Entradilla:
La armada rusa está llena de grandes dramas. Sin embargo debido a la época mediática en la que vivimos uno de los episodios que más conmovió a la opinión pública fue el hundimiento del desafortunado submarino nuclear de la clase Oscar-II, Kursk. El último diseñado por la URSS.
Una de las últimas decisiones que tomó la armada soviética antes de su desaparición, fue la construcción de un submarino de ataque que dejara atrás la última generación de sumergibles. Que fuera el orgullo del Soviet, un submarino realmente impresionante, que dejara atrás cualquier otro conocido.
Para su construcción se designó el prestigioso astillero de Severodvinsk cerca de Arkhangelsk, en 1992, uno de los pocos que era capaz de acometer semejante proyecto y de albergar una estructura de dimensiones gigantescas: más de ciento cincuenta metros de largo y casi veinte de ancho. El casco externo era de acero al cromo níquel (muy resistente a la corrosión), de 8,5 Mm. de grosor. Su altura fue de cuatro plantas y su potencia era tal que era capaz de desplazar unas diecisiete mil toneladas a una velocidad de cincuenta y nueve kilómetros por hora debajo del mar. Esto gracias a sus dos reactores nucleares OK-650b, que a través de dos turbinas de vapor movían dos hélices de siete palas cada una. Pero no solo era el sigilo y la velocidad lo que destacaba en el buque, sino también su armamento: 24 SS-N, 19/P-700 Granit, 4 533 Mm. y 2 650 Mm. tubos lanzatorpedos arqueados en proa. En cuanto a autonomía (casi dos meses) y profundidad de inmersión (mucho más de medio kilómetro) era un prodigio. Y lo más increíble de todo es que solo requería a poco más de cien personas para ser gobernado y dirigido en combate. Fue el submarino de ataque más grande jamás construido.
Le fue puesto el nombre de la ciudad rusa “Kursk”, en honor a la batalla de tanques más grande de la historia que allí aconteció en 1943; la Batalla de Kursk.
Tras la caída del Partido Comunista, la URSS se disuelve sufriendo una gran crisis financiera que entre otros afectó a la armada que sufrió drásticos recortes financieros. Esto se tradujo en un deficiente mantenimiento de la flota y en una escasa formación de sus escasos marineros.
No obstante el Kursk como el submarino insignia de la flota del Norte siguió realizando numerosas salidas de vigilancia. Una de las últimas que llevó a cabo, fue durante la guerra de Kosovo en la que cumplió su principal objetivo de espiar la Sexta Flota De la Marina de los Estados Unidos.
La siguiente misión que tenía que abordar el Kursk era su participación en unas maniobras militares, las maniobras más grandes desde el derrumbamiento de la Unión Soviética. Formaba parte de un convoy compuesto por cuatro submarinos de ataque y el buque insignia de la flota Pedro el Grande además de una flotilla de barcos de menor calado.
Era la mañana del día doce de Agosto del año dos mil. Se encontraban en el Mar de Barents y de pronto el K-141 Kursk dejó de transmitir.
Al cabo de unas horas el Estado Mayor Ruso comprendió que algo grave había ocurrido en el submarino y ordenó su localización y alerta a la flota del norte.
Los hechos. Una explosión aún sin aclarar
Las declaraciones oficiales dijeron que como parte del ejercicio, el Kursk tenía que disparar dos torpedos sin explosivo a un crucero de batalla. Al hacerlo algo de peróxido usado como propergol para el torpedo, se filtró a través de la herrumbre en la carcasa del torpedo. Este reaccionó con el cobre y el latón en el tubo desde el que se disparó el torpedo, causando una reacción en cadena que ocasionó una explosión. La falta de experiencia de los marineros hizo posible un descuido fatal: la compuerta estanca que separaba la sala de torpedos del resto del submarino se había dejado abierta antes del disparo. La puerta abierta permitió a la onda expansiva propagarse a través de los dos primeros de los 9 compartimentos en el enorme submarino, probablemente matando 7 hombres en el primer compartimiento y al menos hiriendo o desorientando a los 36 hombres del segundo.
