Un análisis de las estructuras y las marcas en el suelo de las instalaciones sugiere seriamente —aunque no lo demuestra— que se está desarrollando tecnología para misiles de largo alcance, aseguraron los investigadores. David Schmerler Center for Nonproliferation Studies
POR MAX FISHER
The New York Times
16 de junio de 2018 08:00 AM
Actualizado 3 horas 2 minutos
En 2011, cuando una explosión estuvo cerca de arrasar con unas instalaciones donde se realizaba una investigación sobre misiles iraníes de largo alcance —y mató al científico militar a cargo del inmueble—, muchos analistas de inteligencia de Occidente lo consideraron un suceso devastador para las ambiciones tecnológicas de Teherán.
Desde entonces, ha habido pocos indicios de que los iraníes hayan trabajado en un misil que pudiera tener un alcance significativo más allá del Medio Oriente, y los líderes de Irán han mencionado que no tienen la intención de construir uno.
Por lo tanto, esta primavera, cuando un equipo de investigadores con especialidad en armas y radicados en California vio programas de televisión del Estado iraní en los que glorificaban al científico militar, esperaban ver una lección de historia con, al menos, nuevos detalles de un programa inactivo desde hace tiempo.
En cambio, los investigadores se toparon con una serie de pistas que los llevaron a una conclusión alarmante: poco antes de su muerte, el científico, el general Hassan Tehrani Moghaddam, supervisó el desarrollo de otra instalación secreta en operación actualmente, ubicada en el remoto desierto de Irán, según el equipo.
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Durante semanas, los investigadores buscaron las instalaciones por medio de imágenes satelitales. Según sus declaraciones, encontraron que el trabajo en el sitio parece concentrarse ahora en motores avanzados para cohetes y en combustible para estos, y suele estar activo bajo el cobijo de la noche.
Es posible que en las instalaciones se desarrollen solo misiles de mediano alcance, los cuales ya posee Irán, o tal vez un programa espacial de una sofisticación poco usual.
Sin embargo, un análisis de las estructuras y las marcas en el suelo de las instalaciones sugiere seriamente —aunque no lo demuestra— que se está desarrollando tecnología para misiles de largo alcance, aseguraron los investigadores.
Un programa de ese tipo no violaría el acuerdo internacional cuyo objetivo es evitar que Irán desarrolle un arma nuclear, ni tampoco infringiría ningún otro acuerdo formal. No obstante, si se completara, podría constituir una amenaza para Europa y tal vez para Estados Unidos. Además, si se demuestra que Irán está trabajando en misiles de largo alcance, las tensiones entre Teherán y Estados Unidos aumentarían.
Cinco expertos independientes que revisaron los hallazgos coincidieron en que hay evidencia convincente de que Irán está desarrollando tecnología para misiles de largo alcance.
“La investigación resalta algunos progresos potencialmente perturbadores”, comentó Michael Elleman, un experto en misiles del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos que revisó el material. De acuerdo con Elleman, la evidencia era circunstancial, pero podría mostrar las etapas preliminares “de desarrollo de un misil balístico intercontinental (ICBM, por su sigla en inglés) dentro de cinco a diez años, si Teherán así lo deseara”.
Cuando se le preguntó sobre las conclusiones a las que llegaron los investigadores de armas, Alireza Miryousefi, el jefe de prensa de la misión de las Naciones Unidas en Irán, respondió en un comunicado enviado por correo electrónico que “no hacemos comentarios sobre asuntos militares”.
Las instalaciones de Shahrud
Desde el centro de estudios no partidista Instituto Middlebury de Estudios Internacionales ubicado en Monterey, California, los investigadores encontraron las instalaciones iraníes poco después de que un joven investigador asistente, Fabian Hinz, propuso estudiar una oleada de nuevo material sobre Moghaddam que se transmitiría a través de los medios del Estado iraní. Hinz quería ver si había algunas pistas que pudieran relacionarse con los avances del programa de misiles de Irán antes de la muerte del general.
