Reuters / John Kuntz
El programa de producción del avión F-22 fue un enorme éxito para Lockheed Martin. Al convencer al Estado Mayor de EE.UU. de la necesidad del proyecto, Lockheed mató dos pájaros de un tiro: se hizo con un lucrativo contrato con el Gobierno y se aseguró beneficios durante varios años. Pero fracasó en el objetivo de proporcionar a su país un cazabombardero eficaz.
La razón que subyacía a la creación de un avión de quinta generación en EE.UU. era sencilla: había que superar a la URSS en algo. El Raptor cuenta con capacidad para realizar vuelos a velocidad supersónica sin utilizar cámara de postcombustión, sigilo y elevadas características de vuelo (por ejemplo, la velocidad de subida o alcance), según se afirma en un extenso comentario analítico del portal Voyénnaya Polítika.
Pese a las avanzadas características del Raptor, surge inmediatamente la pregunta: ¿Cuál es la razón para que existan dichas aeronaves si no pueden usar plenamente la amplia gama de armas aéreas existentes? Su modesto 'kit' de armas de ataque a tierra (en su baquilla interior) está formado únicamente por dos bombas GBU-32 de 450 kilogramos u ocho bombas GBU-39 de 113 kilos cada.
Debido a su tecnología 'stealth' ('sigilo', en español), los Raptor fueron privados de una carga de bombas más fuerte, lo que les imposibilita portar misiles aire-aire. Es cierto que estos misiles podrían anclarse en el exterior de la aeronave, pero en este caso este avión de combate caza de quinta generación pasaría a ser de generación 4++: o lo que es lo mismo, visible a radares enemigos.
Becerro de Oro
Sin embargo, la imposibilidad de hacer uso pleno de los Raptor en las realidades bélicas de nuestros días se hace patente cuando una comisión especial del Senado de EE.UU. comenzó a analizar contra qué objetivos puede ser utilizado el F-22.
"Pese a sus cualidades únicas, los F-22 no se pueden utilizar en la guerra moderna". Es la conclusión del Senado estadounidense. Según un mensaje de Harold Simmons, uno de los principales donantes del Partido Republicano, a la comisión. "Les pido que expliquen cómo es posible que un avión en el que se gastaron 80.000 millones de dólares sea incapaz de realizar sus tareas".
Tras la fabricación en serie de los F-35, que tiene un costo equiparable al del programa lunar de EE.UU., comenzaron a trascender todo tipo de detalles desagradables sobre los F-22. En particular, según una de las filtraciones de WikiLeaks en marzo de 2015, el porcentaje de fallos de los motores durante los vuelos de entrenamiento en el cielo estadounidense llegó al 40%, y el nivel general de la formación psicológica de sus pilotos resultó realmente aterrador: tres de cada diez pilotos presentaban muestras de dependencia de fármacos grave.
¿Raptor a la chatarra?
Los expertos federales que inspeccionaron una base aérea estadounidense en Hawái llegaron a una desagradable conclusión: "Los Raptor pueden cumplir eficazmente sus misiones durante otros dos o tres años". Los aviones F-22 que despegaron en condiciones de alerta desde la base aérea de Hickam mostraron tres veces más errores de sus sistemas informáticos que en los vuelos regulares.
Después de una serie de pruebas de Lockheed, los expertos concluyeron que, a pesar de la operación a largo plazo, el F-22 realmente necesita una actualización... y pidieron para ello otros 15.000 millones de dólares.
Afortunadamente, dentro de las fuerzas armadas de Estados Unidos existen personas sensatas; una de ellas es la comandante de la Fuerza Aérea Deborah Lee James, quien dijo lo siguiente en una audiencia en el Senado: "Si la compañía Lockheed no ofrece a la Fuerza Aérea una variante satisfactoria de la actualización del caza antes de 2016, en 2018 nos veremos obligados a tomar la decisión de retirar estos aviones del uso en misiones de combate, patrullas y cualquier otro uso militar, debido a su ineficiencia".
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