Trabajadores rusos descargan un misil de los restos del submarino nuclear 'Kursk', tras ser reflotado en el puerto de Roslyakovo en 2001. REUTERS
El submarino argentino ARA San Juan tenía una reserva de aire de siete días cuando se comunicó por última vez con la base naval de mar del Plata, el 15 de noviembre de 2017. Dos semanas después, las esperanzas de rescatar a los 44 tripulantes se habían desvanecido y el país sudamericano entraba en un periodo de total incertidumbre que iba a durar un año y un día, el tiempo que transcurrió hasta que el pasado día 16 la compañía estadounidense de salvamento marítimo Ocean Infinity encontró el casco de 2.300 toneladas a 900 metros de profundidad y a unos 600 kilómetros de la costa argentina. La firma recibirá 7,5 millones de dólares por el hallazgo, pero el Ejecutivo de Mauricio Macri ha desestimado pasar a la segunda etapa y reflotar la nave ante la elevada cifra de la operación que circula en los medios argentinos, unos 4.000 millones de dólares (cerca de 3.500 millones de euros).
Expertos consultados por este diario evitan fijar un coste aproximado a la recuperación del ARA San Juan, pero que si llega a los 3.500 millones superaría incluso a uno de los rescates más rocambolescos en la historia de la navegación, el Proyecto Azorian, que costó a Estados Unidos el equivalente a unos 2.300 millones de euros de hoy. Estas son algunas de las operaciones de búsqueda y rescate de submarinos y aviones más complejas y costosas de las últimas décadas.
El submarino nuclear soviético K-129, de unas 2.000 toneladas, se fue a pique el 8 de marzo de 1968 con 98 personas a bordo en el Pacífico central. La Armada soviética no logró localizar la nave tras una búsqueda de dos meses, pero los torpedos nucleares y los equipos de criptografía de la embarcación hicieron que Estados Unidos lanzara una operación secreta descomunal —el Proyecto Azorian— para rescatarlo y apuntarse varios puntos en plena Guerra Fría. El barco diseñado para llevar a cabo el reflote, en cuya fabricación en la costa este norteamericana participó el multimillonario y director de cine Howard Hughes, era demasiado grande para el canal de Panamá y tuvo que rodear el cabo de Hornos para alcanzar el Pacífico. En agosto de 1974, el buque estadounidense logró recuperar la proa del submarino (con seis cadáveres), que estaba a unos 5.000 metros de profundidad y a 2.400 kilómetros al noroeste de Hawái. Este fue el único botín de una operación cuyo coste ascendió a unos 500 millones de dólares de la época —el equivalente a unos 2.300 millones de euros de hoy—, según el libro Project Azorian: The CIA and the Raising of the K-129, de Norman Polmar y Michael White.
18.000 toneladas en el fondo del mar de Barents
El 12 de agosto del 2000, el Kursk, un submarino nuclear ruso de misiles guiados, naufragó en el mar de Barents (Océano Ártico), tras dos explosiones en la proa, Fue localizado el mismo día del accidente. Los 118 tripulantes murieron. El reflote de la nave de 18.000 toneladas, a cargo de un consorcio holandés, se llevó a cabo más de un año después de la tragedia, duró cerca de 15 horas y costó alrededor de 70 millones de euros. El casco estaba a 108 metros de profundidad y 140 kilómetros de la costa rusa. El casco no estaba empotrado en el fondo del mar, lo que facilitó el reflote. Tras recuperar los restos de todos los fallecidos, se determinó que 23 de ellos habían sobrevivido al accidente inicial antes de asfixiarse.
Un Air France perdido a más de 4.000 metros de profundidad en el Atlántico
Un avión de Air France con 228 personas a bordo cayó a aguas del Atlántico el 1 de junio de 2009. El Airbus A330, que cubría la ruta entre Río de Janeiro y París, perdió comunicación tres horas y media después de despegar. El accidente, el peor de la historia de la compañía francesa y de una aeronave de este modelo, se debió a un cúmulo de problemas inesperados y errores de pilotaje. Más de un millar de militares y decenas de navíos y aviones brasileños y franceses participaron en la búsqueda del avión —en el que viajaban personas de 33 nacionalidades— en las proximidades del archipiélago Fernando de Noronha. En los primeros 15 días se localizaron flotando en el agua 50 cadáveres y un centenar de piezas de la aeronave, entre ellas el estabilizador de cola.
Soldados brasileños recuperan el estabilizador de cola del Air France 447, el 8 de junio de 2009. AP
La profundidad media de la zona de búsqueda (más de 4.000 metros) hizo imposible la recuperación de las cajas negras durante los 40 días que emitieron señales acústicas. Solo un avión había sido localizado con anterioridad a tal profundidad. Fue un Boeing 747 de South African Airways que se precipitó en 1987 al Índico con 159 personas mientras cubría la ruta entre Taipéi (Taiwán) y Johannesburgo (Sudáfrica). La caja negra y ocho de los cadáveres pudieron recuperarse un par de años después a más de 4.900 metros de profundidad.
Las incesantes tareas de búsqueda del Air France 447 dieron sus frutos en abril de 2011, cuando un robot submarino, con un sonar de barrido lateral, halló una gran parte del fuselaje. Además del gasto no detallado de los Ejércitos francés y brasileño, Air France y Airbus invirtieron más de 20 millones de euros en las labores de búsqueda. Finalmente, se recuperaron las cajas negras y 154 cadáveres que pudieron ser identificados.
Airbus instalará a partir de 2019 en sus aviones unas nuevas cajas negras insumergibles que facilitarán su localización y la posterior búsqueda de las aeronaves siniestradas.
MH370, la búsqueda más cara de la historia y ningún resultado
Policías franceses inspeccionan en 2015 en La Reunión una pieza del MH370. . AP
2014 fue un annus horribilis para la aviación en general y para Malaysia Airlines en particular, que sumó dos tragedias —una aeronave desaparecida y otra abatida por un misil en Ucrania— con más de 500 muertos. El 8 de marzo, un avión de la compañía malasia que había despegado de Kuala Lumpur y debía aterrizar en Pekín perdió contacto a los 38 minutos de vuelo, convirtiéndose el MH370 en uno de los mayores enigmas de la historia de la aviación.
Tras más de cuatro años de búsqueda e investigación, las únicas pruebas de la catástrofe son los restos del aparato que aparecieron meses después del siniestro en las costas africanas de Reunión (Francia), Tanzania, Mozambique, Mauricio y Sudáfrica. Más de diez Ejércitos participaron en las tareas de búsqueda, en las que se estima que se invirtieron más de 180 millones de dólares (160 millones de euros) y que finalizaron en 2017 sin que se recuperara ningún objeto o cadáver. El coste fue el más elevado de la historia para una operación de búsqueda que no incluyera rescate. La empresa privada Ocean Infinity, que localizó el ARA San Juan, reanudó la búsqueda al inicio de este año, tras acordar con el Gobierno de Kuala Lumpur que cobraría 70 millones de dólares (62 millones de euros) solo en caso de localizar la aeronave. La compañía estadounidense abandonó la zona en junio sin ningún resultado.
https://elpais.com/internacional/2018/11/23/actualidad/1542990537_037191.html
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