miércoles, 18 de febrero de 2015

¿Puede un bloguero descubrir cómo Rusia ataca a Ucrania?


Eliot Higgins 'demuestra' el disparo de cohetes desde territorio ruso | También investiga el derribo del avión malasio | El bloguero se hizo célebre por su informe sobre la matanza con gas sarín en Siria

Internacional | 18/02/2015 - 09:18h | Última actualización: 18/02/2015 - 18:51h


Barcelona



¿Puede un bloguero ser capaz de demostrar que el ejército ruso ha disparado cohetes sobre Ucrania desde el otro lado de la frontera?

Brown Moses, un joven británico cuyo nombre real es Eliot Higgins, así trata de demostrarlo. En septiembre del 2013, el blog de Brown Moses se hizo famoso por su intento de probar que fue el ejército sirio el que lanzó gas sarín al sur de Damasco, el 21 de agosto de aquel año, matando, según se dijo, a unas 4.000 personas. Ahora, Higgins ha presentado un estudio en el que imágenes tomadas por satélite, vídeos domésticos y análisis de trayectorias balísticas aparentemente señalan el disparo de cohetes desde territorio ruso al menos en tres ocasiones.

El pasado 27 de julio, Estados Unidos ya formuló esta misma acusación, presentando imágenes tomadas por satélite. 

Todo esto supuestamente ocurrió el pasado julio, cuando el ejército ucraniano estaba recuperando posiciones frente a los rebeldes. Las baterías rusas habrían ayudado a una contraofensiva rebelde decisiva. El 17 de julio, el vuelo MH-17 de Malaysia Airlines había sido derribado sobre Ucrania.

El material ha sido publicado por The Guardian junto con una explicación en vídeo del propio Eliot Higgins. Es de destacar que las fuentes y datos del británico son de uso público, otra cosa es la sofisticación con que las ha manejado.

Para simplificar, digamos que Higgins se fijó en cientos de cráteres dejados por el impacto de proyectiles en territorio ucraniano y acabó observando, en territorio ruso, manchas de terreno calcinado en un campo de labor, a escasa distancia unas de otras; estas manchas estaban rodeadas de marcas sobre el terreno que indicaban claramente el movimiento varios vehículos y que en absoluto parecían debidas a maquinaria agrícola.

Las manchas quemadas parecían corresponden a la traza dejada por los gases de escape de baterías de cohetes BM (Grad, Uragán o Smerch), que van montadas sobre camiones. Resulta significativo que el acuerdo de Minsk exija que estas baterías sean retiradas a 140 kilómetros del frente...

Para definir la situación de los cohetes, Higgins echó mano de varias grabaciones de vídeo doméstico realizadas en territorio ruso y difundidas por YouTube y VK (V Kontakte, el Facebook ruso). Estas grabaciones corresponden al lanzamiento de cohetes y fueron realizadas desde distintos puntos. Según Higgins, que consultó además, tablas específicas de artillería, permiten unir el punto de lanzamiento con los cráteres, en unos 15 kilómetros de distancia.

The Guardian consultó con un forense militar de la escuela de guerra británica, Stephen Johnson, quien se mostró muy precavido ante el análisis de los cráteres mediante imágenes por satélite. Según él, hay que observar “los resultados con cautela, y requieren comprobación”. Sin embargo, el descubrimiento de las posiciones de las baterías rusas “es la parte más significativa del informe”.

El caso del gas sarín en Siria

Eliot Higgins ya no trabaja solo. A partir de las investigaciones llevadas a cabo sobre la guerra de Siria, el pasado julio formó un grupo de periodismo ciudadano de investigación llamado Bellingcat, dedicado sobre todo a cuestiones militares.

La nueva iniciativa de Higgins coincidió prácticamente con el derribo del avión de Malaysia Airlines sobre Ucrania, atribuido a los prorrusos. Así, Bellingcat se ha dedicado a estudiar los movimientos de una lanzadera de misiles que podría haber tenido algo que ver.

Acertado o no, Higgins debe su prestigio al estudio del caso del gas sarín en Siria, que resultó controvertido. Con menos medios técnicos de los que dispone ahora, su informe resultaba cuando menos sorprendente.

En aquella ocasión, el objeto de análisis era la posible trayectoria de los proyectiles utilizados para extender el gas letal en la zona de Ghouta, al sur de Damasco. Las posiciones de los rebeldes y del ejército sirio estaban lo bastante cerca unas de otras como para que el asunto no estuviera nada claro, sobre todo teniendo en cuenta algunas revelaciones de testigos que acusaban a los rebeldes y sus vínculos con Arabia Saudí.

Los investigadores de Naciones Unidas que, tras muchos esfuerzos, pudieron desplazarse al lugar de los hechos, concluyeron que, en efecto, se había lanzado gas sarín, que se había hecho de forma profesional y que el ataque sólo había afectado zonas controladas por los rebeldes. El informe indicaba la trayectoria posible de los proyectiles, pero no se decía quién había sido…

Pero el blog de Brown Moses sí lo decía, y sus datos no tenían nada que envidiar a los dela ONU. La organización Human Rights Watch (HRW) le dio toda la credibilidad. Brown Moses (o Higgins) afirmaba que los cohetes con el gas habían sido disparados desde la guarnición de la Brigada 104 de la Guardia Republicana siria, a unos diez kilómetros de dos puntos de impacto. Peter Bouckaert, el muy activo –y respetado- jefe de emergencias de HRW, ha elogiado la labor de Higgings sobre la guerra siria.

Lo más curioso de aquel caso es que el canal de televisión ruso RT utilizó interesadamente una parte del informe este informe. En el aparecía un vídeo en el que supuestos rebeldes de la milicia Liua al Islam disparaban el gas con un cañón. Este vídeo era bastante burdo, porque el nombre del grupo aparecía repetido insistentemente, en pancartas, en el cañón…, algo absolutamente inusual en otros vídeos del bando rebelde y que revelaba que se trataba de un montaje.

Según RT, el propio Brown Moses estaba demostrando que habían sido los rebeldes quienes lanzaron el gas, algo que no era en absoluto la intención del autor sino todo lo contrario.

Pero esta versión rusa sería vendría luego a ser reafirmada por el periodista de investigación estadounidense Seymour Hersh, quien a finales de noviembre del 2013 publicaba en el London Review of Books un polémico artículo en el que acusaba a los rebeldes islamistas, y a Turquía como cómplice.

Recientemente, Eliot Higgings ha refinado su investigación sobre el sarín en Bellingcat. Y sigue trabajando sobre el derribo del avión malasio en Ucrania.

¿Cabe esperar la reacción de Moscú ante sus nuevas revelaciones? ¿Y la de la OTAN?



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