viernes, 25 de octubre de 2013

Granada: a 30 años de la invasión


JUAN O. TAMAYO




Cuando las tropas estadounidenses y cubanas se enfrentaban en la diminuta isla de Granada 30 años atrás, los medios oficiales de prensa de La Habana reportaban que los “gloriosos combatientes” cubanos estaban en ese momento “inmolándose por la patria envueltos en la bandera cubana”.


Eso no fue cierto. Pero al parecer esa fue la orden que La Habana dio al contingente de más de 700 “soldados-albañiles” que estaban construyendo un aeropuerto en Granada.


Una unidad militar estadounidense que vigilaba el tráfico de radio durante la invasión escuchó una transmisión de La Habana que ordenaba a los cubanos “pelear hasta el último hombre”, dijo Chris Simmons, entonces teniente del Ejército que aterrizo en Granada el primer día de los combates, el 25 de octubre de 1983.


Los vigilantes estadounidenses estaban apoyando a otra unidad de EEUU cuya misión era capturar a los líderes del contingente cubano, dijo Simmons. Pero los cubanos se las arreglaron para asilarse en la embajada de la Unión Soviética.

El gobernante cubano Fidel Castro no quedó complacido.


Su principal jefe militar en Granada, el coronel Pedro Tortoló Comas, fue enviado a Angola y la última noticia confirmada sobre él era que manejaba un taxi en La Habana. Y su embajador ante Grenada, Julián Torres Rizo, se anuncia ahora como guía de turismo en La Habana.


La invasión, conocida como Operación Furia Urgente, es recordaba en gran medida como el único momento en que tropas estadounidenses y cubanas se enfrentaron directamente a pesar de años de relaciones profundamente hostiles, 30 de ellos durante la Guerra Fría.


Diecinueve soldados de Estados Unidos murieron en choques breves pero violentos, entre ellos cuatro miembros del Equipo SEAL Team 6, el mismo equipo que luego mató a Osama Bin Laden. También murieron 45 granadinos del Ejército Revolucionario del Pueblo (PRA) y 24 civiles.


Veinticinco cubanos murieron en combate y otros 638 fueron capturados, entre ellos 86 que se rindieron luego que aviones A-7 Corsair de la Marina de Guerra de EEUU bombardearan las oficinas centrales del destacamento cubano, marcadas en los mapas militares estadounidenses como “Pequeña Habana”.


ASESINATO DE MAURICE BISHOP


Los planes de Furia Urgente comenzaron luego de que el primer ministro de Granada Maurice Bishop, un estrecho aliado de Cuba, y 10 de sus seguidores fueron asesinados el 19 de octubre en un golpe de estado asestado por su vice primer ministro de línea marxista dura, Bernard Coard, y el general Hudson Austin, jefe del PRA, de 1,500 hombres.


El presidente Ronald Reagan ordenó la invasión, diciendo que le preocupaba la seguridad de 600 estudiantes de medicina estadounidenses en Granada, pero claramente preocupado también por la construcción por parte de Cuba de un aeropuerto civil pero con capacidad militar en la antigua colonia británica de 100,000 habitantes cerca a las costas de Venezuela.


Combates esporádicos duraron cuatro días, en lo que 7,300 soldados del Ejército, la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea de EEUU, más 330 soldados de una coalición caribeña, ocuparon rápidamente la isla de 133 millas cuadradas a pesar de terribles problemas de comunicaciones y mapas mal hechos.




Simmons dijo que su pelotón, parte de la division 82nd Airborne, se vio envuelto en el último combate de importancia de la invasión, una escaramuza de 10 minutos en la que murieron siete combatientes del PRA. Otra unidad estadounidense que trató de apoyar a su pelotón causó un incidente de fuego amigo en que murió un capitán de los Rangers del Ejército estadounidense.

Los últimos soldados norteamericanos salieron de Granada el 12 de diciembre. Pero la saga de Granada continuó.

MAS DE 600 CUBANOS SE RINDIERON

Los más de 600 cubanos que se rindieron, descritos por La Habana como “soldados-albañiles”, fueron recibidos como héroes cuando regresaron a su país pocas semanas después. Ellos marcharon cerca de la cabeza del desfile del Primero de Mayo en 1984, llevando una pancarta que decía “Héroes de Granada”.

Alrededor de 1,000 ciudadanos estadounidenses en Granada, incluyendo los estudiantes de medicina, fueron evacuados sin problemas. El segundo al mando de la invasión, el general Norman Schwarzkopf, Jr., encabezó más tarde la Operación Tormenta del Desierto para sacar a las tropas iraquíes de Kuwait en 1991.

