jueves, 8 de agosto de 2013

Por la abolición de las bombas nucleares

https://www.youtube.com/watch?v=2WLSksRsKZg

Escrito por Xavier Bohigas 
Lunes, 15 de Julio de 2013 10:16



Artículo publicado en Diari Ara

Si se lanzara una bomba nuclear sobre Barcelona, podría provocar más de 200.000 muertos, la mayoría desintegrados, y medio millón de heridos, algunos de los cuales morirían en pocas semanas. Las bombas nucleares son armas con una capacidad de destrucción enorme (ningún otro tipo de arma se les puede comparar) y sus efectos son incontrolables tanto en el espacio como en el tiempo.
Si se lanzara una bomba nuclear sobre Barcelona, podría provocar más de 200.000 muertos, la mayoría desintegrados, y medio millón de heridos, algunos de los cuales morirían en pocas semanas. Las bombas nucleares son armas con una capacidad de destrucción enorme (ningún otro tipo de arma se les puede comparar) y sus efectos son incontrolables tanto en el espacio como en el tiempo.

Actualmente, hay nueve estados que tienen armas nucleares: los EEUU, Rusia, el Reino Unido, Francia, Israel, China, India, Pakistán y Corea del Norte. Entre todos almacenan unas 20.000 bombas nucleares. Los EEUU y Rusia acaparan el 90% y, cada uno de estos países dispone de unas 2.000 en estado de máxima alerta, es decir, que pueden ser utilizadas de forma inmediata. Cualquiera de estos dos estados podría eliminar la población humana.

Una explosión nuclear, además de efectos inmediatos, tiene consecuencias perdurables sobre la salud humana y el medio ambiente. La explosión de pocas bombas nucleares, además de los problemas inherentes a la explosión y los asociados a la radiación, podría acelerar el cambio climático y provocar la hambruna a nivel planetario.

La población siempre ha mostrado una gran preocupación por las consecuencias del uso de las bombas nucleares. Las denuncias han sido continuas desde que los EEUU lanzaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki. En 2007 se inició una campaña internacional (International Campaign to Abolish Nuclear Weapons, ICAN) con el objetivo de conseguir que los estados negocien un tratado de abolición de armas nucleares. Durante la semana del 6 al 13 de julio, la Campaña por la Abolición de las Armas Nucleares llevará a cabo diversas actividades en todo el mundo para sensibilizar a la población de la necesidad de prohibir estas armas.

Hoy en día, hay 146 estados miembros de la ONU que apoyan la campaña, 22 que están indecisos y 26 que se oponen. Dentro de estos últimos se encuentran los EEUU y Rusia, que justifican su oposición a la firma de una tratado de abolición alegando que consideran que la posesión de armas nucleares es una pieza fundamental de sus políticas de defensa. También se oponen el Reino Unido, Francia e Israel, todos ellos con armas nucleares. Sorprende un poco que también se opongan Dinamarca, Grecia, Portugal, Mónaco o Luxemburgo, entre otros. Hemos de denunciar con contundencia que entre los estados que no quieren que se firme el tratado se encuentre el estado español. Parece claro que la oposición española a la firma del tratado es una muestra más del apoyo de los gobiernos españoles a la política internacional de los EEUU. Es inadmisible. La opción española, quizás, no nos debería extrañar ya que el pasado 13 de junio también votó en contra de la aprobación de una resolución sobre la promoción del derecho a la paz del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Entre los indecisos destacan Japón (único estado que ha sufrido un ataque nuclear), ¡y también Andorra! ¿Por qué el gobierno andorrano no rechaza la posesión de las armas nucleares? ¿Quizás haya recibido un empujoncito de los gobiernos español y francés para adoptar esta posición? Cabe destacar también que no todos los estados que tienen armas nucleares están en contra del tratado. China, Corea del Norte, Pakistán y la India apoyan la firma del tratado. Posición que nos satisface y desearíamos que el resto de los estados nucleares imitasen.

A principios de los años 90, Sudáfrica desmanteló voluntariamente su arsenal nuclear. Kazajstán, Bielorrusia y Ucrania renunciaron a tener armas nucleares cuando se independizaron, durante el proceso de desmantelamiento de la URSS. En ninguno de estos casos no parece que esta decisión haya afectado su seguridad. Si más de un estado se ha desecho de su arsenal nuclear, también lo pueden hacer otros, si quieren.

Sobre la posesión de armas nucleares, también cabe tener en cuenta el aspecto económico. La producción, mantenimiento y modernización de los arsenales nucleares necesita de una gran cantidad de dinero. Se estima que en 2011 se gastaron más de 100.000 millones de dólares en dicho concepto (61.300 correspondían a los EEUU, 14.800 a Rusia y 7.600 a China), un 15% más que en 2010. El gasto en armas nucleares fue el doble que la asistencia oficial para el desarrollo destinado a África. No es extraño, entonces, que el mismo Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, haya dicho: “El mundo está sobrearmado y la paz está insuficientemente financiada”.

