“Leading from Behind”, Dirigir desde Atrás, y esta vez escondido tras la aviación Saudí, EEUU lanzaba, el 26 de marzo, la “Operación Tormenta decisiva”, bombardeando el aeropuerto de Saná, hospitales, escuelas, hogares, y campos de refugiados, dejando cientos de muertos y heridos, entre ellos un centenar de niños. Todo esto sucedía mientras las potencias mundiales se felicitaban por haber neutralizado las inexistentes bombas iraníes. Las multitudinarias protestas ciudadanas pidiendo el cese de los ataques de Arabia Saudí (patrocinador de la bomba nuclear “ilegal” de Pakistán) ni son noticia.
Un día antes de la agresión, John Kerry viajó a Arabia Saudí, y un día después, Riad, a través de su embajador, y en el suelo de EEUU -hecho insólito-, anunciaba la guerra. El pretexto es “restaurar la legalidad” devolviendo el poder al fugitivo presidente yemení Mansour Al Hadi, y “contrarrestar el avance de la milicia pro-iraní de los houzies”. Participan en este banquete de sangre y expolio una docena de países “sunitas”. El plan de Arabia Saudí es ocupar parte del país –y no es la primera vez-, con 150.000 soldados.
En este enredado y complejo Oriente Próximo, pensar en clave de las supuestas oposiciones binarias, de buenos-malos, y de chiítas-sunitas o musulmanes-no musulmanes no sirve: el presidente de Egipto, Al Sisi, por ejemplo, que manda matar a los Hermanos Musulmanes pertenecientes a la misma hermandad sunita. Además, aquí las alianzas cambian a velocidad de luz, destrozando ideas fijas y cualquier posibilidad de hacer un pronóstico medianamente certero.
Unos hitos determinantes
Es una trampa explicar los tres conflictos de Yemen, nacional, regional e internacional, en clave religiosa. En este país, con una pobreza escandalosa y gobernado por una élite incompetente rodeada de petromonarquías reaccionarias, la lucha de clases y los lazos tribales prevalecen sobre la afiliación religiosa. Su tinte sectario es el resultado del resquebrajamiento social y político del país, y del juego de alianzas de las potencias regionales y mundiales, y no su causa.
He aquí algunos hechos que revelan la desordenada situación del estratégico Yemen:
1991: El presidente Ali Abdalah Saleh se opone al ataque dirigido por EEUU a Irak, por su simpatía hacia el baasismo y al propio Sadam Husein. Perderá las ayudas económicas de EEUU, y Arabia Saudí deportará a 750.000 trabajadores yemeníes, para así aumentar el paro en el país y acabar con las remesas que enviaban, destrozando la economía yemení.
2004: Saleh reprime el movimiento Houzi -que representa una minoría de entre 10% y 25% de la población chiíta de secta Zaidi. La base del movimiento, jóvenes campesinos, cultivadores de uva y granada, piden autonomía para su comunidad en el norte y el fin de los ataques de drones americanos.
A lo largo del 2009: a poca distancia de Yemen “los piratas somalíes”, unos esqueléticos hombres que supuestamente ponían en jaque a los mega barcos del mundo, se convierten por los telediarios en el principal enemigo de la humanidad. Una vez que los buques de la OTAN se hacen con el control del estratégico Cuerno de África, aquellos ladrones del mar dejan de ser notica. Al mismo tiempo, la aviación Saudí participa en la guerra de Saleh contra la houzies. En diciembre, EEUU acusa al nigeriano Abdul Farouk Abdulmutallab de esconder explosivos en sus calzoncillos (no es broma) para volar un avión, y de haber estado en Yemen, dato que transforma a este país en “terrorista” al que habría que bombardear y militarizar sus costas para completar el dominio sobre el Cuerno de África.
Alí Saleh que había convertido a China en su principal socio comercial y el gestor del cambio de las infraestructuras del país, ignoraba que Washington nunca permitirá que Yemen salga de su órbita, puesto que Bab el-Mandeb (Puerta de las Lamentaciones) es uno de los siete cuellos de botella de las rutas comerciales del planeta.