Tras la primera explosión, debido a que el conducto de aire acondicionado era muy ligero, la onda expansiva se propagó a más compartimentos, incluyendo el puesto de mando, llenándolos de humo y llamas. Tras la explosión, se cree que el capitán intentó ordenar un soplado de emergencia, que hace que el submarino ascienda rápidamente a la superficie, pero el humo le venció. Para colmo de males La boya de emergencia, diseñada para soltarse del submarino automáticamente cuando se detectan este tipo de situaciones, y que debía ayudar a los rescatadores a encontrar el submarino siniestrado, no se desplegó, ya que se encontraba desactivada.
Dos minutos y 15 segundos después de la explosión inicial, tuvo lugar una explosión mucho más grande Esta aún no se ha aclarado de forma convincente. La información sismográfica de las estaciones a lo largo del norte de Europa muestran esta gran explosión que a su vez ocasionó la explosión de más torpedos. La segunda explosión fue equivalente a entre 3 y 7 toneladas de TNT, o alrededor de media docena de cabezas de torpedos y midió 3,5 en la escala Richter. Tras la segunda explosión que abrió un agujero de dos metros cuadrados, los reactores nucleares se desactivaron para evitar un desastre nuclear, a pesar de que la onda expansiva fue suficiente para casi destruir los reactores.
El agua entró en el submarino a razón de noventa mil litros por segundo, matando a todos los que se encontraban en su interior, incluyendo 5 oficiales de los cuarteles de la séptima división. El quinto compartimiento contenía los reactores nucleares del submarino, protegidos por 13 cm. de acero. La mampara del quinto compartimiento resistió la explosión, haciendo que las barras de control nucleares se mantuvieran en su lugar evitando un desastre nuclear. Los expertos occidentales han expresado su admiración por el nivel de la ingeniería rusa al crear un submarino que aguantó tanto.
Una tragedia multiplicada por la mentira y un rescate imposible.
El incidente es encubierto y un gran silencio rodea los primeros momentos de la tragedia. Sin embargo al cabo de un día de búsqueda su desaparición se filtra a la prensa. Y aunque en un primer momento el Estado Mayor ruso niega la pérdida de ninguno de sus buques, finalmente confirmaron el hecho. Sin embargo las autoridades no dan apenas información y esta se ve cercenada por un gran secretismo tal vez heredado por Rusia de la época soviética. Desde ese momento la poca información que el ejército transmitía se transformó en una oleada de datos inconexos y contradictorios. Prueba de ello fueron las primeras explicaciones sobre las causas del hundimiento: una mina de la Segunda Guerra Mundial argumentaron como causa más probable. Luego fue el choque con un submarino americano. Igor Digálo portavoz de la armada intentaba mantener el tipo a pesar de las continuas fugas informativas y de lo incoherente de sus explicaciones. Sin embargo ante las contundentes declaraciones de Arkadi Yefánov, ex capitán del submarino Smolensk, gemelo del Kursk, tras ver las imágenes del Kursk captadas por un robot submarino, en las que decía que las explicaciones propuestas por el gobierno eran absurdas y que viendo las imágenes el no tenía ninguna duda de que la causa del hundimiento fue la detonación de toda la dotación de torpedos. A esta tesis se unieron los ingleses y americanos que habían registrado varias explosiones en el lecho marino. Finalmente el gobierno no le queda más remedio que confirmar lo anteriormente expuesto. Sin embargo rechaza la ayuda internacional ofrecida por occidente para el rescate de los supervivientes. Esta negativa hace temer, que el Kursk transportara misiles nucleares. El gobierno niega una vez más. Pero a estas alturas ya nadie les cree. Nuevamente se filtra una noticia: hay supervivientes se les escucha golpear el casco desde dentro. Entonces la opinión pública rusa les cae encima y no les queda otra que acabar aceptando la ayuda extranjera, eso si bajo estricto control militar ruso. Sin embargo el tiempo se les había echado encima, siendo demasiado tarde para los supervivientes; la tripulación atrapada a ciento ocho metros de profundidad, con un frío glacial, sin apenas oxigeno y en total oscuridad terminaron por ceder, dejándose de escuchar las señales hidroacústicas que los habían mantenido unidos al mundo exterior. En medio de esa alarmante falta de señales de vida a bordo de la nave siniestrada los denodados esfuerzos de los equipos de salvamento fueron vanos.
