Matthew James Hone
Lunes, 31 de octubre de 2016
Para las entidades militares y de inteligencia de Estados Unidos, los aviones o vehículos aéreos no tripulados (UAV por sus siglas en inglés) se han convertido en algo común, y controversial, en el teatro de la guerra moderna. La primera vez que se utilizaron UAVs fue durante la Primera Guerra Mundial, con la introducción de los “torpedos aéreos”. Más de dos décadas después, durante la Segunda Guerra Mundial, con la Operación Yunque avanzó la idea: bombarderos B-24 controlados por radio se dirigían a control remoto para explotar contra objetivos nazis.
Más adelante, la Guerra Fría permitió el avance ininterrumpido de UAVs, que se desarrollaron de manera constante hasta tomar la forma de los arquetipos más recientes de aviones no tripulados. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) utilizó drones de vigilancia sin armas sobre Afganistán en 2000. El primer ataque letal (kill strike) oficial realizado por un drone lo condujo la CIA en Afganistán en febrero de 2002, con el uso de un misil depredador. Desde sus orígenes, y hasta su versión más reciente, los aviones no tripulados han evolucionado con el propósito de transformar el campo de batalla.
Un aspecto poco conocido de la intervención de Estados Unidos en El Salvador entre 1979 y 1992 fue el uso experimental de esta tecnología, como uno de los elementos que se emplearon durante la campaña contrainsurgente.
Drone Heron TP en el aeropuerto de Comalapa en 2009, durante ensayos hechos por el Comando Sur para el uso de aviones no tripulados en misiones antinarcóticos. Foto U.S. Army - José Ruiz.
La excepción a esta afirmación fue la incorporación de aviones no tripulados que se remonta a la década de 1980. Específicamente, el avión no tripulado que se operaba sobre El Salvador era el modelo R4E-40 SkyEye. De acuerdo con el artículo “American Spy Plane Crashes”, publicado por Joseph P. Frazier en 1985, “el R4E-40 es un monoplano ligero, con una envergadura de 17 pies y dos colas impulsadas por una sola hélice que se encuentra montada en la parte trasera del avión. De igual forma, lleva un sistema sofisticado guiado por radio-TV que le permite volar en piloto automático o ser dirigido de forma manual desde el suelo. El SkyEye es capaz de emplear cámaras y sensores de vigilancia modernos, incluyendo una cámara de televisión de alta resolución con lente de zoom, instalada en el frente, que da a la nave su nombre”. La cámara, según algunos informes, cumplió con la función de observar los movimientos de las tropas del FMLN.
Presumiblemente, debido a su capacidad limitada de vuelo de aproximadamente nueve horas, los R4E-40 partían de las bases estadounidenses ubicadas en Honduras y Panamá. El Salvador posiblemente dio albergue a un número de aviones no tripulados en el país en bases como la de Ilopango.
Según dijo la embajada de Estados Unidos en El Salvador, el R4E-40 SkyEye realizó misiones de reconocimiento en apoyo a las operaciones militares salvadoreñas. Sin embargo, de acuerdo con una cita del Mayor Fred Lash en 1985, los aviones estaban en El Salvador principalmente con fines de experimentación.
Lash dijo: “Un equipo de 20 militares y civiles están en El Salvador para estudiar el rendimiento del equipo R4E-40 en un ambiente selvático”. Añadió que el ejército “había llevado a cabo pruebas similares en varios lugares alrededor del mundo”. A pesar de la controversia que genera, el uso de los drones, en El Salvador y en toda Centroamérica persiste el uso de aviones no tripulados en apoyo a las misiones antinarcóticos.
*Matthew James Hone recibió su doctorado en Estudios Latinoamericanos en la UNAM en 2015. Esta entrega se base en su tesis doctorado, “La participación directa de las fuerzas estadounidenses en Centroamérica durante la Guerra Fría: el caso de El Salvador” , (noviembre 2015). Editor responsable por esta entrega: Erik Ching.
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