La semana pasada, mediante una reunión en Beijing entre el ministro de defensa ruso, Sergei Shoigu, y su par chino, Chang Wanquan, los países gobernados por Vladimir Putin y Xi Jinping avanzaron en una mayor cooperación en el plano de la defensa, definiendo un calendario de ejercicios conjuntos para el año próximo. Así, la armada rusa y el ejército popular chino harán dos rondas de maniobras en 2015: en los primeros meses, en el Mediterráneo, y luego en el Pacífico.
"Nuestra cooperación militar tiene un gran potencial, y Rusia está dispuesta a desarrollarla de la manera más amplia", fueron las palabras de Shoigu durante el encuentro. No es una alianza menor en el plano geopolítico internacional: se trata del segundo y tercer ejército del mundo -sólo superados por Estados Unidos en este plano-, de acuerdo al riguroso índice Global Firepower, elaborado por la Universidad de Saint Andrews, Escocia.
Consultado por la agencia Ria Novosti sobre la estabilidad y seguridad del eje Asia-Pacífico, el politólogo ruso Andréi Kokoshin -quien además fue anteriormente Secretario del Consejo de Seguridad de Rusia- afirmó que “Rusia y China tienen intereses comunes en proteger la seguridad de la región, y la actividad militar de Estados Unidos no favorece la estabilidad”. Las palabras de Kokoshin se dan en el marco de su participación un foro sobre el tema organizado por la Asociación China para Estudios Militares, lo que muestra otro elemento de complementación entre ambas naciones.
El incremento de la cooperación militar de Estados Unidos con algunos de los países del eje Asia-Pacífico es también innegable: Obama firmó un acuerdo con Filipinas en abril pasado, para aumentar la rotación de soldados, barcos y aviones de combate en el país asiático, y también acordó duplicar su presencia militar en Australia, mediante un convenio que se plasmó en agosto pasado. La reflexión de Kokoshin tiene un correlato indiscutible en los nuevos movimientos de Washington en la zona.
Si bien la reciente reunión bilateral entre Xi Jinping y Obama -en el marco de la cumbre APEC- significó cierta distención de la relación entre China y Estados Unidos, el presidente norteamericano también aprovechó el marco del G20 para reunirse con el anfitrión Tony Abbott -primer ministro de Australia- y su par Shinzo Abe -primer ministro de Japón-. Allí, los tres países anunciaron un aumento en su cooperación militar, con un mensaje indirecto a Beijing. También criticaron la “agresión de Rusia contra Ucrania”, tal como figura en el texto difundido a la prensa, en referencia al independentismo de Lugansk y Donetsk, amenazando aún con más sanciones al país. Dos desafíos -aunque con diferentes jerarquías- a los países que acaban de reafirmar su cooperación estratégica en términos militares.
El año próximo habrá más novedades de este ajedrez geopolítico, que además incluye, en la zona Asia-Pacífico, dos acuerdos comerciales distintos: el promovido recientemente por China en la APEC, apoyado por Rusia, y el TPP -Alianza Transpacífica- propuesto por Estados Unidos, cuya peculiaridad es precisamente la ausencia de China, la economía de mayor crecimiento mundial en la última década, y el mayor socio comercial de la región. Como se ve, parte de las tensiones promovidas por la aparición y consolidación de un mundo crecientemente pluricentrico y multipolar.
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