Sábado 04/01/2014 El domingo y el lunes, una importante estación de enlace ferroviario en la ciudad rusa de Volgogrado fue escenario de dos atentados terroristas. Nadie se atribuyó la autoría pero las miradas se dirigieron al grupo musulmán Emiratos Caucásicos, cuyos dirigentes habían amenazado con desatar su fuerza contra el Estado central ruso. En el último trimestre del año 2013, otros ataques terroristas fueron perpetrados y estos mismos días las fuerzas de seguridad han detectado todo tipo de amenazas. Muchos los vinculan con el separatismo checheno, fuertemente aplastado por el Ejército ruso, para evitar que un conflicto muy antiguo hiciera florecer otros intentos de desintegración de la Federación de Rusia, país que fue el núcleo vital del poder soviético antes de que la Perestroika atomizara a la ex-URSS. Rusia se preocupa. El presidente Vladimir Putin viajó de urgencia a Volgogrado y se reunió con las fuerzas de seguridad. Ahora mismo, 3 000 efectivos custodian las calles. Putin está empeñado en una campaña internacional para limpiar su imagen en materia de derechos humanos; ya se comentó la liberación de los miembros de Greenpeace, de un millonario que presuntamente evadió impuestos y de unas conocidas rockeras. Los atentados ocurren en vísperas de los Juegos Olímpicos de Invierno, cuyo boicot parecen buscar estos grupos terroristas haciendo pagar sus pretensiones con sangre inocente.
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