Sin embargo, los comentarios improvisados de los colegas y familiares de Moghaddam en los medios iraníes parecían sugerir que su trabajo había seguido en secreto, según los investigadores.
Hinz también encontró una gran pista sobre la ubicación donde se llevaba a cabo el trabajo. En una publicación de 2017 de la asociación de periodistas iraníes, Hinz vio una foto sin fecha de Moghaddam al lado de un teniente de alto rango y una caja marcada con la palabra “Shahrud”.
Ese nombre llamó la atención de Hinz.
Shahrud, llamado así por un pueblo ubicado a 40 kilómetros de distancia, fue el sitio desde donde se hizo un lanzamiento de prueba de un misil en 2013. Se había considerado inactivo desde entonces y, cuando se veía por medio de imágenes satelitales, parecía abandonado.
¿Había algo que no se podía ver a simple vista?
Después de pasar años observando imágenes satelitales, los investigadores se percataron de algo: la cantidad de edificios había crecido poco a poco a lo largo del tiempo, aseguraron.
Marcas en el suelo
Muchas tecnologías militares pueden desarrollarse en interiores, al menos en sus primeras etapas. Los laboratorios de balística, los túneles de viento y las instalaciones para enriquecer uranio pueden esconderse en edificios o debajo de la tierra.
Los misiles son una excepción. Sus motores deben caber en plataformas y hay que hacer pruebas de disparo: un trabajo peligroso que suele realizarse en exteriores. Además, las pruebas de los motores, cuando se hacen en paisajes desérticos como los que rodean Shahrud, pueden dejar marcas de las quemaduras en el terreno, con forma de llamas de velas.
A partir de la observación de fotos satelitales de la zona que rodea Shahrud, los investigadores aseguran haber encontrado la evidencia de dos marcas en el suelo dentro de un cráter ubicado a unos kilómetros de distancia. Eran más grandes de los que aparecieron en las instalaciones de Moghaddam, de la cual se tenía conocimiento.
Las marcas eran recientes. Una apareció en 2016, la otra en junio de 2017.
Los investigadores escudriñaron las plataformas de prueba. En general, estas estructuras pesan entre cuatro y seis veces la propulsión del motor que se prueba. Además, son de concreto; esto permite que se pueda inferir el peso a partir de sus dimensiones.
Los investigadores estimaron que la prueba de 2017 usó una plataforma de unas 370 toneladas, lo cual sugiere que el motor tuvo una propulsión de entre 62 y 93 toneladas, suficiente para un misil balístico intercontinental. Dos plataformas que aún no se han utilizado son incluso más grandes.
Actividad oculta
Hubo otras pistas. Shahrud parece albergar tres agujeros del tipo utilizado para moldear o reparar componentes de cohetes, según los investigadores. Un agujero, de 5,5 metros de diámetro, es bastante más grande de los usados para los misiles iraníes de mediano alcance.
Los investigadores confirmaron que las instalaciones permanecen activas por medio de un nuevo tipo de imágenes satelitales conocidas como “radar de apertura sintética”. Al disparar ondas de radio y medir su eco, el satélite revela mayor detalle que una fotografía. Por la forma en que almacena los datos, puede monitorear cambios de minutos entre dos conjuntos de imágenes, como cuando alguien patea polvo mientras camina entre los edificios.
“Podemos ver tráfico humano, actividad humana que no se observa con un satélite tradicional”, comentó David Schmerler, uno de los investigadores radicados en California. “Han estado sobre vehículos por todo el cráter donde se hacen las pruebas de motores”.
Y parece haber tráfico de vehículos pesados que entran y salen de un túnel que va al subsuelo, lo cual sugiere que Shahrud está encima de una estructura subterránea de gran tamaño, señalaron los investigadores, quienes no supieron decir para qué se utiliza.
