martes, 12 de mayo de 2015

Los medios de comunicacíón de EE.UU. ocultan la guerra saudí contra Yemen




Consortium News

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El término “guerra por representante” [proxy war] ha ganado una nueva popularidad en informaciones sobre Medio Oriente. Varias fuentes noticiosas comenzaron de inmediato a utilizar el término para describir el conflicto en Yemen, como si se hubieran puesto de acuerdo, después que Arabia Saudí lanzó su campaña de bombardeo contra objetivos hutíes en Yemen el 25 de marzo.

“El conflicto en Yemen se convierte en una guerra por representante”, fue el título del Wall Street Journal el día siguiente. “¿Quién combate contra quién en la guerra por representante en Yemen?” preguntó un bloguero en Reuters el 27 de marzo. El mismo día en el que el Journal determinó que la guerra en Yemen era una guerra por representante, NBC News declaró que todo Medio Oriente está ahora sumido en una guerra por representante entre Irán y Arabia Saudí.

Es ciertamente el momento de discutir el problema de una guerra por representante en Medio Oriente, porque una serie de guerras semejantes se encuentran en el centro de la desestabilización y el caos en el que está sumida la región. El problema con las recientes informaciones que utilizan el término es que está siendo usado de una manera que oculta algunas realidades básicas que al parecer no quieren reconocer algunos medios noticiosos.

El problema real de las guerras por representante debe comenzar con el hecho de que EE.UU. y sus aliados de la OTAN abrieron la caja de Pandora para guerras regionales por representante mediante dos grandes guerras por cambio de régimen en Iraq y Libia. Esas dos guerras profundamente desestabilizadoras suministraron obvias oportunidades para que estados suníes en todo Medio Oriente se concentraran en sus propios objetivos de poder sectario y político mediante guerras por representante.

El destacado politólogo del Siglo XX Karl Deutsch definió la “guerra por representante” como “un conflicto internacional entre dos potencias extranjeras, librado en el suelo de un tercer país, disfrazado como un conflicto por un problema interior del país y utilizando parte del elemento humano, de los recursos y del territorio de ese país como medio para lograr objetivos preponderantemente extranjeros y estrategias extranjeras”.

La definición de Deutsch deja en claro que la guerra por representante involucra el uso de combatientes de otro país en lugar del uso directo de la fuerzas por la potencia o potencias extranjeras. Por lo tanto es obvio que el bombardeo saudí en Yemen, que ha matado sobre todo civiles y utilizado bombas de racimo ilegalizadas en gran parte del mundo, no es una guerra por representante sino una evidente agresión militar externa.

El hecho de que los medios noticiosos comenzaron a calificar Yemen de guerra por representante como reacción ante el bombardeo saudí sugiere categóricamente que el término fue una manera de endulzar la dura realidad de la agresión saudí.

La suposición que subyace la aplicación de “guerra por representante” es, por supuesto, que Irán ya había convertido Temen en una guerra semejante por su apoyo a los hutíes. Pero ignora la cuestión crucial de si los hutíes habían estado imponiendo “objetivos preponderantemente extranjeros y estrategias extranjeras”. Aunque Irán ciertamente ha tenido vínculos con los hutíes, la línea de propaganda saudí de que los hutíes han sido de hace tiempo representantes iraníes no es apoyado por la evidencia.

Lejos de aprobar el argumento de representación iraní, la toma huti de Saná del año pasado ha efectivamente suministrado evidencia definitiva de lo contrario. Fuentes de inteligencia estadounidenses dijeron recientemente al Huffington Post que antes de que los hutíes entraran a la capital, los iraníes se habían opuesto a semejante acción, pero que los hutíes ignoraron su consejo.

Gabriele vom Bruck, una destacada especialista académica sobre Yemen en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos, dijo en un correo electrónico al autor de estas líneas que altos funcionarios yemenitas con vínculos con los servicios de inteligencia le habían dicho lo mismo semanas antes de que la historia fuera filtrada.

Los hutíes rechazaron la advertencia iraní, cree vom Bruck, porque el ex presidente Ali Abdullah Saleh y su hijo Ahmed Ali Saleh (ex comandante de la Guardia Republicana) les habían indicado que tropas que se mantenían leales a ellos no ofrecerían resistencia a las unidades hutíes que avanzaban hacia la capital a menos que los hutíes los atacaran.

Por lo tanto es evidente que los hutíes no se proponen servir una estrategia iraní para Yemen. “Ciertamente los hutíes no quieren reemplazar a los saudíes con los iraníes”, dice vom Bruck, a pesar de que todavía emplean consignas emprestadas de Irán.

¿Guerra regional por representante?

