La comunicación efectiva en el campo de batalla siempre ha sido una parte integral de las operaciones militares y una pieza decisiva para alcanzar el éxito de las misiones. Hoy en día, esto significa disponer de comunicaciones seguras en cualquier parte del mundo, por muy remoto e inaccesible que sea el lugar. Los soldados del siglo XXI desarrollan su actividad principalmente en base a las comunicaciones, con el fin de mantenerse conectado en una red en el campo de batalla y, en última instancia, garantizar el éxito de la misión.
Con la llegada de los nuevos avances tecnológicos de la última década, como losvehículos aéreos no tripulados (UAV) y soluciones de Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento (ISR), la dependencia de las comunicaciones en red, tanto visual como de audio, están aumentando considerablemente. Las necesidades de disponer de mayores capacidades en red, se traducen en una creciente dependencia de las comunicaciones por satélite (SATCOM). Este punto es particularmente importante para los EE.UU., ya que sus fuerzas armadas están desplegadas en todo el mundo y, a menudo, en áreas con muy poca o inexistentes infraestructuras de comunicaciones. Para que nos hagamos una idea, en términos de gasto, los EE.UU. representan casi el 50% de la inversión total mundial en equipos militares SATCOM.
La consolidación de una ingeniería más avanzada ha propiciado un incremento en la cantidad de datos generados. Los UAVs, por ejemplo, pueden llegar a recopilar enormes cantidades de información que se envían en tiempo real de forma constante durante el período operativo. Pero esto tiene un precio. El notable aumento de los datos significa que el consumo de ancho de banda en los satélites militares se dispara, generando a menudo el colapso de las comunicaciones debido a una demanda muy por encima de la capacidad actualmente disponible. Como resultado, el ancho de banda se está convirtiendo en un bien preciado y, para los soldados, el acceso actual a SATCOM no siempre está garantizado.
Tanto los militares como los gobiernos, en particular en occidente, están buscando formas de aliviar la excesiva demanda de los satélites militares. Con presupuestos cada vez más ajustados, se está recurriendo al sector privado para complementar la capacidad necesaria a través del uso de satélites comerciales para ofrecer comunicaciones no críticas. Esto libera la capacidad y garantiza el acceso de los satélites militares solo para operaciones de vital importancia.
En 2010, se estimó que el Departamento de Defensa de EE.UU. (DoD) gastó 640 millones de dólares de un presupuesto de 1,6 mil millones para SATCOM en servicios de satélites comerciales, es decir, casi el 40% del presupuesto total. La
Agencia de Sistemas de Información de Defensa, organismo principal del Departamento de Defensa responsable de las comunicaciones gubernamentales, predijo que el costo de los satélites comerciales podría aumentar a 5 mil millones de dólares en los próximos 15 años.
El sector de los satélites comerciales se ha expandido rápidamente en los últimos años, gracias principalmente a un creciente mercado de la televisión por satélite y a la radiodifusión de alta definición en todo el mundo. Para satisfacer esta demanda, las empresas comerciales pueden a día de hoy desarrollar, construir y lanzar un satélite en torno a tres o cuatro años como mucho. Para los militares, este proceso puede oscilar de 5 a 15 años.
Las compañías de satélites pueden obtener beneficios mediante la venta de capacidad a los operadores de radiodifusión televisiva y a empresas de telecomunicaciones, por lo general en contratos a largo plazo que duran de cinco a diez años. Los militares de EE.UU., por el contrario, solo alquilan la capacidad durante un año e incluso pueden adquirir ancho de banda durante unos pocos meses (conocido como “spot-market”), que son evidentemente la opción más cara.
