Un caza supersónico que situara a la industria aeronáutica española a la cabeza mundial durante los difíciles años 50. Esa era la misión de este diseño con espíritu alemán
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18.12.2016 – 05:00 H.
Un caza supersónico que situara a la industria aeronáutica española a la cabeza mundial durante los difíciles años 50. Era la ambiciosa misión que debía soportar el HA-300 sobre sus alas, un avión con espíritu alemán pero diseñado por ingenieros españoles. El proyecto pionero sufrió retrasos hasta acabar, ya obsoleto, en manos del ejército egipcio.
La historia comienza cuando Willy Messerschmitt, un diseñador y fabricante de aviones alemán, llega a España. El ingeniero, que debido a sus vínculos con el nazismo tenía prohibido hacer aviones, recibe en 1953 un encargo del Gobierno Español para crear un caza de interceptación de punto. El origen del HA-300 lo cuenta el escritor e ilustrador aeronáutico Juan Antonio Guerrero en su obra 'Alas de Andalucía', que repasa la historia de la aviación andaluza.
Messerschmitt acordó asesorar a la empresa, pero quienes revisaban los cálculos y hacían el trabajo eran los ingenieros de la Hispano
Pero el papel de Messerschmitt en el desarrollo del HA-300 fue testimonial. "Compraron su imagen y proyección internacional más que otra cosa", explica Guerrero a Teknautas. La propuesta llevada a cabo por el Ministerio del Aire había ido a parar a manos de Hispano Aviación, una fábrica de aviones de combate que operó en Sevilla entre 1939 y 1972. "Messerschmitt acordó asesorar a la empresa, pero quienes revisaban los cálculos y hacían el trabajo eran los ingenieros de la Hispano". De hecho, el alemán nunca llegó a fijar su residencia en Sevilla.
Dos jóvenes ingenieros españoles destacan sobre el resto en la creación del HA-300: Rafael Rubio y Jesús Salas Larrazábal. "Tenían contactos con la NACA, precursor de la NASA, y estaban más adelantados que el propio Messerschmitt, estancado en los años de la Segunda Guerra Mundial". Juan de la Cruz Martín-Albo García es otro de los nombres que suele figurar en los textos sobre este caza supersónico, pero Guerrero no lo incluye en su obra por falta de evidencias.
"De la Cruz tuvo un papel importante, pero no el que dicen que tuvo", comenta Guerrero. El autor se desmarca de la idea del diseñador genial que hace el trabajo solo: "Una cabeza no puede abarcar todas las complejidades modernas, es un esfuerzo mancomunal entre ingenieros de campos diferentes".
Aspecto final del HA-300
El pionero que se quedó detrás
El proyecto HA-300, conocido en Sevilla como "el caza" o "el supersónico", consistía en un monoplaza de interceptación y defensa de punto monorreactor. Con ala en delta y fuselaje sin estabilizadores de cola. El motor lo conformaba un turborreactor Bistol Orpheus 3 mientras que el armamento fijo estaba compuesto de dos cañones de 30 mm y dos misiles De Havilland Firestreak.
La misión de una nave semejante sería despegar y ascender con rapidez para destruir al avión enemigo. Guerrero asegura que la idea estaba al nivel de 'monstruos' como el Mirage III, el Mig 21 y el F-104. Fue un diseño pionero para la época: "Sólo unos pocos aviones entonces eran ligeros, sencillos y supersónicos, y uno de ellos fue el HA-300". Rubio propuso una serie de modificaciones que, de haber sido aceptadas por Messerschmitt, habrían adelantado este modelo una década respecto a la competencia.
El 'fracaso' del caza sevillano fue debido, según Guerrero, a la combinación de una mala gestión en España junto a las circunstancias exteriores. La oferta de EEUU para vender tecnología miltar a nuestro país se tradujo en una congelación del desarrollo del HA-300 que, al final, fue vendido a las fuerzas egipcias. En 1969, cuando este invento estaba ya atrasado para su época, la fuerza aérea egipcia optó por comprar material soviético. Terminaba así un proyecto destinado a lo más alto pero que nunca triunfó. España tardaría varias décadas en volver a ser pionera en aviación.
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