Personal. Al menos unos 37,000 agentes de policía y unidades del Ejército serán desplegados durante el evento.
Rusia activó, cuando falta un mes para el inicio de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, medidas de seguridad sin precedentes en la historia olímpica, después de que resurgiera el temor a atentados tras los dos ataques suicidas ocurridos en diciembre.
A partir de ahora, se controlará la entrada de automovilistas a Sochi y el acceso a esta ciudad, de 350,000 habitantes, estará prohibido a los vehículos procedentes del exterior que no dispongan de una autorización especial.
La navegación en el Mar Negro también quedará limitada.
Las fuerzas de seguridad, que ya se habían desplegado en esta estación balnearia situada entre el Mar Negro y las montañas del Cáucaso, se reforzarán a partir de este martes. Se movilizará a unos 37,000 agentes de policía y a unidades del Ejército de tierra para garantizar la seguridad.
Los Juegos se celebrarán entre el 7 y el 23 de febrero, pero las medidas de seguridad se mantendrán hasta el 23 de marzo, una semana después del final de los Juegos Paralímpicos (del 7 al 16 de marzo).
Se trata del acontecimiento internacional más grande que organiza Rusia desde la caída de la URSS, en 1991, y un evento al que el presidente Vladimir Putin concede mucha importancia, ya que quiere convertirlo en un escaparate de Rusia, por lo que algunos lo denominan los Juegos de Putin.
Pero algunos dirigentes occidentales, como los presidentes francés y alemán, no asistirán a la ceremonia de apertura el 7 de febrero, un gesto considerado como una forma de protesta contra las violaciones de derechos humanos en Rusia denunciadas por las ONG.
El pasado fin de semana, el presidente Putin cedió a la presiones del Comité Olímpico Internacional (COI) y autorizó las manifestaciones durante los Juegos en una “zona especial”, modificando la decisión inicial de prohibir cualquier tipo de protesta.
Las excepcionales medidas de seguridad desplegadas en Sochi se habían decidido hacía tiempo, sobre todo, por la amenaza terrorista del jefe de la rebelión islamista del Cáucaso, Doku Umarov, que en julio llamó a impedir la celebración de los Juegos de Invierno “por todos los medios”.
Pero los temores se reforzaron después de que 34 personas murieran en dos atentados suicidas atribuidos a kamikazes a finales de diciembre en Volgogrado.
El dispositivo de seguridad para estos Juegos, controlado por el poderoso Servicio Federal de Seguridad (FSB), es incluso más estricto que el de los Juegos Olímpicos de Beijing en el 2008.
La vigilancia se realizará también desde el cielo, con un sistema por satélite, añadió.
El Ejército de tierra ruso también participará en las operaciones de seguridad en el marco de las “nuevas amenazas a la seguridad interior”, declaró recientemente el comandante en jefe de las fuerzas terrestres rusas, el general Vladimir Chirkin.
Los militares dispondrán en Sochi de sistemas de defensa antiaérea Pantsir-S, una nueva generación de misiles tierra-aire.
Rusia vigilará también todas las comunicaciones gracias a un sistema que permite al FSB acceder a todos los intercambios telefónicos y en Internet, y cuya existencia fue revelada a finales del 2013 por dos periodistas rusos.
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