En un informe de este año realizado por la
US Defense Business Board analizaron el asunto en cuestión, advirtiendo que esto podría conducir a un aumento de los costes en el futuro. Otro de los efectos secundarios de esta situación es la falta de voluntad del sector comercial (a causa de los mayores costes para el fabricante y el usuario final), de cara a invertir en medidas de seguridad eficaces para sus sistemas SATCOM. La mayoría de las empresas de carácter civil y los organismos de radiodifusión no necesitan seguridad avanzada para sus necesidades de SATCOM, y no están dispuestos a pagar los costes adicionales de alquiler para cubrir su implementación.
Los acontecimientos recientes han demostrado que los satélites comerciales pueden verse comprometidos. En septiembre de 2013, por ejemplo, el canal de noticias catarí Al-Jazeera acusó a Egipto de causar interferencias en el satélite ArabSat provocando problemas en su canal. Las interferencias, tanto intencional como no intencional, pueden poner en peligro de manera significativa las comunicaciones, que en un escenario militar podría costar vidas. El downlink de un satélite, es decir, las comunicaciones que se transmiten desde el satélite a la tierra, también estarían en riesgo de intercepción, lo que significa que los datos sensibles podrían terminar en las manos equivocadas.
Hay una variedad de diferentes formas de mitigar este tipo de interferencias o bloqueos. Por ejemplo, anulando haces y la conmutación de frecuencia, cambiando la propia frecuencia, reduciendo la velocidad de datos, asignando toda la potencia y ancho de banda a las comunicaciones críticas, así como realizar un salto de frecuencia y técnicas de espectro ensanchado. Además, si las comunicaciones de un vehículo aéreo no tripulado o de otro activo valioso no se realizan a través de un solo satélite o ruta de comunicaciones, sino a través de múltiples canales de comunicación redundantes plenamente disponibles, permitiría que en el caso de la pérdida de un canal en particular, el activo no quede sin vínculos de comunicación.
Los ingenieros de BAE Systems y EADS Astrium han ayudado recientemente a desarrollar un corredor de comunicaciones seguro a través de satélites comerciales que utilizan las frecuencias de banda Ka. El uso de la banda Ka, una frecuencia normalmente poco congestionada, crea capacidad y habilita la transferencia de grandes cantidades de datos a altas velocidades. Esto permitirá que un gobierno o ejército utilice las ventajas de la disponibilidad de la capacidad comercial, garantizando a la vez una máxima seguridad para un funcionamiento en operaciones críticas.
Cualquier tipo de actividad que necesite de un enlace de comunicaciones por satélite, pueden beneficiarse de la utilización de la banda Ka. Las aeronaves, en particular los UAVs, pueden sacar una gran ventaja con esta tecnología, así como las instalaciones terrestres, vehículos de tierra y buques de superficie. Como resultado, los operadores de satélites comerciales están entendiendo la importancia de la seguridad, tanto para los gobiernos como para los ejércitos. Muchas empresas ven la seguridad y la creciente necesidad de ancho de banda como un punto clave de venta, apareciendo nuevas oportunidades de mercado que generarán mayores avances en el campo de la ingeniería en telecomunicaciones.
Sin embargo, el aumento de la capacidad no siempre puede ser una opción, por lo que las empresas comerciales también están buscando maneras de incrementar la eficiencia del ancho de banda para los usuarios de SATCOM. Para ello, la utilización de recientes tecnologías como el
HX System de los ingenieros de Hughes Network, permitiría identificar donde existe la mayor necesidad de ancho de banda y recalibrar los sistemas en cuestión de segundos, en lugar de semanas como ocurre actualmente en la mayoría de los casos.
Si bien los progresos de las capacidades en red siguen hacia delante, los mayores requerimientos técnicos para unas comunicaciones cada vez más dependientes de SATCOM a corto plazo, hará que los problemas de la escasez de ancho de banda cobren cada vez más importancia. La pregunta que se plantean actualmente los expertos radica en si el sector comercial, realmente, puede dar todas las respuestas a las necesidades gubernamentales y militares del siglo XXI, caracterizadas por bajos presupuestos pero con necesidades operativas cada vez mayores.