Adrián Villafuerte nuevamente en el ojo de la tormenta.
LIMA
El gobierno de Ollanta Humala pretende gastar 2,300 millones de dólares en pertrechos para las Fuerzas Armadas, un desperdicio porque el problema no es el de equipamiento sino de corrupción, ineptitud y desorganización.
¿De qué servirán modernos equipos para un Ejército que recluta a la fuerza a los más pobres y los maltrata dándoles mala comida, pésimas condiciones y hasta robándoles la mísera propina?
¿Qué utilidad tienen costosas máquinas de guerra en un Ejército en el que los jefes son designados no por su capacidad sino por el grado de sumisión al poder y su preocupación no es la superación profesional sino el lucro?
FARRA
Cuando la economía se empieza a desacelerar y parece llegar la época de las vacas flacas, el presidente Humala decide gastar una cifra gigantesca en compras militares, la más grande de la historia: “Nunca antes se había comprado tanto armamento o equipos para la defensa en tan corto tiempo y por tan alto monto”. (Ángel Páez, “El gobierno compra US$ 2,300 millones en equipos para la defensa”, La República, 15.9.13).
Según Páez, se destinarán 820 millones de dólares para la compra de tanques y vehículos blindados.
El tanque que está probando ahora el Ejército, el T-90 ruso, es muy bueno, a diferencia del chino con motor ucraniano Al-Khalid que estuvo a punto de comprar Alan García en 2009, cuando incluso hizo desfilar algunos en una parada militar. La firme oposición de algunos mandos militares frenó esa estafa.
Pero el asunto en este caso no es la calidad del tanque sino su utilidad para el Perú.
¿PARA QUÉ TANQUES?
Las armas se diseñan y fabrican para necesidades específicas. Los tanques son máquinas básicamente ofensivas construidas para operar en grandes planicies.
Concretamente, los tanques peruanos estarían destinados a enfrentar a las Fuerzas Armadas chilenas. Como es obvio que el Perú ni quiere ni puede agredir a Chile, solo tendrían una función defensiva.
Pero para una defensa eficaz frente a blindados adversarios no se requieren tanques sino armas antitanques, que el Ejército peruano ya adquirió, misiles Kornet rusos y Spike israelíes, por valor de US$ 90 millones.
Como he señalado muchas veces en esta página, nuestro territorio no es apto para el uso de tanques. Solo podrían emplearse en la Costa, una estrecha faja de tierra entre los Andes y el mar, con infinidad de inevitables pasos estrechos donde una hilera de tanques enemigos sería fácilmente paralizada y destruida con armas antitanques. (Ver esta columna 24.5.09, 13.12.09, 27.12.09, 10.4.11).
Una experiencia reciente de la eficacia de los misiles antitanques es la del 2006 en el sur del Líbano, cuando los terroristas de Hezbolla enfrentaron con éxito a uno de los mejores ejércitos del mundo, el israelí, destruyendo y averiando a los excelentes tanques Merkava. Finalmente los israelíes tuvieron que retirarse sin lograr sus objetivos.
Por cierto, son necesarias ciertas adquisiciones, como por ejemplo reemplazar el obsoleto sistema de defensa antiaéreo ruso de los años 70 o relevar los antiguos y cumplidores transportes blindados M-113, pero gastar cientos de millones en tanques es un desperdicio de dinero solo explicable por las grandes comisiones.
CORRUPCIÓN Y CLIENTELISMO
Los verdaderos problemas están en otra parte. Por ejemplo, la extendida corrupción. Recientemente se ha destapado el caso de los soldados fantasmas, que cobran pero no existen, una defraudación millonaria en la que están implicados 17 generales del Ejército, “una práctica aparentemente común en la institución”. (Caretas, 26.9.13).
De acuerdo a la versión del general Juan Quintana, a él lo han acusado a instancias del todopoderoso asesor de Humala, Adrián Villafuerte, y de su compañero de promoción, el comandante general Ricardo Moncada, como parte de las movidas para mantener el control del Ejército.
La compra de fusiles para el Ejército sigue siendo discutida después de varios años de idas y venidas. Jorge Egochea, representante de una empresa, dice que se han sobrevalorado los fusiles que se están adquiriendo y que no son de buena calidad, no cumplen los requisitos técnicos según se ha comprobado en pruebas realizadas. (“Hildebrandt en sus trece”, 20.9.13).
NO SE HACE LO NECESARIO
En síntesis, en lugar de utilizar los recursos para profesionalizar las Fuerzas Armadas, abandonando el servicio militar obligatorio (SMO) y el sistema de voluntariado por propinas, mejorando las condiciones de oficiales y soldados, estableciendo un régimen realmente meritocrático para ascensos y cargos, combatiendo la corrupción y modernizando ciertas áreas indispensables, el presidente Humala hace todo lo contrario.
Los ascensos y cargos se otorgan en función de las lealtades personales, se permite e incentiva la corrupción porque es necesaria para mantener ese régimen clientelista y se retorna a un régimen obsoleto como el del SMO.(Cortesía La República)
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