2010: Arabia lanza la “Operación Tierra Quemada” contra las posiciones houzies, quienes a su reivindicación de autonomía habían añadido el fin del proselitismo salafista, llevado a cabo por decenas de escuelas religiosas y jefes tribales sobornados del país. El enquistado conflicto político-social de los nasseristas, marxistas y monárquicos, ya se tiñe de religión.
El 27 de enero del 2011 Saleh acusa a EEUU e Israel de estar detrás de las grandes protestas “primaverales” que reclamaban justicia social y la democratización del poder. El 16 de marzo, el ejército Saudí entra en Bahréin – sede de las operaciones de la Armada de EEUU para la región y de su V Flota-, aplasta la rebelión pacífica de los trabajadores, que además en su mayoría eran chiítas, apuntalando a la dinastía medieval de Al Jalifa. En junio de este mismo año, Saleh sufre un atentado, mientras -en el marco de la política perversa de apostar por un grupo contra otro – Suecia otorga el Premio Nobel de la Paz a Tawakkul Karma, una islamista, hija de ministro y miembro del Partido Islah de los Hermanos Musulmanes. ¿Será la futura presidenta de Yemen?
El 25 de febrero de 2012 Saleh, presionado por Arabia, y a cambio de su inmunidad, dimite en favor del vicepresidente Al-Hadi. Meses después pedirá a los oficiales y tribus leales el apoyo para los rebeldes houzies, animándoles a derrocar al presidente. El ex dictador de 73 años pretende afianzar las posiciones de su hijo Ahmed Ali, de 42 años, para el futuro de Yemen.
El 10 de febrero 2014 los houzies cometen el error al rechazar el plan de Al-Hadi de crear un estado federal. El 21 de septiembre, ante la extraña pasividad de las tropas de EEUU estacionadas en el país y en toda la región, la pequeña alianza militar Saleh-Houzi consigue conquistar la capital Saná y regiones sunitas, una actitud parecida ante el avance del Estado Islámico en Irak. ¿Por qué no reaccionan en este momento? En el mes de noviembre los Houzies y su milicia Ansaralah, sobrevalorando el poder e influencia de Saleh, cometen otro grave error al rechazar la oferta de Al-Hadi para una nueva constitución.
El 19 de enero del 2015 en un semi golpe de estado, los houzies arrestan a Al Hadi y le piden seguir ejerciendo su cargo ya que ellos no podían gobernar el país. Las tribus suníes y los líderes del sur se movilizan contra unos houzies sin plan alguno. Ante la sorpresa de Washington, Al-Hadi renuncia, forzando a Obama a retirar parte de su personal. Un mes más tarde, el 21 de febrero, Al Hadi consigue huir (¿ayudado por la CIA?) y retira su renuncia. Luego solicita a la Liga Árabe, respaldo para recuperar el poder. Es el 9 de marzo cuando la Liga Árabe forma una fuerza militar bajo la custodia del Pentágono, para defender los intereses de sus jeques, sultanes, y de EEUU, dentro y fuera de sus países. El 20 de marzo aparece el Estado Islámico, y junto con otros grupos terroristas, provocan “conmoción y pavor” en una ola de atentados, matando a cientos de personas en las mezquitas de Saná. Tan solo cinco días después, el 25 de marzo, la alianza Saleh- houzies cae en la trampa definitiva cuando entra en el puerto de Adén controlado por EEUU. En la madrugada del día 26, toneladas de bombas caen desde el cielo y despiertan a la sufrida población yemení, para sumirla en una pesadilla que anuncia ser muy larga.
Objetivos del ataque
Lo que pretende EEUU en Yemen es:
Destruir la capacidad militar de los sublevados, dividir sus filas y llevar a la mesa de negociaciones a los no-houzies.
Impedir un gobierno yemení alineado con Irán, Rusia o China, frenar el regreso de los neo socialistas al poder y disuadir a las fuerzas progresistas de la región.
Frustrar cualquier cambio en Yemen que pueda afectar a la estabilidad de Arabia y por ende a la economía mundial.
