3
14 Junio 2021Una versión anterior de este artículo se publicó en junio de 2019
JAVIER JIMÉNEZ@dronte
El 6 de febrero de 2009, el Ministerio de Defensa Francés informó que dos días antes uno de sus submarinos nucleares, el Le Triomphant, había chocado con un objeto en mitad del océano Atlántico. Probablemente se trataba de un contenedor sumergido. Diez días después, el Comandante de la Marina Real británica reconoció que no, con lo que había chocado el submarino francés era el HMS Vanguard, uno de sus submarinos.
Efectivamente, la noche del 3 al 4 de febrero de 2009, el HMS Vanguard y el Le Triomphant, dos submarinos de misiles balísticos de propulsión nuclear, chocaron en mitad del Océano Atlántico. Como dijo Hervé Morin, se trató de un problema tecnológico extremadamente simple: qué hacer con submarinos que no son detectables.
El 6 de febrero de 2009, el Ministerio de Defensa Francés informó que dos días antes uno de sus submarinos nucleares, el Le Triomphant, había chocado con un objeto en mitad del océano Atlántico. Probablemente se trataba de un contenedor sumergido. Diez días después, el Comandante de la Marina Real británica reconoció que no, con lo que había chocado el submarino francés era el HMS Vanguard, uno de sus submarinos.
Efectivamente, la noche del 3 al 4 de febrero de 2009, el HMS Vanguard y el Le Triomphant, dos submarinos de misiles balísticos de propulsión nuclear, chocaron en mitad del Océano Atlántico. Como dijo Hervé Morin, se trató de un problema tecnológico extremadamente simple: qué hacer con submarinos que no son detectables.
Un submarino clase Triomphant
El HMS Vanguard tenía una tripulación de 135 personas y realizaba una patrulla rutinaria en el Atlántico oriental. El Le Triomphant, que volvía de una misión, llevaba 111 marineros. Técnicamente, eran submarinos muy parecidos. En el momento de la colisión ambas naves estaban sumergidas, en plenas operaciones y se movían muy lentamente. Es decir, eran técnicamente indetectables el uno para el otro.
Las dos estaban equipadas con sónars activos y pasivos; sin embargo, en mitad de una operación este tipo de submarinos no usan el sonar activo porque los haría fácilmente detectables. Las placas anecoicas (el recubrimiento para absorber y atenuar el sonido que llevan este tipo de naves) hicieron el resto. Crash.
Es algo difícil, porque el océano es un sitio inmenso, pero no imposible. Este tipo de submarinos dedican la mayor parte de sus esfuerzos a pasar desapercibidos y, por eso mismo, suelen transitar zonas cuyas características ambientales permiten disimular la presencia de un cacharro metálico de 150 metros de longitud.
El golpe produjo daños, pero relativamente fueron menores. No hubo heridos, ni ningún tipo de fuga nuclear. No obstante, el retraso en confirmar el coche choque por parte de las autoridades de ambos países generó mucha polémica. Pero más allá de todo eso, no es más que la confirmación de que la carrera tecnológica por adelantar al oponente militar genera puntos ciegos. Lo vivimos con el espacio y, si avanzamos en la exploración de los mares, lo veremos también en los dominios del SeaQuest.
El HMS Vanguard tenía una tripulación de 135 personas y realizaba una patrulla rutinaria en el Atlántico oriental. El Le Triomphant, que volvía de una misión, llevaba 111 marineros. Técnicamente, eran submarinos muy parecidos. En el momento de la colisión ambas naves estaban sumergidas, en plenas operaciones y se movían muy lentamente. Es decir, eran técnicamente indetectables el uno para el otro.
Las dos estaban equipadas con sónars activos y pasivos; sin embargo, en mitad de una operación este tipo de submarinos no usan el sonar activo porque los haría fácilmente detectables. Las placas anecoicas (el recubrimiento para absorber y atenuar el sonido que llevan este tipo de naves) hicieron el resto. Crash.
Es algo difícil, porque el océano es un sitio inmenso, pero no imposible. Este tipo de submarinos dedican la mayor parte de sus esfuerzos a pasar desapercibidos y, por eso mismo, suelen transitar zonas cuyas características ambientales permiten disimular la presencia de un cacharro metálico de 150 metros de longitud.
El golpe produjo daños, pero relativamente fueron menores. No hubo heridos, ni ningún tipo de fuga nuclear. No obstante, el retraso en confirmar el coche choque por parte de las autoridades de ambos países generó mucha polémica. Pero más allá de todo eso, no es más que la confirmación de que la carrera tecnológica por adelantar al oponente militar genera puntos ciegos. Lo vivimos con el espacio y, si avanzamos en la exploración de los mares, lo veremos también en los dominios del SeaQuest.
https://www.xataka.com/historia-tecnologica/noche-que-dos-submarinos-nucleares-se-estrellaron-mitad-atlantico-porque-eran-invisibles-uno-para-otro-2