20.02.2018
El Brexit y el triunfo de Trump escenificaron el finiquito del “escenario teleológico” en el que la finalidad de los procesos creativos eran planeadas por modelos finitos que podían intermodelar o simular varios futuros alternativos y en los que primaba la intención, el propósito y la previsión y su sustitución por el “escenario teleonómico”, marcado por dosis extremas de volatilidad que afectarán de manera especial a la vieja Europa. Así, Europa estaría sufriendo una aguda crisis identitaria agravada por el triunfo del Brexit y por el “proceso de balcanización europeo” ideado por EE.UU. para mediante selectivos atentados terroristas, la crisis de los refugiados y el despertar del anhelo independentista de las Naciones europeas sin Estado provocar la aparición de fuerzas centrífugas que aceleren la desmembración de la actual Unión Europea, quedando en manos de Macron y Merkel la ingente tarea de la reafirmación de la soberanía europea y la construcción una nueva arquitectura geopolitica en Europa.
El fracaso de las sanciones de EEUU a Rusia
La mutua imposición de sanciones entre la UE y Rusia tras la crisis de Ucrania marcarían el inicio de la división en la otrora monolítica postura de los países de la OTAN ante Rusia. Así, en represalia a las sanciones impuestas por la UE en el 2015, Moscú respondió con un embargo a los productos agroalimentarios europeas que habría tenido como efectos colaterales unas pérdidas estimadas en 150 millones de € diarios según el líder de la Liga Norte italiana y diputado del Parlamento italiano, Matteo Salvini y un monto total de más de 100.000 millones( según datos de la propia CE, la exportación a Rusia de la UE en el 2.013 habría ascendido a los 120.000 millones €). En consecuencia, habría surgido una corriente liderada por Italia, Finlandia y Francia que serían partidarios de suspender las sanciones a Rusia mientras en la orilla antinómica, tendríamos a Polonia, Gran Bretaña y Países Bálticos como adalides de seguir implementando dichas sanciones en el futuro mediato.
El pulso energético EEUU-Rusia en Europa
La coalición de intereses ruso-alemanes ideó el proyecto Nord Stream que conectará Rusia con Alemania por el mar Báltico, con una capacidad máxima de transporte de 55.000 millones de metros cúbicos (bcm) de gas al año y con una vigencia de 50 años. Dicha ruta se estima vital para Alemania y los Países Nórdicos, por lo que ha sido declarado de “interés europeo” por el Parlamento Europeo, nefasta para la geopolítica de EEUU y crucial para la geoestrategia energética rusa pues con dicha ruta se cerraría la pinza energética rusa al descartar a las Repúblicas Bálticas y Polonia como territorio de tránsito, descartado asimismo el oleoducto BTC de filiación clintoniana. Rusia conseguirá así su doble objetivo geoestratégico de asegurar un flujo ininterrumpido de gas hacia Europa por dos vías alternativas y convertir de paso en “islas energéticas” tanto a Ucrania como a las Repúblicas Bálticas.
Sin embargo, el objetivo inequívoco de EE.UU. es sustituir la rusodependencia energética europea (30% del gas que importa la UE procede de Rusa) por la frackingdependencia, inundando el mercado europeo con el GNL (gas natural frackeado en EEUU y transportado mediante buques gaseros) para hundir los precios del gas ruso. Otro objetivo sería impulsar la utilización de la técnica del fracking en todos los países de la Europa Oriental, el llamado “arco del fracking europeo” que se extendería desde los Países Bálticos hasta la Ucrania europea, pasando por Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria y que dependerá de la tecnología de empresas estadounidenses como Chevron o Shell.
En consecuencia, tras presentar el Senado de EEUU un proyecto de enmienda que introduce nuevas restriccciones económicas contra el gasoducto Nord Stream 2 ( gasoducto con una longitud total de 1.200 Km. que transportará por el Báltico directamente el gas ruso hasta Alemania y que debería empezar a funcionar en el 2020), la CE tomó la decisión de revisar dicho proyecto de colaboración ruso-europeo bajo el pretexto de que “dicho gasoducto podría fortalecer la dependencia de la UE del gas ruso y consolidar la posición dominante de Gazprom en el mercado europeo”. Polonia aspira a convertirse con sus dos terminales en el principal centro de distribución del gas natural licuado (GNL) de importación en territorio europeo y habría conseguido paralizar la construcción del citado gasoducto, lo que sería un misil en la línea de flotación de la política energética diseñada por el Gobierno de Angela Merkel por lo que podríamos asistir al fortalecimiento del Eje París-Berlín que terminará por dibujar una nueva cartografía europea en el horizonte del 2.020.
¿Nueva cartografía europea?
Tras la formación de un nuevo Gobierno de Coalición en Alemania, podríamos asistir a una tardía reafirmación de la soberanía europea por parte Francia y Alemania que será la génesis de un nuevo proyecto europeo (Europa de los Siete), integrado por Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Italia, Luxemburgo y Austria, quedando el resto de países europeos periféricos (Portugal, España, Irlanda, Grecia, Eslovenia, Malta y Chipre) gravitando en sus anillos orbitales.
