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Entrevista con un dirigente libio. 90 mil combatientes todavía responden a los postulados de la Revolución Verde que encabezó Gaddafi en 1969
El silencio se apoderó de Libia desde hace más de dos años. Si antes del asesinato del líder africano Muammar Al Gaddafi las noticias sobre este país inundaban los medios de comunicación, finalizados los ocho meses de masivos bombardeos de la Organización del Tratado para el Atlántico Norte (Otan), las empresas mediáticas apagaron sus satélites que apuntaban al norte de África. Pero en Libia el silencio no fue tal.
A partir del derrocamiento de Gaddafi, ocurrido en octubre de 2011, uno de los países con mejores niveles de vida del continente negro ingresó en un espiral de violencia y hoy en día la ingobernabilidad impera. Enfrentamientos entre milicias tribales -las mismas que colaboraron con la Otan para capturar a Gaddafi-, regiones del país tomadas por fuerzas irregulares o controladas por remanentes de Al Qaeda, atentados en zonas diplomáticas, y un gobierno interino, encabezado por el primer ministro Alí Zeidan, que hasta ahora sólo logró la entrega de las reservas petroleras a multinacionales europeas, son algo cotidiano.
Esta síntesis fue realizada días atrás por un alto dirigente, que estuvo junto a Gaddafi hasta sus últimos días, y aceptó ser entrevistado en Madrid por el periodista Carlos Aznárez, director del periódico Resumen Latinoamericano. El entrevistado, que pidió mantener el anonimato, es descrito como “un auténtico sobreviviente de la campaña de asesinatos en masa que acontecieron al triunfo de las fuerzas militares de la OTAN”, pero que a su vez es “muy conocido en Libia y no ha cambiado demasiado su rostro ni su aspecto”.
Libia hoy
“La situación en Libia es muy dura –señaló el dirigente-, debido a que se ha ido desarrollando a sangre y fuego el proyecto internacional imperialista. Lo que pasa es que Estados Unidos con el resto de sus aliados de Occidente decidieron constituir una especie de movimiento religioso reaccionario y, a través de esta ‘no santa’ alianza-matrimonio entre el imperialismo internacional y este movimiento religioso reaccionario, pueden servir a sus intereses aplastando a la izquierda y a las políticas revolucionarias en la región”.
Al referirse al territorio libio y su actual conformación de poderes, el ex colaborador de Gaddafi explicó que si “no fuera por la OTAN, nosotros podríamos liberar a Libia fácilmente. Nosotros tenemos el poder, tenemos las tribus de nuestro lado, tenemos a la mayoría de la población de nuestro lado pero los estadounidenses, los franceses, los ingleses especialmente, apoyados en parte por los italianos, los alemanes, y un poco de apoyo español, tienen sus ejércitos, sus flotas en el mar Mediterráneo, tienen sus satélites sobre Libia, sus servicios de inteligencia y nos han advertido, en secreto y en público, que cualquier movimiento de la Resistencia Verde en Libia será aplastado”.
A su vez, los grupos de resistencia que se han conformado bajo el nombre de Movimiento Nacional y Popular Libio (MNPL), organización ilegalizada por el actual Ejecutivo, mantienen el sur de Libia “completamente verde”, como también el centro del país, “la mayor parte del oeste, (y) alrededor de Trípoli y dentro de Trípoli”. Aunque exista esta situación, “el pueblo no puede expresarlo porque la mayoría de las armas más sofisticadas están en manos de las milicias, de las bandas apoyadas por la OTAN”. Según el dirigente, “hay entre 1.000 y 3.000 agentes militares” de la alianza atlántica en el país, “entrenando a las milicias, dándole armas”. El dirigente de la resistencia agregó que en todo el país, 90 mil “combatientes” todavía responden a los postulados de la Revolución Verde que encabezó Gaddafi en 1969.
Sobre el actual mapa político libio, señaló que “el enemigo está dividido entre tres fracciones: los islamistas, los llamados ‘liberales’ y las tribus. Los islamistas están divididos, aunque es una falsa división entre la Hermandad Musulmana (HM), que supuestamente es más política y pacífica, y Al Qaeda. Pero de hecho son uno, aunque quieren aparentar ser dos. La HM sale en los medios, habla amablemente, tiene un discurso político, pero el poder real lo tiene Al Qaeda”.
En el caso de las milicias tribales, que ostentan el mayor poder de fuego, el dirigente indicó que están “conformadas por algunas grandes familias, o un gran clan o tribu que por alguna u otra razón se unieron a la OTAN. No son muchos pero su alianza está basada en las tribus, no les interesa la política, no tienen ideología. Por ejemplo, si podemos convencer al líder de la tribu de unirse a nosotros, se unen, no están en contra de una Libia verde ni a favor de nada. Todo lo que les interesa es encontrar una posición de poder para su tribu. Ellos quieren poder, quieren dinero para su tribu y esto es muy triste, pero Libia es una sociedad tribal y las tribus son importantes. Esa fue una de nuestras fallas, que en cuarenta años de revolución no fuimos capaces de eliminar las tribus, las debilitamos pero todavía existen. Las milicias tribales son poderosas, son fuertes, tienen armas y tienen gente”.
Los últimos días de Gaddafi
“El líder quería pelear hasta el final. Estuve con el líder hasta tres días antes que muriera y luego fui para otra ciudad, Bani Walid”, recordó el dirigente libio. “La gente lloraba, cientos de hombres le rogaban que saliera, trataron de forzarlo para sacarlo del país, le hablaron, lo pusieron en un auto un par de veces. Él se rehusó completamente a irse y dijo: ‘Voy a pelear y voy a morir'”, aseguró.
Según las declaraciones brindadas, él mismo fue testigo de que Gaddafi sostenía un “arma en una mano y una granada en la otra y dijo: ‘Si ustedes tratan de sacarme la voy a activar'”. Pese a que sus seguidores trataron de convencerlo para que dejara el país, y de esa forma mantenerlo protegerlo para el futuro, Gaddafi se rehusó.
“Creo que él estaba enojado porque la Revolución llegó a esto, creo que estaba realmente triste y muy amargado, lleno de amargura de que después de cuatro décadas de revolución teníamos que admitir que fracasamos. Tuvimos éxito tras éxito, cambiamos al país pero algo salió mal en los últimos diez años y perdimos, perdimos la batalla porque esto no debería haber pasado”, expresó su ex colaborador, quien reconoce que en los últimos diez años de gobierno “pasó algo realmente grave en el país. Nosotros sabemos lo que pasó, pero no es el momento de discutirlo ahora”.
Gaddafi “no quería una solución política en la que él viviría, en la cual se iría y se convertiría en un presidente que renunció y después tal vez volvería. Él pensaba que esa era una solución burguesa, quería la gloria de la pelea e hizo lo que quería hacer. Lo dejé tres días antes que muriera, me fui a la ciudad de Beni Walid y tres días después escuché de su muerte. Eso era lo que él quería”, reconoció el dirigente.
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