Según una encuesta, el 76% de la población mundial querría que se firmara un tratado de abolición de las armas nucleares, mientras que en contra sólo encontraríamos el 16%. La presión de la gente puede provocar que los gobiernos den el apoyo necesario para redactar un tratado de prohibición y abolición total de las armas nucleares. Si los gobiernos no lo hacen, actuarán en contra de los intereses y los deseos de la población (situación que, desgraciadamente, se está produciendo en muchos otros ámbitos que afectan a la ciudadanía). En otras ocasiones se ha conseguido un acuerdo para prohibir otras armas como las armas biológicas, las minas antipersona o las municiones de racimo. En el caso de las armas nucleares también ha de ser posible.



Actualmente, hay nueve estados que tienen armas nucleares: los EEUU, Rusia, el Reino Unido, Francia, Israel, China, India, Pakistán y Corea del Norte. Entre todos almacenan unas 20.000 bombas nucleares. Los EEUU y Rusia acaparan el 90% y, cada uno de estos países dispone de unas 2.000 en estado de máxima alerta, es decir, que pueden ser utilizadas de forma inmediata. Cualquiera de estos dos estados podría eliminar la población humana.

Una explosión nuclear, además de efectos inmediatos, tiene consecuencias perdurables sobre la salud humana y el medio ambiente. La explosión de pocas bombas nucleares, además de los problemas inherentes a la explosión y los asociados a la radiación, podría acelerar el cambio climático y provocar la hambruna a nivel planetario.

La población siempre ha mostrado una gran preocupación por las consecuencias del uso de las bombas nucleares. Las denuncias han sido continuas desde que los EEUU lanzaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki. En 2007 se inició una campaña internacional (International Campaign to Abolish Nuclear Weapons, ICAN) con el objetivo de conseguir que los estados negocien un tratado de abolición de armas nucleares. Durante la semana del 6 al 13 de julio, la Campaña por la Abolición de las Armas Nucleares llevará a cabo diversas actividades en todo el mundo para sensibilizar a la población de la necesidad de prohibir estas armas.

Hoy en día, hay 146 estados miembros de la ONU que apoyan la campaña, 22 que están indecisos y 26 que se oponen. Dentro de estos últimos se encuentran los EEUU y Rusia, que justifican su oposición a la firma de una tratado de abolición alegando que consideran que la posesión de armas nucleares es una pieza fundamental de sus políticas de defensa. También se oponen el Reino Unido, Francia e Israel, todos ellos con armas nucleares. Sorprende un poco que también se opongan Dinamarca, Grecia, Portugal, Mónaco o Luxemburgo, entre otros. Hemos de denunciar con contundencia que entre los estados que no quieren que se firme el tratado se encuentre el estado español. Parece claro que la oposición española a la firma del tratado es una muestra más del apoyo de los gobiernos españoles a la política internacional de los EEUU. Es inadmisible. La opción española, quizás, no nos debería extrañar ya que el pasado 13 de junio también votó en contra de la aprobación de una resolución sobre la promoción del derecho a la paz del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Entre los indecisos destacan Japón (único estado que ha sufrido un ataque nuclear), ¡y también Andorra! ¿Por qué el gobierno andorrano no rechaza la posesión de las armas nucleares? ¿Quizás haya recibido un empujoncito de los gobiernos español y francés para adoptar esta posición? Cabe destacar también que no todos los estados que tienen armas nucleares están en contra del tratado. China, Corea del Norte, Pakistán y la India apoyan la firma del tratado. Posición que nos satisface y desearíamos que el resto de los estados nucleares imitasen.

A principios de los años 90, Sudáfrica desmanteló voluntariamente su arsenal nuclear. Kazajstán, Bielorrusia y Ucrania renunciaron a tener armas nucleares cuando se independizaron, durante el proceso de desmantelamiento de la URSS. En ninguno de estos casos no parece que esta decisión haya afectado su seguridad. Si más de un estado se ha desecho de su arsenal nuclear, también lo pueden hacer otros, si quieren.

Sobre la posesión de armas nucleares, también cabe tener en cuenta el aspecto económico. La producción, mantenimiento y modernización de los arsenales nucleares necesita de una gran cantidad de dinero. Se estima que en 2011 se gastaron más de 100.000 millones de dólares en dicho concepto (61.300 correspondían a los EEUU, 14.800 a Rusia y 7.600 a China), un 15% más que en 2010. El gasto en armas nucleares fue el doble que la asistencia oficial para el desarrollo destinado a África. No es extraño, entonces, que el mismo Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, haya dicho: “El mundo está sobrearmado y la paz está insuficientemente financiada”.

Según una encuesta, el 76% de la población mundial querría que se firmara un tratado de abolición de las armas nucleares, mientras que en contra sólo encontraríamos el 16%. La presión de la gente puede provocar que los gobiernos den el apoyo necesario para redactar un tratado de prohibición y abolición total de las armas nucleares. Si los gobiernos no lo hacen, actuarán en contra de los intereses y los deseos de la población (situación que, desgraciadamente, se está produciendo en muchos otros ámbitos que afectan a la ciudadanía). En otras ocasiones se ha conseguido un acuerdo para prohibir otras armas como las armas biológicas, las minas antipersona o las municiones de racimo. En el caso de las armas nucleares también ha de ser posible.



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