El resto de países del centro y este de Europa, (integrantes de la llamada Europa emergente), que se extendería desde los Países Bálticos hasta la Ucrania europea, pasando por Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria serán el ariete que empleará EE.UU. para sustituir la ruso dependencia energética europea (30% del gas que importa la UE procede de Rusa) por la fracking dependencia, inundando el mercado europeo con el GNL (gas natural frackeado en EE.UU. y transportado mediante buques gaseros) para hundir los precios del gas ruso así como impulsar la utilización de la técnica del fracking en dichos países, (el llamado “arco del fracking europeo”), que dependerá de la tecnología de empresas estadounidenses como Chevron o Shell, no siendo descartable una nueva Guerra de los Balcanes que será un nuevo episodio local dentro del retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EE.UU.-Rusia.
La nueva arquitectura geopolítica europea
Tras la anexión de Crimea a Rusia mediante referéndum asistimos a la división “de facto” de Ucrania en dos mitades casi simétricas y separadas por el meridiano 32 Este, quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea) bajo la órbita rusa mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE, división que quedará refrendado en un nuevo Acuerdo de Ginebra y significará “de facto” el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría 2.0 , la reactivación de la carrera armamentista mundial y el retorno a la Doctrina de la Contención (Doctrina Truman), cuyas bases fueron expuestas por George F. Kennan en su ensayo “Las fuentes del comportamiento soviético “ publicado en la revista Foreign Affairs en 1.947 y cuyas ideas principales se resumen en la cita “ el poder soviético es impermeable a la lógica de la razón pero muy sensible a la lógica de la fuerza”.
Brzezinski esbozó un plan que pasaría por la expansión de la OTAN hasta límites insospechados en la década de los 90 y la implementación del nuevo sistema europeo de defensa anti-misiles, European Phased Adaptative Approach (EPAA). Dicho sistema en realidad se trata de un escudo anti-misil global en el que los misiles interceptores emplazados en plataformas móviles pueden abatir blancos en un espacio común (a base de datos transmitidos por todos los radares y sistemas de reconocimiento opto-electrónico) con el fin maquiavélico de tras un primer ataque sorpresa de EEUU que destruiría el potencial nuclear ruso en su propio territorio, neutralizar posteriormente la réplica rusa por medio de los misiles estacionados en Polonia.
Es previsible que EEUU utilizará las peticiones de Polonia como excusa para completar la quinta fase del despliegue del escudo antimisiles en Europa (Euro DAM), lo que tendría como réplica por parte rusa la instalación en Kaliningrado del “ asesino del escudo antimisiles de EEUU”. Aparcado de momento la quinta fase del despliegue del Euro DAMN, asistimos a unas sorprendentes declaraciones del ministro británico de Exteriores, Philip Hammond recogidas por el diario “The Telegrah” en las que afirma que “Londres podría acoger misiles nucleares estadounidenses en suelo británico en medio de las tensiones con Rusia”, lo que podría entenderse como el retorno a una carrera armamentista como la mantenida durante la Guerra Fría con la URSS ( reviviendo el proyecto Partnership entre los EE.UU y Europa para proveer al Reino Unido de misiles Polaris de julio de 1962) y teniendo como efecto colateral una posible escisión en el seno de la OTAN.
Así, surgirá una nueva estructura militar que estaría integrada por EEUU, Canadá, Gran Bretaña, Países Bálticos, Polonia, Hungría, Bulgaria, Eslovaquia, República Checa, Rumania, España, Italia, Portugal, Malta, Chipre, Grecia y Turquía con el objetivo inequívoco de ser bloque de contención de los “ideales expansionistas de Putin”. De otro lado, asistiremos al robustecimiento del Eje Berlín-París, liderado por Francia y Alemania que se plasmará en la Agencia Europea de Defensa y que tendrá gravitando en su órbita de influencia a los países de su área de influencia primigenia (Holanda, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Luxemburgo y Austria), fruto de la reafirmación de las soberanías nacionales francesa y alemana como estrategia defensiva ante la deriva del otrora “socio americano”, (reviviendo el Tratado del Elíseo entre De Gaulle y Adenauer (1.963). El desapego afectivo hacia EEUU conllevará un acercamiento político a Rusia (rememorando el viaje de De Gaulle a Moscú ,1966) y se plasmará en la Ratificación de la Política de Buena Vecindad con la Rusia de Putin mediante la firma de acuerdos preferenciales para asegurarse el suministro de gas y petróleo rusos e incrementar los intercambios comerciales, debido a la rusodependencia energética europea ( el 21% de las importaciones de petróleo y 40% de gas proceden de Rusia).
https://www.geopolitica.ru/es/article/dejara-pronto-europa-de-ser-un-vasallo-de-eeuu