Que un país de un millón y medio de habitantes en el Caribe reciba en una semana la visita del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la del flamante mandatario chino, Xi Jinping, es una clara indicación de su importancia regional e internacional.
Trinidad y Tobago, vecina de Venezuela, tiene hoy la cuarta parte del gas que se produce en América del Sur, Central y el Caribe, y es el primer exportador del hidrocarburo de toda esta región, decimotercero en el ránking mundial.
Pero según Kate Parker, analista de América Latina de la Unidad de Inteligencia del semanario británico The Economist, el interés no se reduce a lo económico.
“Trinidad siempre ha sido importante para Estados Unidos por sus recursos. Pero lo que está pasando es que Washington ha decidido centrar más su atención en América Latina y el Caribe, en parte por la creciente presencia regional china”, le explica Price a BBC Mundo.
El problema de las reservas
El interés de Trinidad y Tobago es claro. El sector energético representa el 40% de su Producto Interno Bruto (PIB) y el 70% de sus ingresos de divisas extranjeras.
Pero tiene un talón de Aquiles: las reservas probadas de gas durarán diez o quince años si se continúa con el actual nivel de explotación.
“Trinidad y Tobago no va a convertirse en una especie de nueva Venezuela. Hay reservas no probadas de gas y el gobierno tiene confianza en que tendrán un resultado positivo, pero las licitaciones de los últimos años no han sido muy exitosas. En parte, esto se debe a que Trinidad hay más gas que petróleo y con las reservas de Estados Unidos de gas de esquisto, el interés ha decrecido respecto de hace cuatro o cinco años”, aclara Parker.
Gracias a la revolución del gas de esquisto (shale gas), Estados Unidos importa hoy de Trinidad y Tobago solo una cuarta parte del gas en comparación con 2007 y en dos años más proyecta convertirse en un exportador neto de gas.
Según Richard Drayton, experto en temas caribeños de King’s College de Londres, la irrupción de China en el escenario internacional a principios de siglo ha conseguido compensar este repliegue estratégico estadounidense.
“China quiere ir más allá de las grandes potencias regionales como Brasil. Está interesada en el gas de Trinidad y Tobago, pero también en su petróleo. Trinidad tiene dos tipos de petróleo, uno muy parecido al venezolano y otro en el este de la isla, diferente, petróleo crudo no contaminante”, le dice Drayton a BBC Mundo.
Crudo, gas y nuevos mercados
En marzo del año pasado, la empresa estatal Petrotrin informó sobre un hallazgo petrolero en el suroeste del país que, según los cálculos oficiales, equivale a unos 48 millones de barriles.
“Comparado con Venezuela, las reservas de crudo de Trinidad y Tobago no son importantes, pero representan una fuente significativa para China. Trinidad tiene una industria petrolera muy sofisticada y desarrollada, pero además muy estable, porque no tiene turbulencias políticas, algo que para China es muy importante”, explica Drayton.
A pesar de esta creciente importancia del petróleo y de los cambios que están ocurriendo en los mercados de exportación de gas de la isla, el año pasado una compañía británica Gasfin firmó un acuerdo con el gobierno para la construcción de una planta por US$400 millones que permitirá producir unas 500.000 toneladas anuales de gas para los mercados caribeños.
Otra compañía de Reino Unido, Centrica, está construyendo una planta con gran capacidad almacenadora de gas y tiene una opción para la comercialización del recurso.
“El transporte marítimo de gas se ha abaratado mucho, lo que permite la exportación a China. Pero además Trinidad está apuntando a nuevos mercados, en especial en Sudamérica, donde Argentina, por ejemplo, tiene una creciente demanda energética. La importancia diferenciada de China es que, para el gobierno, se trata de garantizar el recurso para su población civil y su industria más que producir ganancias”, añade Drayton.
“Enfermedad holandesa”
Los recursos primarios suelen ser una extraordinaria fuente de riqueza, pero también una posible maldición que los economistas suelen llamar la “enfermedad holandesa”.
El término fue acuñado en 1977 por la revista británica The Economist para describir la decadencia del sector manufacturero en Holanda a raíz del descubrimiento de un importante yacimiento gasífero en 1959.
El flujo de inversiones que atrae el petróleo y el gas genera tal apreciación de la moneda local que el resto de la economía se vuelve poco competitiva y ahoga a la industria nacional y genera procesos inflacionarios.
En febrero, un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) afirmó que algunos países de la región tenían serios problemas de “bajo crecimiento, alta deuda, vulnerabilidades y una limitada resistencia a los shocks“.
Jamaica y Granada tenían una deuda por encima del 100% del PIB y si bien Trinidad no escapaba a algunos problemas regionales –el FMI predice un crecimiento del 1,5% este año– su PIB per cápita es el más alto de la región.
“Trinidad tiene una economía bastante diversificada con un importante sector petroquímico y una industria manufacturera y de servicios bastante desarrollados. Esto le da un colchón para amortiguar futuras crisis”, le dice a BBC Mundo Kate Parker, de The Economist.
A mediano plazo, un desarrollo de esta base le permitirá torear esos ciclos de crecimiento y caída vinculados a las materias primas que persiguen a los países de la región desde tiempos coloniales.
bbc.co.uk