Avión de entrenamiento C101 Aviojet/Foto: Ejército del Aire
Benjamín Carrasco (Infodefensa.com) | MADRID
Las Fuerzas Armadas suman ya casi dos meses de actuaciones por toda España contra el coronavirus dentro de la “Operación Balmis”, considerada como el mayor despliegue militar en tiempos de paz. La paralización de la actividad a nivel nacional, a raíz de la emergencia sanitaria, y la dura batalla diaria contra el Covid-19 han trastocado el calendario de programas de adquisición de material y ha obligado a reorganizar las prioridades de los Ejércitos, la Armada y la UME. Sin embargo, en la retaguardia, cada uno ha continuado trabajando, siempre que ha sido posible, en los objetivos marcados antes de la llegada de esta crisis.
El Ejército del Aire, por ejemplo, ha seguido dedicando una parte importante de sus recursos económicos al mantenimiento de su veterana flota de aeronaves. En las últimas semanas, la división de apoyo logístico ha reservado en plena crisis del coronavirus más de diez millones de euros para garantizar la operatividad sus aviones de entrenamiento y de vigilancia marítima, que acumulan sobre sus alas, en la mayoría de los casos, más de cuatro décadas en servicio.
A finales de abril, la Fuerza Aérea abría un contrato valorado en siete millones de euros para la adquisición de elementos estructurales y repuestos para los aviones entrenadores C101, en los que se adiestran los alumnos de la Academia General del Aire (AGA) de San Javier, en Murcia, desde principios de los años 80 del siglo pasado. Este modelo, diseñado y construido en España por la compañía CASA -hoy Airbus-, se encuentra a punto de finalizar su vida operativa. Las estimaciones prevén que los C101 no continuarán volando más allá del curso académico 2021/2022.
En los últimos años, el Ejército del Aire se ha visto obligado a estirar la vida su flota de sus 66 aviones C101, por medio de contratos como el que acaba de abrir, mientras reclamaba la llegada de un sustituto. En 2019, el Ministerio de Defensa atendió sus peticiones y puso en marcha el proceso para reemplazar los veteranos entrenadores. En un concurso público, la Dirección General de Armamento y Material (DGAM), responsable de las compras para las Fuerzas Armadas, escogió en noviembre del año pasado el PC-21 de la compañía Pilatus.
Nuevos entrenadores
El contrato con la empresa suiza implica la adquisición de 24 nuevos aviones PC-21 y un avanzado sistema de simuladores para el entrenamiento en tierra firme por un importe que ronda los 200 millones de euros. El calendario inicial preveía la recepción de los primeros entrenadores a principios de este año, sin embargo, antes de la adjudicación, las fechas fueron modificadas, fijando las entregas para “antes de 31 de diciembre de 2020”. Cabe señalar que la demora en la formalización del contrato -tras presentar un recurso una de las empresas que participaron en el concurso- y, por último, la irrupción de la crisis del coronavirus, han terminado por dar al traste con cualquier posible adelanto de los plazos.
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