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La potente explosión de un choche bomba ha despertado este martes a los vecinos del barrio de Bir el Abed, en pleno Dahiyeh, los suburbios al sur de Beirut controlados por el partido-milicia chií Hezbolá. El estallido, que se ha producido en un parking público de una zona comercial, ha dejado al menos 53 heridos por metralla y cristales reventados, según ha confirmado el Ministro de Sanidad al rotativo Daily Star. Todos han sido trasladados al hospital Bahman, en la misma zona, según los sanitarios del centro. No se ha confirmado ninguna muerte.
El ataque, que coincide con el inicio del mes de Ramadán para los chiíes (el miércoles para los suníes), constituye un golpe directo a Hezbolá, que tiene en la misma zona varios despachos oficiales, como la propia oficina de prensa.
"Estábamos esperando esto", explica Reeda Slim, un futuro ingeniero mecánico de 24 años, "y esperamos que haya más (ataques)". Su casa está a menos de 500 metros del lugar de la explosión. En ese momento estaba estudiando. "Se escuchó un gran boom con un sonido raro", explica, "todas las cosas se cayeron de la mesa".
Decenas de efectivos armados de los cuerpos de seguridad, el Ejército y servicios secretos han tomado las calles, cubiertas por los cristales esparcidos de los escaparates circundantes. En los edificios que rodean el lugar de la explosión apenas un toldo o una ventana ha quedado intacto.
"He abierto sobre las 10.30, a las 10.45 se ha escuchado la explosión", explica Adnan, un tendero de 49 años cuyo local de ultramarinos se sitúa a menos de 200 metros del parking donde estaba aparcado el coche bomba. Las llamas de una docena de vehículos afectados han levantado una intensa columna de humo que apenas le ha hecho reparar en los destrozos y las heridas en el brazo y la cadera. "No es nada", dice con los chorretones de sangre aún en la camisa y el pantalón, "solo unos cristales".
Las fuerzas de seguridad han iniciado una investigación sobre la autoría del ataque. Los vecinos, en su mayoría acérrimos seguidores de Hezbolá y su líder, Hasan Nasralá, han cargado sin congeturas contra los radicales suníes, en una muestra más del aumento de la tensión sectaria en el país.
"Esperábamos que ocurriese lo que ocurre en otros países como Bahrein o Irak", sentencia Husein, joven estudiante de 23 años, "quieren hacer explotar a los chiís". "Al Nusra, Al Qaeda, (Ahmed) Assir, son todos los mismos", recrimina en referencia a los islamistas rebeldes que luchan contra Bachar el Assad en Siria y al clérigo salafista cuyos seguidores iniciaron hace dos semanas una batalla campal en Sidón, al sur del país. Hasta 18 soldados del Ejército libanés murieron en los enfrentamientos que duraron dos días.
Es el segundo ataque contra el feudo de Hezbolá en la capital libanesa desde que el secretario general del partido-milicia reconociese la participación abierta de sus combatientes en la guerra siria. El pasado mayo dos cohetes impactaron en un concesionario en el barrio de Chiyah, causando un caos material.
"No tenemos miedo, tenemos paciencia", añade Reeda Slim. A su lado, Hussein interrumpe: "Hacen esto para que abandonemos a Hezbola, pero ahora estamos más unidos. Esto es por lo que Hezbolá debe estar luchando en Siria.
El ataque ha alterado los ánimos en el barrio, donde los vecinos cerraban las compras para iniciar el Ramadán. La visita del ministro de Interior, el maronita independiente Marwan Charbel, al lugar de la explosión se ha convertido en una odisea. El político se ha visto obligado a refugiarse dentro de uno de los edificios afectados después de que una pequeña multitud le rodease enarbolando banderas de Hezbolá y posters con la imagen de Nasralá al grito de "Alí, Alí (el legítimo sucesor de Mahoma para los chiíes, cuyo reconocimiento causó la escisión con los suníes)".
"No ha hecho nada contra Assir", clama un vecino frente a las puertas del piso donde Charbel ha permanecido al menos 30 minutos. La reacción del tumulto ha provocado enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que han comenzado a disparar al aire. Una bomba de resonancia ha espantado a buena parte de los manifestantes. Al menos cinco personas han resultado heridas por los empellones.
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