Estrenar la nueva criatura del Pentágono: el ejército de la Liga Árabe, que le servirá de carne de cañón en las guerras de la zona.
Mantener a raya a Irán con otra guerra en sus proximidades, para fortalecer la posición de Washington y sus aliados árabe-israelíes en las negociaciones nucleares con Teherán.
Arabia Saudí no tiene acceso directo a los tres cuellos estratégicos de la zona: Estrecho de Ormuz, Golfo de Adán y Bab –al- Mandeb.
Tentar a Irán para que caiga en la trampa de entrar en la guerra en apoyo a los chiítas (como en Irak y Siria), y así desgastar su potencial. El frente anti-iraní, compuesto por los árabes, turcos, judíos y pakistaníes deja a Irán absolutamente aislado y vulnerable.
Hacerse con el control total del Cuerno de África.
Neutralizar la creciente influencia de China en Yemen: en Setiembre de 2013, los ejércitos de ambos países acordaron fortalecer sus relaciones, a la vez que negociaron el alquiler de puertos yemenís como piezas de el llamado “Collar de perlas” en las rutas marítimas estratégicas.
Ganar la batalla contra Beijing por explorar y explotar el petróleo de las cuencas Masila y Shabwa de Yemen. La Total francesa también espera su parte. Los chinos recibían el 8% de la producción petrolífera de Yemen, unos 20.000 barriles por día.
Sabotear la iniciativa marítima china de “La Ruta de la Seda del Siglo XXI”, el Golfo de Adán y el Mar Rojo forman parte de dicha ruta. Controlando el puerto de Adén, Washington podrá cerrar el estrecho de Bab-el-Mandeb por el que pasa la mayor parte del comercio de China destinado a los países del Mar Rojo.
Proteger las inversiones occidentales – Total, Hunt Oil Texas, Halliburton, Baker Hughes, o Schlumberger – que trabajan en la zona, ante posibles ataques de los “enemigos”.
Preservar los intereses de Israel, puesto que Bab-el-Mandeb es el único enlace del Mar Rojo con el Océano índico. En Eritrea, Israel (al igual que Irán) ha alquilado al menos tres bases. Desde su base naval los submarinos israelíes pueden acceder a las costas iraníes del Golfo Pérsico. Las tropas desplegadas de EEUU y Francia en Djibouti, Somalia, bajo el pretexto de luchar contra el grupo Al-Shabab, vigilan a Irán con mucha atención.
Teniendo en cuenta las importantes desavenencias entre Arabia Saudí y EEUU, no se debe descartar la posibilidad de que EEUU estuviera involucrando a Arabia en una guerra de desgaste (pues, Yemen es un terreno áspero, con altas montañas y cuevas, ideal para una guerra de guerrillas), y así seguir con los cambios planeados en la región. Riad, el principal suministrador de petróleo de China, ha dejado de utilizar el dólar en su comercio con éste país, y destroza los planes de Obama en la zona.
Seguir vendiendo armas a un región que se conforma como el principal destino de las armas del mundo. Arabia es el segundo mayor importador mundial de armas (después de China) mientras que Irán recibió en 2013 solo el 1% del total de los artefactos bélicos exportado a Oriente Próximo.
Lo que pretende Arabia Saudí:
Mantener el dominio político-militar sobre el destino de Yemen, cuya “seguridad” es inseparable de la seguridad de los jeques saudíes.
Acabar con el modelo multipartidista de Yemen frente a las dictaduras de familiasde los jeques.
Dar una buena lección a los houzies para que los chiítas de Arabia y de Bahréin tampoco se les ocurra portarse mal.
Castigarle a Yemen por su negativa de permitir la construcción de un gasoducto que saldría de Hadramaut, en Arabia, y terminaría en el puerto de Adén. Con ello, Riad pretendía esquivar el Golfo Arábigo, el Golfo Pérsico y el estrecho de Ormuz, exportando su gas.
Vigilar el escenario de Yemen donde discurre parte de la lucha encarnizada entre distintas facciones de la élite Saudí: algunos jeques opositores ayudan a los houzies y al sector anti-saudí del yihadismo sunita, y son capaces de utilizar los lazos de lealtad existentes entre miembros de tribus como Al Queda o de Bin Laden con presencia en ambos países.
