lunes, 18 de julio de 2016

El fallido golpe pone las relaciones entre Turquía y EE.UU. al borde de una crisis

JAVIER PÉREZ DE CRUZCorresponsal En Estabul18/07/2016 07:49h - Actualizado: 18/07/2016 09:27h.Guardado en: Internacional

Otra noche de fiesta en Estambul. Otra noche de cánticos religiosos y nacionalistas por parte de los miles de seguidores de Recep Tayyip Erdogan,que volvieron a llenar la plaza Taksim por segunda noche consecutiva. Esta es la primera y más significativa consecuencia del fallido golpe de Estado: el afianzamiento de la figura de Erdogan en lo más alto de la pirámide turca. La segunda, el aumento de la tensión entre Turquía y Estados Unidos, cuyas relaciones están al borde de su más grave crisis diplomática

El presidente de Turquía ha pedido a Barack Obama que extradite o detenga al clérigo Fetula Gulen, al que acusa de estar detrás del golpe de Estado fallido del pasado viernes. Más graves fueron las varias insinuaciones de que Estados Unidos está relacionado con el golpe. Tras las que un alto cargo del Gobierno de Ankara acusó directamente a Washington de apoyar a los sublevados, según se hicieron eco medios turcos.

A Estados Unidos no le han sentado bien estas acusaciones y piden pruebas. «Insinuaciones públicas o declaraciones sobre cualquier tipo de relación de los Estados Unidos con el fallido golpe son completamente falsas y dañan nuestras relaciones bilaterales», señaló un comunicado del Departamento de Estado norteamericano dirigido por John Kerry.

Insinuaciones sobre la CIA

Algunos medios progubernamentales, como el «Daily Sabah», siguen lanzando leña al fuego. El domingo el diario publicaba una información en la que denunciaba que un «think tank» vinculado con la CIA hizo públicos varios datos sobre el vuelo de regreso a Erdogan a Estambul durante el momento álgido del golpe de Estado.

La crisis entre los dos países podría tener importantes repercusiones internacionales debido a la utilización de la base de Incirlik, en territorio turco, por las fuerzas de la coalición internacional que bombardea a Daesh en Siria e Irak. La crisis turca cerró la base temporalmente y se han detenido los ataques a los yihadistas de Daesh. En Incirlik hay, además, cerca de 50 cabezas nucleares.

No obstante, algunos expertos ven difícil que Estados Unidos vaya a complacer a Turquía. «Veo muy improbable que la administración Obama extradite a Gulen», explica a ABC el analista turco afincado en Estados Unidos Barin Kayaoglu. «No porque Obama o Kerry no quieran, sino porque la petición de extradición tiene que ser revisada por el Departamento de Estado, después enviada al Departamento de Justicia y, finalmente, decidida por un juez federal». Se trata de un proceso burocrático largo en el que Kayaoglu cree que «muchas cosas pueden ir mal entre Estados Unidos y Turquía».
Baño de masas

Erdogan ayer se dio un baño de masas durante la celebración de un funeral por una de las víctimas civiles del golpe de Estado. En una repleta mezquita de Fatih, situada en uno de los barrios más conservadores de Estambul, el presidente prometió «limpiar» el país del «virus» golpista, en referencia a los seguidores de Gülen.

Según el ministro de Justicia, Bekir Bozdag, ya se han detenido a más de 6.000 personas relacionadas con la asonada militar. Él también prometió que los arrestos continuarían.

Asimismo, Erdogan no desestimó la idea de reintroducir la pena de muerte en el país. Ante los exaltados cánticos que gritaban «¡queremos muertes!», el presidente aseguró que «no se pueden ignorar las demandas del pueblo». El presidente ha apuntado a que sea el Parlamento nacional el que lo debata. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), fundado por el propio Erdogan en 2001, tiene mayoría absoluta en la cámara legislativa turca.

El último balance de muertos lo ha dado el ministerio de Exteriores, que ha apuntado que estos alcanzan los 290, entre sublevados, fuerzas progubernamentales y civiles.

En Turquía en estos momentos reina la calma. Aparte de dos pequeños enfrentamientos aislados el domingo entre los dos bandos en el aeropuerto internacional Sabiha Gpokçen de Estambul y en la ciudad de Konya, el orden y la tranquilidad son la tónica general.

La única anormalidad que viven las grandes ciudades turcas durante los días posteriores al golpe son las fiestas celebradas en sus céntricas plazas. El domingo miles de personas afines a Erdogan volvieron a llenar Taksim y a pedir la eliminación política de los gulenistas y la extradición a Turquía de su líder Fetula Gülen.

Sin embargo, otros turcos se muestran más preocupados por la posibilidad de que estas fiestas se traduzcan en abusos a minorías religiosas o grupos laicos. De hecho, según han informado algunos medios turcos, algunos incidentes de este tipo ya se han producido. El Cümhurriyet, por ejemplo, publicó un vídeo en el que unos exaltados increpaban a un grupo de jóvenes por beber alcohol, mientras que otros han informado de enfrentamientos en el barrio de Gazi, habitado por turcos alevíes y conocido por ser uno de los bastiones de la extrema izquierda.
Gulen contraataca

Así las cosas, y al saberse en el ojo del huracán, Fetula Gulen ha contraatacado al señalar al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, como verdadero responsable de la asonada y ha manifestado su disposición a ser extraditado a Turquía. «No estoy preocupado por la petición de extradición», ha afirmado Gulen en declaraciones a la prensa desde Saylorsburg, una localidad de Pensilvania en la que reside. Gulen ha realizado estas declaraciones con la mediación de un traductor, según informa Reuters.

La situación en Turquía se tensa tan rápidamente que la Unión Europea teme que vuelvan a estar en peligro sus relaciones con Ankara. Los Gobiernos de Berlín y París han prevenido contra la posibilidad de que el golpe sea aprovechado por Erdogan para acentuar su deriva autoritaria. Aunque, eso sí, el Gobierno alemán no considera que el acuerdo entre Turquía y la Unión Europea (UE) sobre refugiados esté en peligro, pese a todas las advertencias lanzadas desde el propio Berlín contra las purgas masivas de militares y policías por parte de Ankara como reacción a la intentona golpista del pasado viernes.


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