viernes, 27 de septiembre de 2013

El espíritu Marshall, 60 años después

Ayer se celebró la conmemoración del 60 aniversario del convenio que supuso la instalación de la Base de Rota. | F.J.

El 26 de septiembre de 1953, EE UU y España firmaban el Convenio de Defensa y Ayuda Económica Mutua. Ese documento supuso la instalación de cuatro bases militares de uso conjunto en suelo español. Una de las dos que siguen explotando las fuerzas norteamericanas, Rota, celebraba ayer 60 años con una jornada de puertas abiertas al público. Largas colas en el acceso principal que se abre a la localidad gaditana se formaron para poder tomar un autobús, previa identificación de los asistentes, interesados en pasearse por las tripas de uno de los enclaves estratégicos más importantes para el gran ejército estadounidense. La situación geográfica de Rota, próxima al pasillo marítimo que da entrada o salida al mediterráneo, afianza una larga relación de peculiar vecindad entre americanos y roteños.
La agenda del día tenía como acto principal el que se celebró por la tarde en el muelle nº 2 de la base, recientemente remodelado y equipado para facilitar el tráfico rodado entre buques de la Armada. A los pies del barco insignia de la Marina española, el 'Juan Carlos I', se escucharon palabras sobre fraternidad entre dos naciones, colaboración mutua y cómo EE UU está dispuesta a través de la base, a ayudar a una España que «navega en estos momentos por dificultades económicas». La potencia mundial dispuesta a socorrer a un estado mucho más débil; una revisión actualizada de lo que fue el espíritu que alumbró el convenio que se firmó hace 60 años.

El embajador de los Estados Unidos en España, James Costos, celebró en su alocución «seis décadas de trabajo codo con codo de soldados y marineros españoles y americanos»; recordó los inicios de unas instalaciones que han ido creciendo y evolucionando ante «los nuevos retos de seguridad» que iban surgiendo. Y miró al futuro más inminente, cuando en marzo del año próximo se instalen los primeros destructores de la US Navy que formarán parte del escudo antimisiles. Se prevé la llegada de 1.100 militares y sus consiguientes familias, «conformando la comunidad naval más grande de Europa». Ese despliegue que autorizó el anterior Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero y que ha rubricado el actual Ejecutivo popular, puede servir de revulsivo para la economía local. Ése fue el deseo expresado ayer por el embajador, refiriéndose al impacto que puede suponer el movimiento y consumo de más de un millar de familias que van a aterrizar de la noche a la mañana en Rota.
Cuando se anunció la incorporación de Rota a ese sistema defensa, el anterior Gobierno cifró en más de 50 millones de euros anuales el beneficio que generaría sin contar las ganancias derivadas del consumo. Para marzo se espera que atraquen para quedarse los dos primeros destructores -el 'Donald Cook' y el 'Ross'- . La intención es que la llegada de los contingentes ligados a los cuatro buques que conforman el escudo sea paulatina. Y su objetivo militar: contrarrestar la amenaza de países como Irán y Corea del Norte.

Otra de las consecuencias inmediata que tuvo la autorización para albergar esos destructores norteamericanos se está materializando con las obras de acondicionamiento que se ejecutan en la base. No parece una coincidencia que el acto de ayer se celebrara en el antiguo muelle 2, que ha crecido en 300 metros de extensión con el fin de aumentar su capacidad para cuando el escudo sea una realidad. En esa parte, como se podía ver ayer, fijarán su base permanente los grandes barcos de la Armada como el 'Juan Carlos I'.

El discurso del embajador acabó con un anuncio que iba en el mismo sentido de prestar ayuda a una nación, la española, que atraviesa por serias dificultades; si bien, dicho anuncio, no lo fue tanto, porque había sido dado ya a conocer a través de los medios de comunicación. Se trata del contrato adjudicado a Navantia para el mantenimiento de esos cuatro destructores que conforman el escudo antimisiles: «Un contrato para una empresa muy vinculada a esta región, que esperamos que contribuya a mejorar la economía». James Costos encuadró esta adjudicación como parte del acuerdo que abre la puerta de la base a la llegada de ese escudo antimisiles.

El contrato tiene una vigencia de siete años; si bien el primero es de prueba. Y se aporta una primera cifra de negocio que supera los 187 millones de euros. Las tareas encomendadas a los astilleros de Navantia comprenderán tanto el mantenimiento a flote como las reparaciones en máquinas y cascos.

Horas antes de que el embajador estadounidense pronunciara esas palabras, los trabajadores del astillero de Cádiz, beneficiario de ese contrato, celebraban en mitad de la manifestación convocada por las calles de la capital lo que consideran un importante balón de oxígeno para el futuro de la planta.

En representación de las fuerzas españolas, el almirante de Acción Naval, Juan Rodríguez Garat, elevó a categoría de «símbolo» a la base naval. «Ha sido y es muy importante para EE UU y España». También se refirió al componente económico y social que ha supuesto la instalación militar, «en cuanto a contratos, obras y, por tanto, trabajo» que han generado las instalaciones para sus vecinos más próximos. Pero no se quedó ahí, Garat hizo mención al enriquecimiento cultural que supone «entrar en contacto con otra cultura, con personas que hablan otra lengua».

El almirante español, gallego de nacimiento, tuvo un recuerdo para el pueblo roteño, al que responsabiliza de haber acogido a todo aquel que llegaba de fuera destinado a la base. Ese apoyo social era visible en el exterior, con las decenas y decenas de vecinos que esperaban un sitio en el autobús que les llevara a visitar las instalaciones militares.

El acto, que contó con la presencia de los alcaldes de Rota y El Puerto (como anfitriones territoriales), concluyó con un desfile de las fuerzas, un homenaje a los caídos y los himnos de ambos países. La anécdota estuvo en los esfuerzos que tuvieron que hacer los militares americanos por desfilar siguiendo el paso de los españoles y al son de marchas castrenses extrañas para ellos.

La base estuvo de fiesta todo el día. Por la mañana se había instalado una exhibición de medios militares y por la tarde, con la caída del sol, se inauguró una feria donde se podían degustar productos típicos españoles y americanos.

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