Frenar la imparable emigración de miles de yemenís. Hasta hoy ha bombardeado las aldeas fronterizas, ha repatriado a cientos de miles de inmigrantes, y ha levantado muros y alambre de púas en la frontera.
Mostrar la valía del joven ministro de Defensa Saudí, Mohamed Bin Salman, hijo del rey y jefe de la Casa Real, ante los príncipes rivales como garante de la seguridad nacional frente a los iraníes, antes de que su padre anciano y enfermo fallezca.
Dar un golpe al acercamiento entre EEUU e Irán, justo en la recta final de las negociaciones nucleares. Riad necesita una victoria ahora que Obama se niega a derrocar a Assad y para más inri quiera llegar a un acuerdo con él.
Presentar esta intervención como un triunfo no sobre una pequeña milicia sino sobre Irán, el enemigo hereje. Exportar la crisis interna que encubre la lucha de las clases sociales y las brechas internas de la élite gobernante.
Convertirse en el gendarme de la zona, ocupando el lugar del Sha de Irán.
Poner a prueba la fidelidad de los militares egipcios y consolidar sus lazos de vasallaje, arrastrándoles a este conflicto. Lo mismo con el Hamas palestino, por si pensaron que los jeques son simples “cajeros automáticos”.
¿Apoya Irán a los houzies?
En Irán existen dos gobiernos paralelos: el del presidente Hasan Rohani y el de los Guardianes Islámicos. Durante el mandato de Ahmadineyad (2005-2013), estos militares controlaban la política exterior; ahora le cuesta a Rohani imponer su línea en asuntos que pueden afectar la seguridad del país y la paz de la región como son la relación con EEUU, Rusia, Siria, Israel, Irak o Palestina. Curiosamente, en el caso de Yemen ambos sectores coinciden: “no tocar la Península arábiga” y limitarse a expresar el apoyo (solo) moral a los houzies. No les interesa sacrificar las relaciones con el jefe de la OPEP, por una milicia sin ninguna posibilidad de ganar la batalla que ha empezado. Es la misma política que siguen respecto al conflicto Chechenia-Rusia: ¿los “musulmanes” del Cáucaso o Moscú, miembro del Consejo de Seguridad? A demás, Teherán que ha hecho grandes renuncias en la cuestión nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones, no va a inmolarse en Yamen a cambio de nada.
EEUU y Arabia tampoco tienen pruebas de que los Guardianes Islámicos hayan proporcionado apoyo financiero y militar a los houzies, sino ya las hubieran presentado. En 2007, según WikiLeaks, el gobierno de Saleh presentó los restos de un drone estadounidense caído en el sur de Yemen como el avión iraní derribado por su ejército.
La afirmación de Benjamín Netanyahu de que “Irán ya controla cuatro capitales árabes – Damasco, Bagdad, Beirut y Saná- además del Golfo de Adán”, no solo es una ofensa a EEUU y a los árabes, sino que les desacredita ante la realidad de un Irán acorralado y cercado militarmente por los cuatro costados (por la OTAN, bases de EEUU y de Israel, los ejércitos y grupos terroristas financiados por los salafistas saudís, y los Hermanos Musulmanas de Turquía y Qatar ), y con unas finanzas muy tocadas por las sanciones como para patrocinar a los houzies. Incluso los militares saben que en Yemen se enfrentarían a la OTAN, que no a Arabia. Por lo que Irán pide es el cese de los bombardeos, y ha optado ser un observador más del trágico escenario.
En la actual guerra de Yemen, EEUU – que desde hace varios años lo bombardea-, es el principal responsable de la desestabilización política y la catástrofe humanitaria del país.
En el triste Yemen (de yumn que significa “feliz”), ya no hay gobierno. Puede que pronto lo declaren “Estado Fallido” y lo rompan en pedazos, para así seguir en el proyecto de la configuración del Nuevo Oriente Próximo, compuesto por mini estados clientes.
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