Tras el exitoso lanzamiento por China de un supuesto misil antisatélites a finales de julio se han disparado en EE.UU. los temores ante su incapacidad de proteger sus aparatos orbitales de espionaje, navegación y comunicaciones.
"La última prueba del interceptor espacial demuestra la aspiración potencial del Ejército de Liberación Popular de restringir la libertad de vuelo espacial sobre China", estima el experto estadounidense en tecnología militar Mark Stokes en referencia al lanzamiento que tuvo lugar el pasado 23 de julio.
En su opinión, este lanzamiento forma parte de una serie que incluye también los despegues, también exitosos, de los años 2007 y 2010. En el primero de estos dos casos el cohete, modelo SC-19, destruyó mecánicamente un caducado satélite meteorológico chino. Tras el segundo no trascendió ninguna información respecto a un eventual derribo.
El propio analista no está completamente seguro de qué tipo de misil se trata esta vez, como admitió a la revista digital 'Defence News'. En su opinión sería una "especulación" afirmar si esta nueva prueba implicó a otro SC-19 o algún tipo de misil diferente. Sin embargo, se mostró convencido de que pudiera haberse tratado de una prueba de un nuevo motor con combustible sólido desarrollado para sistemas capaces de interceptar tanto misiles balísticos intercontinentales como los satélites orbitales.
En octubre del año pasado medios de comunicación estadounidenses informaron de que China estaba preparada para ensayar el nuevo misil Dong Ning-2 (DN-2) con una ojiva matasatélites de acción cinética. Sin embargo, la prueba se pospuso. Al contar únicamente con la imagen aérea del aparato recientemente lanzado –tomada cuando todavía estaba instalado sobre una plazoleta de un cosmódromo chino–, algunos expertos consideran por ello que se trata del DN-2.
Hans Kristensen, director de un proyecto de información sobre temas nucleares de la Federación de Científicos Estadounidenses, estima que el complejo industrial militar chino podría combinar en un aparato las propiedades y las capacidades de armamento antimisiles y antisatélites. Kristensen duda que Pekín haya decidido invertir sumas enormes simultáneamente en el desarrollo por separado de los dos sistemas armamentistas.
A nivel oficial Pekín se limitó a finales de julio a admitir el mero hecho del lanzamiento de un cohete y destacar el éxito de la operación, sin profundizar en el tema.
Aún en 2007, cuando China realizó su primera prueba, el investigador estadounidense Richard Fisher suponía que el Ejército chino podría disimular su creciente capacidad para derribar satélites enemigos sobre su territorio presentando los lanzamientos como si fueran antimisiles. Ahora muchos analistas occidentales se muestran dispuestos a apoyarle en esos temores.
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