Eugenio RodríguezEn
Aeroespacial — 7 Nov, 2017
Si mencionamos al mismo tiempo la industria de la aviación y el cambio climático, invariablemente se relaciona con el impacto de la primera sobre la segunda. A la sombra del acuerdo climático de París, firmado en noviembre del pasado año, las aerolíneas se encuentran bajo más presión que nunca para reducir su huella de carbono.
Hay indicios de que la industria está tomándose en serio el problema. Representando probablemente el gesto más audaz del sector para demostrar su compromiso con un futuro más ecológico, a finales del año pasado los representantes nacionales de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) se unieron para
firmar un compromiso de controlar todas las emisiones tras 2020.
En lugar de una maniobra para salvar las apariencias, como algunos críticos ambientales desde hace mucho tiempo bien pueden optar por verla, parece que las aerolíneas y los aeropuertos tienen una seria razón para prestar más atención al cambio climático: tiene el potencial de generar costes operativos sin precedentes para ellos.
Científicos e ingenieros continúan descubriendo los vínculos entre el cambio del clima y el aumento de los patrones climáticos erráticos, como las lluvias torrenciales, las sequías y los ciclones.
Según una reciente investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Sheffield, el cambio climático también podría estar detrás de inviernos más fríos y más extremos, como los que se vivieron en Nueva York en 2014 y 2015, en los que hubo niveles sin precedentes de nevadas.
El estudio,
“Respuesta no lineal del clima en la latitud media al Ártico cambiante”, sugiere que el calentamiento en el Ártico está intensificando los efectos de la
corriente en chorro, que puede provocar olas de frío extremos.
Una compleja cadena de eventos: cómo incluso una nube baja puede causar interrupción
Es una tendencia que está siendo vigilada de cerca por la
Met Office del Reino Unido. “El perturbador clima durante el invierno podría describirse como cualquier fenómeno que provoque una desviación del horario normal de un aeropuerto o aerolínea”, afirma Emma Connett, Aviation Business Manager en el Met Office.
“En los aeropuertos, esto incluye aspectos climáticos que afectan a la llegada/salida segura y adecuada de los aviones, incluyendo fenómenos como la baja visibilidad, las nubes bajas, la nieve, el hielo, las tormentas eléctricas y los fuertes vientos”.
Tales condiciones, nos afirma Connett, pueden desencadenar una “compleja cadena de eventos” para los aeropuertos. Por ejemplo, en el caso de baja visibilidad por la niebla que impide la correcta visión de la pista puede obligar a una aeronave a circular más tiempo retrasando su aterrizaje, lo que produce un consumo de combustible extra en el proceso.
En el peor de los casos, cuando la niebla se niega a disiparse, se puede requerir que la aeronave desvíe su ruta a otro aeropuerto, lo cual incrementa los tiempos de espera y repostaje. “Si esto sucede, se necesita combustible adicional para el aterrizaje y despegue extra con el fin de regresar al aeropuerto previsto”, dice Connett.
“Además, la aeronave y la tripulación tampoco podrán estar disponibles para el siguiente vuelo, creando complejidades adicionales. Por tanto, si el retraso excede las tres horas, los pasajeros pueden reclamar la demora según las leyes de compensación de la Unión Europea. Como resultado, un cambio aparentemente pequeño en el clima puede tener un gran impacto en la operación de un aeropuerto y una aerolínea, lo que genera costes significativos, posiblemente millones de euros”.
Preocupación por el combustible: corrientes en chorro y altos costes
Lo anterior podría ser una hipótesis, pero según los investigadores del Departamento de Meteorología de la Universidad de Reading, los vuelos de los Estados Unidos a Europa ya están siendo afectados por las corrientes en chorro conectadas al cambio climático.
El
estudio publicado el año pasado, dirigido por el
Dr. Paul Williams, científico atmosférico, examinó los vuelos entre el Aeropuerto Heathrow de Londres y el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York. La investigación afirma que los viajes de ida y vuelta entre los dos aeropuertos son, en promedio, un minuto y 18 segundos más largos que en años atrás.
Analizando 300 viajes de ida y vuelta por día en el Atlántico, Williams y su equipo descubrieron retrasos de 2.000 horas adicionales al año, junto con un desembolso total de 22 millones de dólares por combustible extra y 70 millones de kilogramos adicionales en emisiones de carbono.
“El cambio climático tiene actualmente un impacto significativo en la industria de la aviación de dos maneras”, afirma
Luke Storer, un experto en meteorología y miembro del equipo de Williams. “El primero es el impacto directo de más turbulencias y restricciones de peso que afectan a las operaciones de las líneas aéreas. El segundo es que, como la próxima generación de aviones se encuentra actualmente en fase de diseño, los fabricantes actualmente deben tener en cuenta cómo el cambio climático podría afectar a los aviones en el futuro y diseñar aeronaves desde una perspectiva para minimizar los problemas venideros”.
Si los costes de combustible de la aerolínea aumentan, la forma más lógica para que los operadores se las arreglen será pasándoselos a los pasajeros mediante tarifas aéreas más altas, agrega Storer, aunque no hay un claro ejemplo de que esto haya sucedido todavía.
“Si los operadores aéreos se enfrentan a un aumento en los costes debido a las condiciones meteorológicas, turbulencias o restricciones de peso más severas, entonces es razonable que estos costes se transfieran a los pasajeros”, afirma. “Es demasiado pronto para ver alguna evidencia de esto todavía, y no está claro cuánto subirán los precios de los billetes”.
Siempre revisar el pronóstico: la importancia de la planificación para imprevistos
Las aerolíneas y los aeropuertos pueden no tener capacidad de cambiar el clima, pero pueden implementar y hacer uso de medidas de contingencia.
Desde 2012 por ejemplo, la Met Office ha proporcionado un pronóstico de riesgo de tormentas eléctricas dentro del Área de Maniobras del Terminal de Londres al Proveedor de Servicios de Navegación Aérea del Reino Unido (ANSP). Esto le da al ANSP advertencias anticipadas de tormentas eléctricas y
nubes cumulonimbus permitiendo que los flujos de tráfico aéreo sean alterados antes del evento.
Lo mismo ocurre con la nieve: “uno de los pocos eventos climáticos que pueden cerrar un aeropuerto, debido a problemas de seguridad”, dice Connett. Además de desplegar vehículos quitanieves, productos químicos y personal adicional, algunos aeropuertos del Reino Unido, incluidos Heathrow y Gatwick, utilizan los equipos del Met Office in situ para recibir asesoramiento actualizado e informar de la toma de decisiones. “Continuamos construyendo y desarrollando nuestras relaciones en toda la industria para mejorar la seguridad y la eficiencia general de la aviación”, afirma Connett.
“Más recientemente hemos anunciado que, por primera vez, un equipo de meteorólogos del Met Office se situarán las 24 horas del día, los 7 días de la semana, en el Centro de Control NATS (grupo de control de tráfico aéreo) en Hampshire, y trabajarán directamente con los controladores de tráfico aéreo para apoyar las operaciones basadas en la seguridad, al tiempo que se maximiza el espacio aéreo y la capacidad aeroportuaria”.
http://www.fierasdelaingenieria.com/el-impacto-del-cambio-climatico-en-la-industria-de-la-aviacion/