Los investigadores quedaron especialmente impactados por el combustible… o, de manera más precisa, por el hecho de que no pudieron ver ninguno, aseguraron. No hay depósitos de almacenamiento, camiones de combustible ni estaciones de abastecimiento de combustible. Esto enfatiza las sospechas de que Shahrud está construyendo motores que queman combustible sólido, mencionaron.
El combustible sólido es mucho más difícil y peligroso de desarrollar que el líquido. Aunque también se usa en programas civiles como los vuelos espaciales, sus aplicaciones militares son considerables.
Los misiles que utilizan combustible líquido deben cargarse antes de lanzarlos, lo cual requiere tiempo y acceso a instalaciones de servicio especiales, lo cual facilita que los encuentren fuerzas enemigas y los puedan destruir. Sin embargo, estos misiles pueden esconderse en ubicaciones remotas y dispararse al momento que se solicite.
Preguntas sin respuestas
“Nos hemos encontrado con este programa que está mucho más cerca de realizarse de lo que esperábamos”, comentó Jeffrey Lewis, quien dirige el equipo de California que descubrió la instalación.
No obstante, ¿más cerca de completar qué, exactamente?
Tal vez se trate solo de una versión más avanzada de los misiles iraníes de mediano alcance que ya existen. Sin embargo, esto no explicaría por qué parece que las estructuras tuvieran capacidad para misiles más grandes o por qué el trabajo se realiza con tanto secreto.
Otra explicación podría ser que se trata de cohetes diseñados para viajar al espacio… aunque esto no es necesariamente benigno. Los países suelen desarrollar cohetes para el espacio a manera de prueba de modelos de misiles balísticos intercontinentales. Corea del Norte e India comenzaron sus programas de ICBM de este modo.
Lewis estimó que los agujeros para moldear o reparar en Shahrud podrían producir tres cohetes por año, no los suficientes para un arsenal, pero sí la cantidad adecuada para un programa de lanzamiento espacial. Así se podría desarrollar el conocimiento técnico para un ICBM sin tener que construir uno.
Un oficial de la Guardia Revolucionaria llamado Majid Musavi, a quien se considera el sucesor de Moghaddam, dio la impresión de haber sugerido eso en la única entrevista conocida que haya dado. Un programa espacial, comentó Musavi en 2014, permitió que los científicos siguieran su trabajo al mismo tiempo que cumplían las órdenes de los dirigentes iraníes de no producir misiles de un alcance superior a 2000 kilómetros.
Ir a la segura
Lo más probable es que el trabajo en las instalaciones se realice para “ir a la segura” si colapsa el acuerdo nuclear, comentó Dina Esfandiary, una experta en Irán del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. El país no parece tener prisa por construir un misil de largo alcance, sino que busca preparar el terreno en caso de que algún día los líderes iraníes lo consideren necesario.
“Mantienen sus opciones abiertas”, mencionó Esfandiary.
Lewis concluyó que el programa está evitando construir un misil de largo alcance funcional a propósito. No obstante, Lewis advirtió que, si el presidente Donald Trump tiene éxito y destruye el acuerdo, o si Teherán se siente amenazado, Shahrud sugiere que Irán podría adquirir un misil de largo alcance más rápido de lo que se sabía con anterioridad.
“Del mismo modo que lo hicimos con Corea del Norte, subestimamos lo capaces que son”, comentó Lewis, para referirse a la velocidad sorprendente con la que Corea del Norte desarrolló un ICBM.
“Los iraníes escogen restringirse por razones políticas y, si los mandamos al diablo, no nos gustará lo que van a hacer”, señaló Lewis.
Imagen provista por el Centro de Estudios para la no Proliferación que muestra las marcas en tierra aparentemente dejadas por pruebas hechas con cohetes en una instalación iraní a 25 millas de Shahrud.David Schmerler Center for Nonproliferation Studies
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