El Mayor General del Ejército de los EE. UU. Lapthe C. Flora, comandante general de la Fuerza de Tarea Conjunta Combinada-Cuerno de África, opera un Drone Defender V2 durante su visita al aeródromo de Chabelley, Djibouti, en octubre de 2020. El Drone Defender V2 es un arma de guerra electrónica que es capaz de derribar y deshabilitar a un dron. (Foto: U.S. Air Force Technical Sergeant Dana J. Cable)
Por Samuel Bendett, investigador adjunto sénior del Centro para una Nueva Seguridad Americana (CNAS)
Junio 17, 2021
La tecnología de vehículos aéreos no tripulados (UAV en inglés) ha crecido a nivel mundial, dando lugar a innumerables usos, tanto militares como civiles. Debido al constante incremento de los usos no militares, surgen las posibilidades y los peligros del mal uso de esta tecnología. En la actualidad, la región de Latinoamérica (LATAM) alberga importantes instalaciones de infraestructura, puertos y logística de industrias extractivas y de energía, así como también causas y rivalidades geopolíticas que compiten y se superponen, que pueden convertirse en posibles objetivos de una lista creciente de actores beligerantes.
Dado el creciente uso de tecnología UAV en las fuerzas armadas de LATAM, muchos actores y grupos no estatales, como cárteles de droga, organizaciones criminales, grupos armados no estatales, organizaciones terroristas, agrupaciones políticas y opositoras, comenzaron a adoptar esta tecnología para conseguir sus propios objetivos. En los últimos años, hubo incidentes de alto perfil relacionados con drones no autorizados que pusieron en riesgo objetivos políticos, militares y económicos en todo el mundo.
En los últimos años, las fuerzas sirias, iraquíes, rusas y estadounidenses y sus socios y aliados regionales fueron atacadas por pequeños drones comerciales que el grupo del Estado Islámico (IS en inglés) convirtió en UAV de combate. Con frecuencia, el IS programaba drones que lanzaban granadas desde baja altura. Este y muchos otros ejemplos demuestran que los drones, tanto militares como comerciales, presentan un desafío que obliga a los gobiernos y al sector privado a adoptar tecnologías anti UAV (también conocido como C-UAS, o contra sistemas aéreos no tripulados) para defender sus intereses. En otras partes del mundo existen drones de combate más sofisticados, que atacan instalaciones de petróleo y gas y aeropuertos civiles.
En 2016, analistas y observadores de la industria de drones predijeron que, a medida que los UAV comenzaran a proliferar en LATAM, se desarrollarían medidas antidrones a nivel nacional, o bien se importarían ese tipo de soluciones. Para Moscú, vender y promover sistemas C-UAS podría ser una política de bajo costo/alto beneficio, cuyos avances en el desarrollo y uso de sistemas C-UAS merecen un análisis más detallado. En la actualidad, Rusia es uno de los principales centros de desarrollo de estas contramedidas, basándose en décadas de experiencia en guerra electrónica (EW en inglés) e incursiones militares en Siria. En plena carrera de desarrollo C-UAS a nivel mundial, Rusia podría consolidarse como líder exportador en esta área de rápido crecimiento. Debido a las diversas amenazas que plantean los UAV en toda la región, LATAM podría convertirse en destino de exportaciones antidrones rusas. Esa política podría fortalecer aún más la posición de Rusia en la región, al combinar la venta y transferencia de tecnología y la capacitación anti drones con las exportaciones de armamento en curso.
Drones peligrosos para LATAM
Durante la última década, se fue incrementando el uso ilegal o no autorizado de UAV en LATAM. En noviembre de 2017, la Policía de Colombia incautó 130 kilogramos de cocaína y un dron que usaban narcotraficantes presuntamente para enviar cargamentos de cocaína a Panamá. Aunque no hace mucho que los cárteles de droga en Colombia usan drones, los cárteles mexicanos vienen utilizado esta táctica desde por lo menos 2010.
