Mientras Estados Unidos rodea lentamente la Federación Rusa de bases de misiles, Moscú pareció no reaccionar durante años. Pero el 10 de noviembre, el presidente Vladimir Putin anunció que su país está en condiciones de enfrentar el desafío respondiendo a la carrera armamentista estadounidense. Esta decisión se produce en momentos en que Rusia está demostrando, en situación de guerra, la fiabilidad de sus misiles de crucero.
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Ante el programa de defensa antimisiles de la OTAN, dirigido por Estados Unidos, Rusia desplegará nuevas armas de ataque capaces de atravesar el «escudo». Así lo anunció ayer el presidente Putin, acusando a Washington de querer neutralizar la disuasión estratégica rusa dotándose de una «superioridad militar decisiva».
La decisión rusa, que nuestros medios de prensa presentan como inesperada y amenazadora, ya había sido anunciado desde hace mucho tiempo. Nosotros lo habíamos escrito repetidamente, desde hace años. Hasta el «New York Times» lo reconoce:
«Durante muchos años el Kremlin estuvo protestando contra el escudo antimisiles bajo dirección estadounidense. Washington respondió que el objetivo del escudo era neutralizar los misiles iraníes. Putin objeta, sin embargo, que Estados Unidos siguió trabajando en el escudo después del acuerdo que detuvo el programa nuclear iraní.»
¿Cómo hemos llegado a esta situación? El Congreso de Estados Unidos asignó más de 200 000 millones de dólares (avance de alrededor de 1 000 millones en 10 años) para reforzar las fuerzas nucleares con otros 12 submarinos de ataque (7 000 millones de dólares cada uno y el primero ya está en construccion), armados cada con 200 cabezas nucleares, además de nuevos bombarderos estratégicos (550 millones de dólares cada uno) armados con 20 cabezas nucleares cada uno.
Al mismo tiempo, Estados Unidos siguió fortaleciendo el «escudo antimisiles», que no es un dispositivo de defensa sino ofensivo: si Estados Unidos logra desarrollar un «escudo» confiable puede poner a Rusia y a otros países bajo la amenaza de un primer golpe nuclear confiando en que el «escudo» neutralizará el golpe de respuesta. El nuevo plan iniciado por el presidente Obama prevé, en comparación con el anterior, un número más importante de misiles desplegados a las puertas del territorio ruso. Siendo Estados Unidos quien controla esos misiles, nadie sabe a ciencia cierta si son misiles interceptores o misiles nucleares.
El 2 de octubre, víspera del inicio del gran ejercicio Trident Juncture, la OTAN anunció la llegada a la base naval de Rota, en España, del navío lanzamisiles USS Carney para «reforzar la defensa misilística de la OTAN en Europa». Además de los 24 misiles SM-3 del sistema Aegis instalados en Polonia y de otros 24 instalados en Rumania, el «escudo» de misiles incluye el despliegue en el Mediterráneo de navíos de guerra dotados de radares Aegis y de misiles SM-3. El USS Carney es la cuarta unidad de ese tipo que Estados Unidos envía al Mediterráneo desde febrero de 2015, más exactamente al Mar Negro, en Rumania. Y probablemente aumentará el número de esos navíos en el Mediterráneo, dado que la US Navy dispone ya de una treintena. La marina de guerra española ya dispone de 4 fragatas equipadas con el sistema Aegis, que las hace interoperacionales con los navíos estadounidenses. Lo mismo está haciéndose con las fragatas Fremm de la marina de guerra italiana.
Un papel de creciente importancia en el «escudo» corresponde a los mandos y bases del dispositivo Estados Unidos/OTAN en Italia: es en Nápoles donde se hallan los cuarteles generales de las fuerzas navales estadounidenses y aliadas, en Sicilia está la base aeronaval de Sigonella (que presta asistencia a las unidades Aegis en el Mediterráneo) y el Muos de Niscemi garantiza las comunicaciones satelitales de alta frecuencia. Todas las unidades Aegis desplegadas en el Mediterráneo, informa la OTAN, se hallan «bajo mando y control estadounidense». Eso significa que la decisión de lanzar los misiles interceptores, o supuestamente interceptores, será tomada única y exclusivamente en el Pentágono.
Además, están a punto de llegar a Italia las nuevas bombas nucleares estadounidenses B61-12, que sustituyen las B61. Como demuestra documentadamente Hans Kristensen, director del Nuclear Information Project de la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, siglas en inglés), ya comenzó la modernización de la base de la fuerza aérea de Estados Unidos en Aviano (Pordenone, región italiana de Friuli) y la de Ghedi Torre (en la provincia italiana de Brescia). Preparativos similares se desarrollan en la base alemana de Buchel, donde se están reestructurando las pistas, dotándolas de nuevo equipamiento.
Washington sigue repitiendo que Estados Unidos está construyendo el «escudo» para defender a los aliados de la OTAN. En realidad, Italia y los demás miembros europeos de la OTAN están siendo utilizados por Estados Unidos como primera línea de una nueva confrontación nuclear, en muchos aspectos mucho más peligrosa que el enfrentamiento de la guerra fría.
Fuente
http://www.voltairenet.org/article189256.html
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