Los desplegados del Ejército ruso en Crimea tuvieron ayer una jornada maratoniana. Y es que un destacamento militar abrió fuego con armas automáticas durante la toma de una base naval en el península, protagonizando el primer ataque con disparos reales en suelo ucraniano, mientras otro grupo tomó un arsenal del almacén de misiles en Chornomorske, también en la península y, además, un último destacamento se hizo con el control del Hospital Militar de Simferopol, la capital de la región.
Según informó un mando militar ucraniano, perteneciente al batallón de motores de la Marina en la controvertida autonomía, en la primera de las ofensivas, las tropas enviadas por Moscú llegaron a mediodía al acuartelamiento y se incautaron de los teléfonos móviles e intentaron llevarse varios vehículos.
A pesar de los disparos, no se registraron heridos en las tropas locales y, además, al cierre de esta edición, según ese portavoz, el jefe de la base intentaba negociar con los invasores para que depusieran su actitud.
Mientras, a apenas unos kilómetros, unos 200 militares rusos atacaron de madrugada el puesto de Chornomorske. Amenazaron a los efectivos locales, a los que desarmaron y obligaron a abandonar el lugar, según informó la Marina ucraniana. Los asaltantes consiguieron, de este modo, hacerse con un importante arsenal de misiles ucraniano.
En su tercera actuación, tropas prorrusas tomaron el Hospital Militar de Simferopol, de modo que los médicos del centro dejaron de prestar atención a los enfermos graves ingresados. «Unos 20 violentos de las autodenominadas Autodefensas Populares Crimeas han irrumpido en las instalaciones» de la institución castrense, apuntó el Ministerio de Defensa ucraniano.
Ante esta situación, los países de la OTAN acordaron utilizar los aviones de vigilancia, reconocimiento e inteligencia Awacs en Polonia y Rumanía con el objetivo de controlar la crisis, según apuntó una portavoz de la Alianza.
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