Un submarino nuclear ruso fue detectado a comienzos de año por la Marina francesa en una misión de espionaje en aguas internacionales del Golfo de Vizcaya, en la primera localización conocida en este sector desde el final de la Guerra Fría. Su presencia mar adentro, enfrente de la fachada atlántica gala y de la costa cantábrica, pretendía ser secreta a diferencia de la incursión de dos bombarderos supersónicos 'Tupolev' que el 22 de septiembre volaron hasta cerca del puerto de Bilbao –a 65 kilómetros del espacio aéreo español–, en una demostración deliberada de fuerza aérea que provocó la movilización escalonada de una decena de cazas noruegos, británicos, franceses y españoles coordinados por la OTAN.
El incidente del submarino ha sido rescatado ahora del olvido mediático por círculos militares galos, al hilo de la reciente interceptación de las dos aeronaves portamisiles en las inmediaciones del litoral vasco. El digital 'Obs', editado por el semanario del mismo nombre y próximo al poder socialista de París, reveló en marzo el caso sin ser desmentido por el Ministerio de Defensa. Según la información, que citaba como fuente a un alto responsable francés, el navío ruso fue detectado a principios de enero en el Golfo de Vizcaya, donde no llegó a rebasar el límite de las aguas internacionales.
LAS CLAVES DE LA 'VIGILANCIA' RUSA
horas se prolongó la expedición de los dos bombarderos rusos que bordearon el espacio aéreo nacional de varios países europeos.
El espacio aéreo
Según la legislación internacional, se equipara con las aguas territoriales, que abarcan 22,2 kilómetros hacia el exterior del litoral de un país. A partir de ahí, el espacio aéreo no tiene bandera.
Anexión de Crimea
Las incursiones aéreas rusas en el continente se han multiplicado tras la anexión de Crimea en marzo de 2014 y son percibidas por los aliados como exhibiciones del renovado potencial militar de Moscú.
Submarinos 'espías'
La flota rusa del norte, con base en Murmansk –cerca de Noruega y Finlandia– posee dos submarinos estratégicos de propulsión nuclear con capacidad para transportar un mini-sumergible.
Expertos militares pusieron posteriormente en duda que se tratara de un submarino armado con misiles de cabezas nucleares, como indicaba la noticia. La publicación especializada 'Mer et Marine' se decantó por la tesis de que fuera uno de los antiguos lanzamisiles balísticos, con un alcance mínimo de 8.000 kilómetros, que Rusia ha transformado en buques espías: están dotados de medios electrónicos para recabar informaciones sobre las firmas acústicas de las unidades de otras marinas en zonas de interés geoestratégico como el Golfo de Vizcaya. En sus inmediaciones se encuentra la isla de Longue, cerca de Brest (Bretaña), donde Francia tiene su base de submarinos nucleares.
La flota rusa del Norte, con base en Múrmansk, cerca de la frontera con Noruega y Finlandia, posee dos submarinos estratégicos reconvertidos en espías, con la peculiaridad de que ambos pueden transportar un mini-sumergible, también de propulsión nuclear. Uno de ellos es el 'Orenburg' (ex K-129), transformado a mediados de los años 1990 para llevar en su vientre un 'Paltus', un batiscafo de 53 metros de eslora y casco de titanio diseñado para operaciones especiales.
Provocaciones de Putin
El otro ejemplar es el 'Podmoskovye, un antiguo 'Delta IV' reconvertido también en buque nodriza para transportar un mini-submarino nuclear. En este caso de trata del 'Losharik', un nuevo modelo lanzado en 2003 y operativo desde 2007. De unos 70 metros, está concebido para operar discretamente, puede alcanzar una velocidad de 40 nudos y su casco en titanio le permite realizar inmersiones a gran profundidad. El 'Podmoskovye', botado en agosto de 2015, también puede llevar a bordo el 'Klavesin-1R', un vehículo submarino utilizado en misiones de vigilancia y estudios acústicos.
Los expertos franceses no sitúan la presencia del submarino ruso en la misma categoría que las demostraciones de fuerza de los aviones con la estrella roja, una gesticulación orientada a testar las capacidades defensivas de la OTAN y comprobar la rapidez de reacción aliada. Mientras el mando militar de Moscú es perfectamente consciente de que sus bombarderos no pasarán desapercibidos en el sobrevuelo del litoral europeo, los submarinos de propulsión nuclear buscan la máxima discreción para llevar a cabo las misiones de espionaje a las fuerzas occidentales.
«Estos pilotos rusos adoran ser fotografiados pero empiezan a pasarse», declaró un coronel del Ejército del Aire francés a la radio RTL en reacción al episodio del 22 de setiembre. Este tipo de incursiones áreas se han multiplicado en los últimos meses, en especial tras la crisis por la anexión rusa de la península de Crimea en marzo de 2014. Son percibidas por los aliados como provocaciones de un Vladimir Putin empeñado en exhibir músculo con su renovado potencial militar.
Fuentes oficiales españolas indicaron a este periódico que las aproximaciones al espacio aéreo europeo por el Atlántico son frecuentes y han llegado en alguna ocasión hasta el cabo de San Vicente, al sur de Portugal, con la consiguiente interceptación por cazas lusos. En el incidente de setiembre, aseguraron que los 'Tupolev 160 Blackjack' nunca estuvieron a menos de 40 millas (65 kilómetros) del puerto de Bilbao antes de darse la vuelta tras ser controlados por dos aviones de combate 'F-18' al cabo de un periplo de seis horas en el que también bordearon los espacios aéreos noruego, británico y francés.
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