Foto: EPA
La Armada rusa concentra en el Mediterráneo las fuerzas más importantes desde los tiempos del derrumbe de la Unión Soviética. ¿Qué puede hacer la escuadra operativa rusa en caso de un agravamiento de la situación y qué instrumentos pueden elevar la eficacia de la presencia naval rusa en las regiones clave del océano mundial?
Busca de posibilidades
Actualmente en el Mediterráneo hay más de diez buques de la Armada rusa y un número desconocido de submarinos. Semejante cantidad de buques bajo bandera rusa se encuentran en el Mediterráneo tras la disolución de la Quinta Escuadra Operativa de las Fuerzas Navales de la URSS en diciembre de 1992.
El agravamiento de la crisis siria y la perspectiva muy real de un pronto inicio de la guerra requieren de Rusia una reacción oportuna a los hechos y la presencia de buques de guerra en este caso significa más que una simple “ostentación de la bandera”.
Ante todo llama la atención la gran cantidad de grandes buques de desembarco. Actualmente en el Mediterráneo hay siete buques de desembarco bajo bandera rusa: dos son de la Flota del Pacífico, otros dos de la Flota del Báltico y tres de la Flota del mar Negro. Algunos de ellos se encuentran en el mar hace ya mucho tiempo, por ejemplo, el Alexánder Shabalin abandonó el puerto de Baltíisk aún en diciembre de 2012.
La presencia de los grandes buques de desembarco obedece a varias razones. Una de las más importantes es que estos navíos aseguran el canal de ayuda rusa al gobierno legítimo de Siria en su lucha contra los terroristas. Varias agencias informativas rusas comunicaron no hace mucho, citando a fuentes del Ministerio de Defensa, que estos buques fueron utilizados para el suministro de armamentos a los efectos de evitar una repetición del incidente ocurrido con el buque de carga Alaed, cuya marcha a Siria con helicópteros a bordo fue detenida en verano de 2012.
La segunda tarea de estos buques consiste en garantizar en caso de seguridad la evacuación de los ciudadanos rusos que se encuentran en ese país.
¿Observación y nada más?
Sin embargo, las tareas de la flota no terminan con una eventual evacuación, y la presencia de buques de guerra rusos en el Mediterráneo así lo confirman. En los próximos días el crucero de misiles Moskvá debe llegar al Mediterráneo Oriental. Este buque acaba de cumplir misiones en el Atlántico y el Pacífico con visitas a Cuba y Nicaragua. Ahora debe ser el núcleo de la unidad por su potente sistema de radar y su sistema antiaéreo de largo alcance. La agrupación reforzada con el buque Moskvá podrá resolver varias tareas sustanciales en el caso de que se inicie la guerra.
En primer lugar, las posibilidades del crucero, potenciadas con los equipos de los buques de inteligencia, permiten tener un panorama completo y fidedigno de los hechos, cubriendo con los radares todo el Mediterráneo Oriental. En segundo lugar, todo dependerá de las tareas que planteará ante la flota la dirección del país y de sus Fuerzas Armadas. En definitiva, la información sobre la detección de misiles crucero norteamericanos, en caso de que EEUU empiece a atacar Siria, puede ser transmitida no solo a Moscú, sino también a Damasco, aliviándole la detección e intercepción de los misiles de las fuerzas de defensa antiaérea sirias.
A pesar de todas las posibilidades de los buques rusos, la agrupación en general tiene un potencial limitado, ante todo en lo referente a los medios aéreos y anfibios. Los grandes buques de desembarco de Rusia, que en este caso se utilizan como transporte, no son una alternativa a los buques de desembarco universales, capaces de garantizar una presencia prolongada en el teatro de operaciones militares a la agrupación de Infantería de Marina con el apoyo de la aviación.
Un portaaviones podría ser un respaldo eficaz a la flota, pero el único buque de este tipo en poder de la Armada de Rusia, zarpará hacia el Mediterráneo solo en diciembre de 2013, mientras que la necesidad de construir más buques de ese tipo de momento no se discute.
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