Agujero que el meteorito dejó en el lago Chebarkul, en los Urales. -Foto: Eduard Kalinin
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Fragmento de 570 kg recuperado en el fondo del lago Chebarkul -Foto: Cortesía de Science /AAAS
El agujero negro y redondo sobre el hielo del lago Chebarkul se convirtió el pasado 15 de febrero en una especie de escenario del crimen. En este lugar impactó uno de los fragmentos de mayor tamaño del meteorito de Cheliábinsk, un objeto que apareció de madrugada en el cielo de los Urales y cuyo estallido destrozó los cristales de la ciudad rusa e hirió a un millar de personas. Se trataba del mayor meteorito caído en la Tierradesde el famoso evento de Tunguska de 1908. Metro a metro y con la paciencia de un equipo forense, los investigadores peinaron la zona y recopilaron pequeños fragmentos de la roca en un área de varios kilómetros, incluido el mayor de ellos - de 570 kilos de peso - que les esperaba bajo este agujero de siete metros en el hielo.
Ocho meses después, los científicos empiezan a publicar los primeros resultados de sus análisis. Tres estudios diferentes, publicados esta semana en Nature y Science, aportan nuevas informaciones sobre la ruta de entrada que tuvo el meteorito, sus características y su posible origen. El equipo de Olga Popova, por ejemplo, ha recorrido 50 aldeas en los alrededores de Chelyabinsk para recopilar información, incluidas lasgrabaciones de las cámaras de seguridad que registraron su entrada en la atmósfera. Los científicos calculan que el estallido sónico, y su desintegración, se produjo a una altura de 30 kilómetros cuando viajaba a unos 18,6 kilómetros por segundo y su brillo aparente llegó a ser 30 veces el del sol. Su tamaño, según sus cálculos, era de 20 metros de diámetro (cinco metros más de lo que se calculó en un primer momento) y se trataría de una condrita de tipo LL, las menos abundantes de su clase. En función del impacto dejado en el hielo, los científicos calculan que su masa podía alcanzar los 10.000 toneladas.
El equipo de Jirí Borovicka ha analizado la trayectoria del meteorito y publica en Nature un dato muy valioso: es similar a la de otro asteroide que orbita cerca de la Tierra, el 86039 (1999 NC43), lo que sugiere que ambos pudieron formar parte una vez del mismo objeto. Analizando los registros de sonido, los científicos también han calculado la altura de la fragmentación, que sitúan igualmente entre 30 y 45 kilómetros de altura.
Reconstrucción de la órbita del meteorito de Cheliábinsk -Foto: Jiri Borovicka
En un segundo estudio publicado por Nature, el equipo de Peter Brownha calculado la energía desatada en el evento - el equivalente a unos 500 kilotones de TNT, como se había predicho inicialmente - y en base a estos nuevos datos se recalcula el número de objetos mayores de diez metros que han entrado en nuestra atmósfera en las últimas décadas. Y resulta que su entrada es hasta 10 veces más frecuente de lo que se pensaba hasta ahora.
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