Prototipo de AeroMobil.AeroMobilEXPANSIÓN
POR SARA H. ASENADORActualizado: 06/03/201610:38 horas
Smartcars, aviones propulsados por energía solar, camiones sin conductor, trenes que superarán los 600 kilómetros por hora...la tecnología logrará que, salvo llegar a nuestro destino, ningún desplazamiento se asemeje a los que realizamos hoy en día.
Para imaginar cómo serán los viajes en un futuro no muy lejano cada vez hay que ser menos visionario y más avispado. La tecnología, la inevitable llegada de la 'inteligencia' a cualquier objeto cotidiano y la necesidad de optar por las energías 'verdes' y cuidar nuestro entorno nos dan las pistas necesarias para percatarnos de las tendencias que se instaurarán en el mundo de los transporte en los próximos años.
Inteligencia a bordo
La corriente smart que ha invadido todos los aspectos de nuestra vida no iba a hacer una excepción en este campo. Los coches inteligentes están prácticamente listos para aparcar (por sí mismos) delante de nuestra puerta, algo de lo que los grandes de la industria tienen presente. Así Audi, BMW, Ford, Hyundai, Mercedes, Toyota o Volkswagen
se han atrevido a incorporara algunos de sus nuevos modelos ciertas características que los introducen de lleno en este mundo.
Entre otras cosas, estos vehículos inteligentes permiten controlar la calefacción o los electrodomésticos de nuestra
smart-home desde cualquier lugar, disponen de sistemas de recopilación constante de datos sobre su localización y el tráfico que les rodea y se les puede controlar o arrancar a través de relojes inteligentes que convierten al orgulloso propietario en el protagonista de la mítica serie 'El coche fantástico'.
Pero el poder del prefijo smart no se limita a los coches:
carreteras que ayudan a evitar accidentes, aviones que reparan sus propias alas o barcos que detectan automáticamente los peligros que amenacen su navegación comienzan a implantarse en nuestro día a día sin prisa, pero sin pausa.
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¿Adiós al conductor?
Además, en muchos vehículos esta vertiente inteligente irá más allá y podrían llegar a prescindir de un elemento, hasta ahora, fundamental: el conductor. En este aspecto, y aunque los fabricantes clásicos ya se han puesto manos a la obra, las tecnológicas toman la delantera, sobre todo
Google, cuyo coche autónomo capaz de moverse con soltura sin necesidad de piloto verá la luz, si todo va 'sobre ruedas', en 2020.
Su competidor chino,
Baidu asegura que podrá presentar un proyecto propio de similares características en tres años, el mismo tiempo que necesitará
Tesla para equipar sus vehículos con este tipo de sistemas, según su CEO
Elon Musk. También
Apple parece estar dispuesto a lanzar su iCar en 2019, pero, como es habitual, los de Cupertino no han dado ningún tipo de detalle de primera mano sobre este proyecto.
Esta tendencia autónoma también reinventará por completo otros medios de transporte y los que vertebran el movimiento de la población de las grandes ciudades estarán entre los pioneros. Barcelona, Nueva York o París ya cuentan con líneas de metro que cubren sus trayectos sin la necesidad de un conductor y se espera que este mismo año se implanten autobuses urbanos que circulen gracias a este mismo sistema en
San Sebastián y en varias ciudades de Suiza o Francia.
Otros ejemplos de vehículos autónomos son los
camiones que han lanzado Daimler (dirigidos por un software, pero que no eliminan totalmente la intervención humana) o
Google (que buscan simplificar los repartos de mercancías). También se apuntan los barcos como
Scout, que intentó cruzar el Atlántico sin que ningún capitán lo gobernara, o el robótico y bélico ACTUV de DARPA, que no cuenta con tripulación pero localizará por sí mismo submarinos enemigos y alertará de su presencia.
Cuestión de velocidad
Llegar cuanto antes es fundamental tanto para los pasajeros como para cualquier tipo de mercancía. Por tanto, reducir el tiempo de los trayectos más tediosos se ha convertido en una prioridad para algunos fabricantes.
