miércoles, 6 de noviembre de 2019

China alquiló toda una isla del Pacífico y sus residentes están sorprendidos.


¿Qué podría querer Beijing de Tulagi, donde las fuerzas aliadas libraron una sangrienta batalla contra Japón en la Segunda Guerra Mundial? Algunos temen que sean ambiciones militares.



Una compañía de Beijing aseguró los derechos de desarrollo de Tulagi, cuyos residentes temen que la isla se convierta en un sitio militar. (Leon Schadeberg/Shutterstock)







Por DAMIEN CAVE

SYDNEY, Australia — La isla de Tulagi sirvió como cuartel general en el Pacífico Sur para Gran Bretaña, luego Japón, y durante la Segunda Guerra Mundial, su puerto de aguas profundas la convirtió en una joya militar.
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Bajo un trato hermético firmado el mes pasado con un gobierno provincial en las Islas Salomón, una compañía con sede en Beijing y vínculos cercanos con el Partido Comunista chino ha asegurado los derechos de desarrollo exclusivos para toda la isla de Tulagi y sus alrededores.

El acuerdo de alquiler sacudió a los residentes de Tulagi y alarmó a funcionarios estadounidenses que ven las cadenas de islas del Pacífico Sur como cruciales para mantener a China bajo control y proteger importantes rutas marítimas. Es el ejemplo más reciente de China que con promesas de prosperidad persigue sus aspiraciones globales —muchas veces canalizando dinero a gobiernos e invirtiendo en proyectos de infraestructura locales que los críticos califican como trampas de deuda para las naciones en vías de desarrollo.

Algunos funcionarios estadounidenses consideran que las cadenas de islas del Pacífico Sur son cruciales para mantener el poder de China bajo control. 

“La geografía te dice que ésta es una buena ubicación”, indicó Anne-Marie Brady, profesora y especialista en la política china en la Universidad de Canterbury, en Christchurch, Nueva Zelanda. “China está expandiendo sus recursos militares al Pacífico Sur y está buscando puertos y campos de aviación amigables de la misma manera que otras potencias en ascenso lo hicieron antes que ella”.

El contrato de alquiler renovable por 75 años fue otorgado al China Sam Enterprise Group, un conglomerado fundado en 1985 como empresa estatal, según registros corporativos.

Firmado el 22 de septiembre, el “acuerdo de cooperación estratégica”, obtenido por The New York Times y verificado por dos personas con conocimiento del trato, incluye disposiciones para una base pesquera, un centro de operaciones y “la construcción o el mejoramiento del aeropuerto”.

El documento también declara que el gobierno arrendará toda Tulagi y las islas circundantes en la provincia para el desarrollo de “una zona económica especial o cualquier otra industria que sea apta para cualquier desarrollo”.

Stanley Maniteva, el gobernador provincial que firmó el trato, afirmó a reporteros locales anteriormente este mes que el acuerdo no se había completado. “Quiero dejar claro que el acuerdo no lleva el sello oficial de la provincia, así que no es oficial ni está formalizado todavía”, expresó.

Pero muchos residentes de Tulagi, una isla de poco más de mil habitantes, toman la firma del documento como significando que es un acuerdo verdadero, y la indignación se ha afianzado rápidamente.

“No pueden venir y alquilar toda la isla”, expresó Michael Salini, de 46 años, propietario de un negocio en Tulagi. “A todo el mundo realmente le asusta la posibilidad de que China convierta la isla en una base militar”.

“Lo que a mí me preocupa mucho más del nuevo involucramiento chino en el Pacífico, ya sea político o económico, es la manera en que este involucramiento se está dando, lubricado por la captura de las elites y la corrupción”, dijo Jonathan Pryke, experto en las islas del Pacífico en el Instituto Lowry, en Sydney. Aunque el mecenazgo y la corrupción han sido un reto durante mucho tiempo, agregó, “este involucramiento definitivamente lo ha llevado a un nivel completamente nuevo”.

© 2019 The New York Times


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