Azerbaiyán recuerda mañana, con una jornada de luto nacional, el 25 aniversario de la masacre registrada tras la entrada de las tropas soviéticas en Bakú, en la madrugada del 20 de enero de 1990, que dejó cerca de 140 muertos y más de 700 heridos.
Se espera que decenas de miles de personas acudan al monumento conmemorativo levantado en Bakú a las víctimas de aquellos sangrientos sucesos, que pasaron a conocerse como el "enero negro".
En la ceremonia prevista en el Paseo de los Héroes Caídos, en el parque Nagorni de Bakú, participarán el presidente azerbaiyano, Ilham Alíev, miembros del Gobierno, diputados, otras destacadas personalidades de este país caucasiano e invitados extranjeros.
En la madrugada del 19 al 20 de enero de 1990, un contingente de 35.000 efectivos del Ejército, del Comité de Seguridad del Estado (KGB) y del Ministerio del Interior de la Unión Soviética entró en la ciudad "para restablecer el orden constitucional" en la capital de la entonces república soviética.
El pretexto esgrimido por Moscú para tomar esa drástica medida fue la brutal muerte en Bakú de casi un centenar de armenios como consecuencia de una serie de pogromos organizados en días previos por grupos radicales azerbaiyanos.
Para la mayoría de los azerbaiyanos, sin embargo, la acción pretendía reprimir el movimiento independentista que ya había ganado fuerza en toda la república, alimentado sobre todo por la guerra que hacía un año y medio había estallado en el enclave de Nagorno Karabaj, de mayoría armenia aunque integrado en Azerbaiyán.
Durante la semana previa a la masacre, Bakú se había convertido en escenario de multitudinarias manifestaciones organizadas por el movimiento político opositor Frente Nacional, que encabezaba la lucha por la emancipación de la república.
"Esta tragedia no ha sido debidamente juzgada debido al doble rasero que existe en la comunidad internacional. Los criminales no fueron procesados y los verdugos del pueblo azerbaiyano no recibieron el castigo merecido", denunció en un comunicado la Dirección de los Musulmanes del Cáucaso.
Las autoridades azerbaiyanas, que un cuarto de siglo después no han cerrado la investigación oficial de los hechos, han responsabilizado de la matanza al Partido Comunista y al Gobierno soviéticos y, personalmente, al último dirigente de la URSS, Mijail Gorbachov.
También se investiga a los entonces dirigentes de la república, que solicitaron la intervención de las tropas soviéticas en Azerbaiyán para frenar los ánimos independentistas.
El jefe de prensa de la Fiscalía General azerbaiyana, Eldar Sultánov, ha explicado estos días que la investigación se ha frenado por falta de cooperación de las actuales autoridades rusas, que no responden a las peticiones de Bakú.
Según Sultánov, los materiales de las primeras pesquisas iniciadas cuando Azerbaiyán era aún parte de la URSS fueron sacados del país y enviados a Moscú.
"Se han enviado solicitudes a los órganos de la Justicia de la Federación de Rusia sobre la devolución de esos materiales y la detención y extradición de los acusados. Sin embargo, no se han recibido hasta ahora respuestas positivas", explicó Sultánov.
El máximo dirigente de Azerbaiyán en 1990, Abdulrajmán Vezírov, se refugió en Rusia tras ser acusado en su país por los hechos ocurridos aquel "enero negro".
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