Tras la 'jubilación' del mítico Concorde, no son pocos los aviones que pretenden emular e incluso superar su gesta para relegar al olvido los vuelos de 8 o más horas. Es el caso del
jet supersónico que Airbus, que podría cubrir la ruta Londres-Nueva York en apenas una hora, o el
AS2, un proyecto en el que trabaja con Aerion Corp, que lo hará en cuatro. La
NASA también quiere participar en esta carrera y lanzará en 2030 una aeronave que, según aseguraron en un reciente comunicado, será más silenciosa que sus competidores.
En tierra, algunos medios de transporte tampoco quieren quedarse atrás y pretenden pulverizar todos los récords con velocidades que ahora se escapan a nuestra imaginación. Es el caso del
proyecto Hyperloop de Tesla, consistente en una especie de capsulas que viajarían a través de un tubo, que promete circular a 1.200 kilómetros por hora. Por otra parte, algunos trenes japoneses de levitación magnética, que pronto podría llegar a
Washington DC y a otras ciudades fuera del país nipón, han alcanzado
velocidades de hasta 600 kilómetros por hora, un hito que deja muy por detrás la rapidez de
nuestro castizo AVE.
Impulso verde
Los combustibles fósiles son, a día de hoy, fundamentales para la movilidad, pero se trata de una relación de dependencia con fecha de caducidad. Las
energías no contaminantes se han propuesto hacerse un hueco en el mundo del transporte y, aunque los mejores ejemplos de sus avances en este campo son los coches eléctricos y los
biocombustibles, el cambio verde va mucho más allá.
Las alternativas en este campo no dejan de sucederse:
syngas (procedente de la transformación del excedente eléctrico en gas sintético no contaminante), hidrógeno (por el que ya están optando grandes marcas como Audi) e, incluso, basura y otros restos orgánicos que, convenientemente tratados, se transforman en biometano (que ya se emplea en algunos autobuses de Reino Unido llamados
Bio-Bus).
En algunos países se han propuesto que los trenes sean aún más 'verdes' y se alimenten sólo de fuentes renovables, como lo harán los holandeses que, si todo marcha como debería, funcionarán únicamente gracias al impulso eólico en 2018.
Por otro lado, la energía solar podría propulsar los aviones del futuro (como nos demuestra la, por ahora accidentada, vuelta al mundo que se ha propuesto culminar el
Solar Impulse II), los coches o los barcos.
Lo imposible es el límite
Si algo nos han demostrado los avances tecnológicos de los últimos años es que la ciencia ficción se quedó corta al vaticinar el futuro. Y las predicciones sobre el transporte no iban a ser menos: muchas se han confirmado y, en apenas unos años, proezas hasta ahora impensables resultarán prácticamente cotidianas.
Entre estos 'trayectos imposibles' se encuentra el turismo espacial. La NASA, la Agencia Espacial rusa (Roscosmos), Virgin Galactic, Space X y Blue Origin, propiedad del CEO de Amazon Jeff Bezos, se han propuesto encontrar el transporte más adecuado para los viajeros que se atrevan a tomarse unas vacaciones a cientos de kilómetros de la superficie de la Tierra.
Otro de los hitos que nos parecía imposible alcanzar y que temíamos que quedara relegado a las salas de cine es la llegada de los coches voladores. La eslovaca AeroMobil ya ha confirmado sus intenciones de presentar el año que viene su primer vehículo de estas características, capaz de circular por carretera cuando las condiciones no le permitan remontar el vuelo. Por otra parte, Terrafugia, compañía creada por antiguos alumnos del prestigioso MIT, ha anunciado que su modelo convertible en avión llegará al público en menos de una década.
Además, están los drones. En el pasado CES de las Vegas la compañía china
Ehang presentó una aeronave ideal para evitar atascos y realizar trayectos cortos, ya que sólo puede aguantar 23 minutos en el aire.
http://www.expansion.com/empresas/transporte/2016/03/05/56db157b268e3e0e218b4655.html