Washington se planta frente a las aspiraciones territoriales de China, enviando un buque de guerra a aguas reclamadas por Pekín
Además, estudia enviar tropas de combate a Irak y Siria para luchar más eficazmente contra el Estado Islámico
PABLO PARDO
Corresponsal
WashingtonACTUALIZADO 28/10/201503:02
Barack Obama, el hombre que prometió en junio de 2008 "terminar de una forma responsable con la Guerra de Irak" y "finalizar la guerra contra Al-Qaeda y los talibán", va a dejar a su sucesor -o sucesora- en la Casa Blanca soldados estadounidenses combatiendo en esos dos conflictos, además de dos Guerras Frías en marcha: una con China y otra con Rusia.
El día de ayer ejemplificó esa nueva dinámica. Por un lado, el viceministro de Asuntos Exteriors chino Zhang Yesui convocó al embajador estadounidense en Pekín, el ex senador demócrata Max Baucus, para entregarle una nota de protesta por la llegada del destructor lanzamisiles Lassen, acompañado de varios aviones de guerra electrónica, a las cercanías del arrecife de Subi, en el archipiélago de las islas Spratly en el que Pekín ha construido una isla artificial y cuya soberanía reclama. La llegada del Lassen a menos de 12 millas náuticas -22 kilómetros- de la isla supone, según Pekín, una violación de su integridad territorial.
La respuesta de Washington es que volverá a hacerlo cuantas veces quiera. Algo que supondría repetir una acción que Pekín ha calificado de "extremadamente irresponsable". Pero que también cuenta con el apoyo de todos los países del área, empezando por Brunei y Filipinas, que son los más cercanos a las Spratly, ycontinuando por Vietnam, que también tiene intereses y está construyendo bases en esa cascada de 850 arrecifes, bajíos, atolones e islas de coral que hasta hace poco eran un paraíso ecológico y que ahora está siendo pulverizado por las acciones de las marinas de esos países y por la pesca ilegal.
La controversia de las Spratly es, en cierto sentido, previsible, dado, por un lado, el 'giro al Pacífico' que Estados Unidos ha adoptado con Obama y que busca desvincularse de oriente Medio y de Europa para centrarse en lo que Washington considera que es el área en la que se va a decidir el poder en el siglo XXI -Asia- y en la que también está su único rival estratégico -China-. Y también por el imperialismo chino en la región, que le ha llevado a disputar la soberanía de Japón sobre las islas Senkaku y a arrebatar a Vietnam el control de las Paracels, otro edén tropical que estuvo a punto de llevar a la guerra a ambos países en la década de los 70, justo cuando, paradójicamente, Pekín y Ho Chi Minh eran aliados contra Estados Unidos. Ahora, Japón, Vietnam y Filipinas quieren que los americanos se queden. O que vuelvan al Pacífico.
Pero la paradoja es que el legado de Obama va a ser una mayor implicación en el Pacífico... y también en Europa y en Oriente Medio. O sea, en todas partes. Es lo que se deduce de la intervención realizada ayer por el secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, ante el Senado, donde resumió la nueva estrategia estadounidense en un frente de batalla situado a 7.900 kilómetros de las Spratlys, Siria e Irak, como "las tres Rs: Raqqa, Ramadi, y raids".
Esa estrategia, que había sido oportunamente filtrada a 'The Washington Post' el día anterior, se reduce a una frase: una escalada de la intervención en Siria e Irak. Por un lado está Raqqa, la capital en Siria del Estado Islámico (IS, según sus siglas en inglés), al que EEUU y sus aliados llevan bombardeando desde hace un año y medio. Washington quiere redoblar los ataques para que las fuerzas de la oposición siria -a las que a su vez está bombardeando Rusia- conquisten esa ciudad de 220.000 habitantes, la sexta mayor de Siria.
Carter se limitó a señalar que para lograrlo, Estados Unidos llevará a cabo una escalada de los bombardeos sobre el IS en colaboración con las Fuerzas Armadas de Jordania. Pero, según el 'Washington Post', el secretario de Defensa ha propuesto a Barack Obama el envío de unidades de las Fuerzas Especiales a territorio sirio para dirigir la ofensiva y buscar blancos para los bombardeos. Eso supone un salto cualitativo en la guerra, en la que, hasta ahora, Estados Unidos se había limitado a mandar a Fuerzas Especiales a realizar misiones puntuales contra el IS. Washington siempre se había opuesto en redondo a lo que en EEUU se llama "botas sobre el terreno", o sea, una presencia militar permanente de soldados en Siria, un país en el que, además, están combatiendo, en apoyo del dictador Bashar Asad, soldados rusos e iraníes.
La segunda 'R' es Ramadi, una ciudad iraquí de casi medio millón de habitantes a 100 kilómetros de Bagdad que fue tomada por el Estado Islámico el 15 de mayo. De nuevo, Carter se limitó a declarar la importancia para Irak de retomar ese objetivo. Y, de nuevo, las opciones que, según la prensa estadounidense, maneja Barack Obama van más allá, e incluyen hacer que una parte de los 3.400 soldados que ese país tiene en Irak viajen a Ramadi a dirigir la ofensiva. De nuevo, es una opción que supone una escalada de la guerra. Una guerra en la que, paradójicamente, EEUU e Irán trabajan conjuntamente, justo al contrario que en Siria.
Los 'raids', la tercera pata son las acciones de tipo comando de las Fuerzas Especiales. Unas acciones que ya han escalado, como puso de manifiesto la muerte del primer soldado estadounidense en Irak en combate en cuatro años, hace una semana. Se trata de la primera acción ofensiva con tropas de Tierra que EEUU lleva a cabo en Irak desde que se retiró de ese país en 2011. Y no será la última. Como dijo ayer Carter "no nos contendremos a la hora de llevar acciones directas, por aire o por tierra". El nuevo jefe del Estado Mayor de EEUU, el general Joseph Dumford, también declaró ayer que EEUU va a ser "más agresivo" en su guerra contra el IS.
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