proteger la seguridad de los Juegos se desplegarían en Sochi nuevos sistemas de misiles tierra-aire Pantsir-S, destinados a proteger las instalaciones militares y civiles (centrales nucleares, grandes fábricas, sitios sensibles).

Se tomaron medidas sin precedentes en la historia olímpica para garantizar la seguridad de estos Juegos, ante las amenazas de atentados lanzadas por los islamistas del Cáucaso del Norte, una región donde se encuentran pequeñas repúblicas inestables, a pocos cientos de kilómetros de Sochi.

Los numerosos policías, militares y agentes especiales diseminados en la montaña vigilan discretamente las instalaciones olímpicas.

“Militares escondidos”

Sólo algunos militares y un camión kaki con las siglas FSB Rusia (Servicio Federal de Seguridad, ex KGB) son visibles más abajo en la montaña, a pocos metros del complejo de biatlón.

“Pero hay muchos militares escondidos en la montaña”, dice a la AFP un empleado de una empresa pública rusa. Antes del comienzo de los Juegos eran más visibles.

En las carreteras, la circulación en la montaña y en Sochi está restringida y filtrada desde el 7 de enero, un mes antes de la inauguración.

En la montaña, los policías desplegados a intervalos regulares vigilan el tránsito en la única carretera que conduce a Rosa Jútor, donde se disputan las pruebas de esquí alpino, freestyle y snowboard.

Se trata de un itinerario muy frecuentado, pero muchos vehículos son autobuses y coches de la organización.

Para llegar a las instalaciones, todos los visitantes deben pasar bajo los detectores de metales y someterse a controles, que en algunos casos son más estrictos que en los aeropuertos.

Otra muestra de discreción es que los policías que efectúan los controles llevan uniformes color violeta de la organización, dando la impresión de que podría tratarse de voluntarios.

Los que tienen experiencia en competiciones olímpicas consideran que la seguridad no está más presente que en Londres-2012 o en Vancouver-2010, en los anteriores Juegos de invierno.

Estas medidas de seguridad draconianas causan largas colas para llegar a las sedes olímpicas o a las estaciones de autobuses de la ciudad, que conducen a las instalaciones en la montaña.

“Los controles son difíciles pero están bien hechos”, declaró a la AFP Jon Fanebust, un noruego con el rostro pintado con los colores de la bandera nacional, que subió a un autobús en la estación “Villa Olímpica” para dirigirse al centro de la montaña.

La portavoz de la organización instó el domingo a los espectadores a llegar con suficiente antelación para pasar los controles de seguridad y no perderse el comienzo de las pruebas.

[AFP]

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