Fuente:Anton Novoderezhkin / TASS
El pasado 7 de octubre buques rusos lanzaron su ataque contra el Estado Islámico desde las aguas del Mar Caspio. Los misiles Kalibr volaron por encima de varios países hasta su objetivo en territorio sirio. A primera vista, los buques de tamaño reducido Buyán-M que se han incorporado recientemente a la flotilla del Caspio pueden parecer insignificantes.
En realidad estas embarcaciones son capaces de lanzar misiles y controlar su trayectoria sobre el territorio de tres estados, garantizando un impacto prácticamente perfecto sobre el blanco: el margen de desviación respecto a las coordinadas preestablecidas no superó los dos metros.
Posteriormente, el 17 de noviembre, se produjo un lanzamiento del mismo tipo desde la parte oriental del Mediterráneo. En aquella ocasión, el objetivo fue Raqqa, la capital del Estado Islámico que hasta ahora había quedado fuera de la zona de alcance de la aviación rusa. No se ha facilitado información sobre esta operación, pero hay indicios de que podría haber intervenido el submarino ruso ultramoderno Rostov de Don, que sería el que habría lanzado los misiles. El crucero de misiles Moskvá, buque insignia de la Flota del Mar Negro, protegió el grupo que integraba la flota rusa.
Tecnologías de la guerra marítima
TASS
Los éxitos de la Armada rusa durante la operación siria pueden atribuirse en gran parte a los últimos alcances de la industria armamentística. Tras la desintegración de la URSS, las instalaciones más modernas en las que se construían navíos de superficie quedaron ubicadas en territorio ucraniano.
En los astilleros de Mikoláyiv se fabricaban los buques más temibles de la flota soviética. En 1983, desde las gradas de los astilleros de Mikoláyiv zarpó el crucero lanzamisiles Moskvá, que después de 1991 se trasladó a Rusia y, desde entonces, se utiliza en operaciones de combate. Con una longitud superior a dos campos de fútbol, este crucero alcanza una velocidad de hasta 32 nudos, está equipado con helicópteros y, lo más importante, es capaz de lanzar misiles. Los 16 misiles antibuque tipo Vulkán que lleva a bordo son capaces de repeler prácticamente cualquier ataque desde el mar.
Sin embargo, la tendencia mundial en tecnología militar es la de ir dejando atrás la época de los grandes navíos de superficie y la Armada rusa ha apostado por un nuevo tipo de buque. En los últimos años se ha dotado de buques lanzamisiles de tamaño reducido. Se trata de embarcaciones relativamente pequeñas, no tan veloces como un crucero, aunque plenamente efectivas.
El buque Buyán-M está equipado con ocho misiles Kalibr, así como sistemas antiaéreos, lo que, en la guerra moderna, le convierte en un adversario temible.
En Rusia hay diversas empresas que se encargan de fabricar buques lanzamisiles. Las embarcaciones de la flotilla del Caspio se producen en las instalaciones de la fábrica de Zelenodolsk, situada en Tartaristán, a orillas del Volga. El gran río se utiliza como arteria de transporte, lo que permite que la fábrica suministre buques incluso al Mar Negro, el Báltico y el Blanco. Además de buques lanzamisiles, en Zelenodolsk hay aerodeslizadores, lanchas de desembarco, buques antisubmarinos y embarcaciones auxiliares. Diversos países de Asia y África utilizan los buques patrulla que se fabrican a orillas del Volga.
Otra empresa naviera que se ha especializado en la fabricación de buques militares de tamaño reducido para la Armada de Rusia es la fábrica Yantar de Kaliningrado. Después de que ciudad pasara a formar parte de Rusia tras la Segunda Guerra Mundial, los ingenieros locales construyeron más de 150 buques de guerra para la flota rusa. Se fabricaron buques oceánicos, como embarcaciones antisubmarino y de desembarco.
Ahora los astilleros se han especializado en la producción de fragatas y buques patrulla. Recientemente se puso en funcionamiento una nueva línea de producción. En 2010, el primer modelo de buque patrulla del proyecto 11356 Admiral Grigoróvich zarpó desde este astillero.
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