Simmons alcanzó con el tiempo el rango de teniente coronel y fue asignado como especialista principal de contrainteligencia de Cuba a la Agencia de Defensa de Inteligencia de EEUU, donde ayudó a rastrear a la espía cubana Ana Belén Montes en el 2001. Se retiró en el 2010.

Los restos de Bishop y los otros que fueron masacrados no se encontraron nunca. El Aeropuerto Internacional Point Salines, construido por los cubanos, fue rebautizado en su honor. Coard y otros seis hombres convictos de asesinar a Bishop fueron puestos en libertad en el 2009 luego de casi 26 años de prisión.

Granada celebra ahora cada 25 de octubre como Día de Acción de Gracias.

Pero dos de los cubanos que jugaron papeles clave en Granada no salieron bien parados. Castro criticó públicamente a Torres por no reportar apropiadamente el caos que provocó el ataque estadounidense, y castigó a Tortoló por las vergonzosas rendiciones.

Torres había sido un funcionario en ascenso en el Ministerio de Relaciones Exteriores, quien sirvió de primer secretario de la misión diplomática de Cuba en las Naciones Unidas durantre dos años antes de ser enviado a Granada en 1979. Un desertor de la inteligencia cubana lo identificó más tarde como agente de inteligencia a cargo de los contactos con la Brigada Venceremos, fundada en la década de 1960 por ciudadanos estadounidenses que apoyaban la revolución de Castro.

Pero Torres desapareció de la palestra pública después de su regreso a La Habana. Algunos reportaban que él estaba trabajando en un puesto subordinado en el Ministerio, y otros llegaron a decir que había sido reducido a cortador de caña.

Torres, quien anda ahora por los 70 años, no respondió a solicitudes de entrevista enviadas por el Nuevo Herald a su cuenta de LinkedIn, en la cual aparece listado como guía turístico de La Habana.

Su esposa, Gail Reed, periodista y miembro de la Brigada Venceremos nacida en Chicago, sirvió como agregada de prensa en la embajada cubana en Granada y regresó a La Habana. Se reportó que trabajó como periodista independiente para Business Week y NBC News en la década de 1990.

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Reed trabaja ahora como directora internacional de Cooperacion en la Educación Médica con Cuba (Medical Education Cooperation with Cuba), una organización sin fines de lucro radicada en California que promueve intercambios de salud pública. Reed, quien tiene ahora unos 65 años, no respondió a una solicitud de El Nuevo Herald pidiéndole una entrevista.

TODA LA IRA SOBRE TORTOLO

Quien sufrió el mayor peso de la ira de Castro fue Tortoló, quien tenía entonces 38 años y había fungido como jefe de Estado Mayor de una de las tres regiones militares cubanas —un alto puesto dentro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias — y terminado una etapa de trabajo como asesor militar en Granada en mayo de 1983.

Castro había enviado a Granada un día antes de la invasión a Tortoló y a Carlos Díaz (un operativo del Partido Comunista) en un avión AN-26 de Cubana de Aviación cargado de toneladas de armamentos para organizar la resistencia de los “soldados-albañiles”.

Díaz murió en combate, pero Tortoló pidió asilo en la embajada soviética. Un chiste que se contaba en La Habana en esa época decía que él había sufrido una lesión de combate: la fractura del dedo gordo apretando el timbre de la embajada soviética.

El coronel fue llevado a corte marcial y degradado a soldado raso. El entonces ministro de Defensa Raúl Castro le arrancó las insignias de su rango de las hombreras en una ceremoonia que fue grabada en video, y lo envió a la guerra de Angola conjuntamente con otros 25 a 40 cubanos que se consideraba se habían rendido con demasiada facilidad.

Aunque se reportó por muchas partes que Tortoló había muerto en Angola, cubanos de Miami que lo conocen dicen que él regresó de Africa, ocupó un cargo de poca importancia en el gobierno y en algún momento en el 1999 o el 2000 fue visto vendiendo zapatos. Ellos no quisieron dar su información actual para contactarlo, diciendo que el quería dejar Granada atrás.

El periodista de Miami Camilo Loret de Mola dijo que él se había encontrado con Tortoló en el 2003 cuando el ex coronel trabajaba de taxista en La Habana con su Lada personal, un auto soviético copiado del Fiat que se otorgaba a los altos funcionarios del gobierno en las décadas de 1970 y 198

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