La historia de NBC sobre una “guerra regional por representante” malentiende completamente la seriedad del problema. Convierte su concepto de la guerra por representante en un problema abstracto y virtualmente antiséptico de limitación de la influencia iraní en la región mediante bombardeos estadounidenses de Iraq. Ignora el hecho de que los protagonistas regionales tras las guerras en Siria, Iraq y Libia están arrastrando la región hacia una nueva era de ilimitada violencia sectaria e inestabilidad.

Los crímenes cometidos por el régimen sirio en la guerra son desmesurados, pero las políticas de países en el extranjero que mantienen una guerra por representante para derrotar el actual régimen han creado una amenaza mucho más siniestra para toda la región.

El columnista del Washington Post David Ignatius ha detallado el proceso mediante el cual Turquía, Arabia Saudí y Qatar compitieron en la creación de fuerzas representantes con las cuales derrocar el régimen de Assad.

Una tal competencia desenfrenada en la creación de ejércitos para el cambio de régimen fue por su propia esencia un uso temerario y cínico de poder que incluía el riesgo obvio de caos y violencia aún peores de la guerra en Siria. Pero han hecho que los costes de la guerra por representante sea mucho mayor al concentrarse en los grupos armados más agresivos que podían encontrar como sus clientes, y sus armas pronto “encontraron su camino hacia los grupos terroristas”, escribió Ignatius, a quien turcos y qataríes “no tomaron en cuenta”.

Una vez que quedó claro que estados suníes estaban creando una guerra por representante en Siria que podría desequilibrar la balanza contra el régimen sirio, Irán e Hizbulá intervinieron en apoyo del régimen.

Pero lo que olvida la visión convencional de la guerra siria por representante es el vínculo entre Siria y la estrategia de disuasión de Irán. Irán es débil en relación con el poder militar de Israel y EE.UU. en Medio Oriente, y ha sido el objetivo de amenazas militares estadounidenses e israelíes desde los años 90.

La disuasión de Irán ante semejantes ataques ha dependido de la amenaza de ataques de cohetes de represalia contra Israel de Hizbulá desde el sur del Líbano – la destrucción de la capacidad de Hizbulá de tomar represalias por un ataque fue la principal razón para la guerra de Israel de 2006 contra Hizbulá.

El régimen de Assad también formaba parte del disuasivo iraní. Siria no solo tenía una fuerza de varios cientos de misiles que Israel tendría que tomar en cuenta, sino también el territorio sirio es la ruta más corta para el reabastecimiento iraní para Hizbulá.

La obsesión saudí con el derrocamiento del actual régimen chií iraquí parece reflejar el sentimiento que el príncipe Bandar bin Sultan expresó a Richard Dearlove, entonces jefe de MI6, antes del 11-S. “”No falta mucho en Medio Oriente, Richard”, dijo Bandar, “para que sea literalmente ‘Que Dios ayude a los chiíes’. Más de mil millones de suníes están hartos de ellos.”

Los saudíes nunca se han reconciliado con el establecimiento de un régimen chií en Iraq desde que EE.UU. ocupó el país y estableció un gobierno dominado por chiíes. Comenzaron a facilitar el envío de extremistas suníes para derrocar el régimen chií en los primeros años de la guerra de EE.UU.

Después del retiro de EE.UU. de Iraq, el financiamiento y las armas de los saudíes y de otros dominios de jeques del Golfo para combatientes suníes en Iraq se orientaron hacia las fuerzas mejor organizadas, lo que finalmente significó ISIS, también conocido como Estado Islámico.

La guerra de la OTAN por el cambio de régimen en Libia, como la ocupación estadounidense de Iraq, abrió un camino para la guerra regional por representante que sobrevino. Esa guerra tomó la forma de una intervención competitiva de protagonistas regionales que condujo a un empeoramiento de la violencia. Esta vez Qatar y los EAU estaban compitiendo por el poder a través de su apoyo para expatriados libios en sus propios países.

Los qataríes orientaron su apoyo al Grupo Islámico Libio de Combate, que el Departamento de Estado de EE.UU. ya había identificado como organización terrorista en 2004. El régimen de Sisi en Egipto se sumó a la guerra por representante como patrocinador principal del contraterrorismo. Los EAU se alinearon con esa posición, mientras Qatar mantuvo su oposición. La guerra regional por representante ha llevado a una estructura del conflicto a largo plazo.

Las recientes historias en los medios han presentado solo referencias anodinas al problema de la guerra por representante. Lo que se necesita en la cobertura en los medios noticiosos es su concentración en las repugnantes realidades de la guerra por representante y sus orígenes.



Gareth Porter es un periodista de investigación independiente galardonado con el Premio Gellhorn 2012 para periodismo. Es autor del recientemente publicado Manufactured Crisis: The Untold Story of the Iran Nuclear Scare. [Este artículo apareció primero en Middle East Eye.]


http://www.rebelion.org/noticia.

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