Las poderosas corrientes marinas, la marejada y la nula visibilidad bajo el agua no
sólo impidieron acoplar las “cápsulas” o “campanas de rescate” a las escotillas de
emergencia del sumergible, sino que también estuvieron a punto de costar la vida a
tres de los socorristas, y uno de los tres batiscafos resultó dañado al chocar con el casco de su buque nodriza.
El 12 de agosto del año 2000, cuatrocientos veintitrés días después de que se hundiera el Kursk fue reflotado. Ciento dieciocho muertos con varias cartas (algunas de ellas aún hoy no se han hecho públicas) fue el trágico resultado de una política desacertada. Es una lección de la que tendrían que tomar nota todos los gobiernos del mundo: no puede haber un buen ejército sin una formación correcta ni el material adecuado, porque cuando esto falla alguien paga con su vida.
Putin toda esta tragedia la arreglo con una palabra: “Prostite” (perdón).
Perdona, pero dudo mucho que el Kursk "fuera el orgullo del Soviet, un submarino realmente impresionante, que dejara atrás cualquier otro conocido". Para empezar, el Kursk no era más que el penúltimo submarino de la Clase 949A Antey, que comprendía 11 submarinos casi exactamente iguales. Los cambios y mejoras introducidos entre la construcción de un submarino y el siguiente no eran excesivamente significativos; y en cualquier caso al ocurrir el accidente (porque fue un accidente, diga lo que diga el director del documental francés, que de cine sabrá mucho pero de submarinos no tiene ni puñetera idea) ya había entrado en servicio el último submarino de la serie, el K-186 Omsk, que evidentemente habría incorporado cualquier mejora aparecida con respecto al Kursk, y que sería por tanto el más moderno, poderoso, chachipiruli y tope de la gama...
ResponderEliminarPues vale, no apruebes mis comentarios si no te gusta lo que digo. Ya puestos me voy a despachar a gusto, hala:
ResponderEliminarHas empezado el artículo explicando el diseño y construcción del Kursk como si fuese un submarino único, novedoso y nunca visto ("Una de las últimas decisiones que tomó la armada soviética antes de su desaparición, fue la construcción de un submarino de ataque que dejara atrás la última generación de sumergibles. Que fuera el orgullo del Soviet, un submarino realmente impresionante, que dejara atrás cualquier otro conocido", y bla bla bla)
A VER, QUE EL KURSK ERA EL DÉCIMO DE UNA SERIE DE ONCE SUBMARINOS IGUALES. ¿ES TAN DIFÍCIL DE ENTENDER? UNO-DOS-TRES-CUATRO-CINCO-SEIS-SIETE-OCHO-NUEVE-EL KURSK-EL OMSK.
¿Qué submarino único ni qué ocho cuartos? Y por cierto, NO ERA UN SUBMARINO DE ATAQUE, ERA UN SUBMARINO CON MISILES DE CRUCERO: no un SSN, sino un SSGN.
Por dios, como os gusta rajar sin saber de qué habláis...
Yo la pregunta que me hago es la siguiente: Por que me pones verde si el artículo es de la pagina http://www.todoseguridad.org? !Que yo solo copio y pego¡ Hombre la responsabilidad de ello recae sobre mi, sin duda, pero.........
ResponderEliminarAdemás yo publico todas las opiniones. Somos libres de opinión y punto. Tus comentarios lo apruebo como tu debes hacer con los míos, pero no te enfades que no es para tanto. No merece la pena. Pena es lo que debe de dar las vidas que se perdieron, solo eso
Un saludo