La publicación estadounidense Small Wars Journal consideró que la adopción continua de vehículos aéreos no tripulados es “la mula perfecta”, pues su uso conlleva menos riesgos para las organizaciones narcotraficantes, a diferencia de contratar pilotos u operadores marítimos, quienes podrían ser capturados e interrogados. Los drones son una opción más económica, en comparación con los costos asociados al empleo de personas en actividades de transporte y tráfico. Los drones resultan más económicos, que construir y usar túneles, semisumergibles, embarcaciones y submarinos para el transporte de drogas. Además, los cárteles de droga en LATAM podrían incrementar el uso de drones aéreos, sobre todo si estas asociaciones ilícitas diseñan modelos que transporten más peso y vuelen distancias más largas a menor altura.
Hay ejemplos recientes de este tipo de UAV adoptados por las fuerzas armadas de Azerbaiyán y China, que convirtieron en drones antiguas aeronaves Soviet An2 de carga y de pasajeros. En particular, un especialista en drones residente en los EE. UU. indicó que, si esta tecnología prosperara, permitiría a los cárteles operar con costos más bajos, a diferencia de los métodos tradicionales. Según funcionarios gubernamentales estadounidenses, los cárteles efectivamente están buscando métodos de transporte alternativos. Cuando los ataques y magnicidios con drones sean agregados a la lista de amenazas, será necesario contar con la defensa de los C-UAS.
Tecnología C-UAS rusa
Un sistema de Guerra electrónica anti-drones Rex-2 es exhibido en la 24.a Exposición Internacional de Seguridad Nacional Interpolitex 2020, en el Centro de Exhibiciones VDNKh en Moscú, Rusia.
(Foto: Artyom Geodakyan/TASS Via Reuters)
En la actualidad, existen empresas rusas que fabrican una variedad de sistemas C-UAS para combatir múltiples niveles de amenazas. Muchos de los sistemas C-UAS rusos consisten en pequeños dispositivos portátiles relativamente económicos, lo que facilitaría su exportación hacia LATAM. Por ejemplo, el Stilet es un sistema de ametralladoras de corto alcance que cabe dentro de una mochila. Su aspecto es el de un híbrido entre escopeta y fusil de asalto, que neutraliza el dron dentro de la línea de visibilidad a través de antenas direccionales. Otro ejemplo es el denominado REX. Este sistema bloquea las señales geoespaciales GPS; GLONASS de Rusia; BeiDou de China, y Galileo de Europa, en un radio de 4,9 kilómetros, lo que desactiva la navegación de drones. El REX se modernizó en 2019, posiblemente basado en la experiencia de Rusia en Siria, donde se pusieron a prueba varios sistemas C-UAS.
Otro sistema listo para exportación es el Stupor, el “fusil” C-UAS que emplea el Ejército ruso en Siria. Estas tecnologías tan simples solo cuestan varios miles de dólares, lo que facilita su venta a futuro. En Rusia ya se utilizaron sistemas C-UAS más grandes para la seguridad del Mundial de Fútbol 2018. Además, la industria de defensa del país ya comercializa una gama de sistemas para clientes nacionales, como compañías de petróleo y gas. Rusia también comenzó a vender sus soluciones C-UAS en el extranjero: a exestados soviéticos, Europa del Este y Medio Oriente. Además de tecnologías C-UAS más modernas, el Ejército ruso tiene décadas de experiencia en el manejo de amenazas aéreas mediante sistemas antiaéreos y de defensa aérea, muchos de los cuales se ponen diariamente a prueba en Siria. Es probable que Rusia ofrezca a sus socios de la región entrenamiento adicional en materia de C-UAS con dichas tecnologías.
Puede que Rusia tenga muchas ventajas además de desafíos a la hora de exportar sus tecnologías hacia LATAM. En primer lugar, la región está preparada para comenzar a utilizar la tecnología C-UAS, considerando el creciente número de amenazas actuales y futuras que representan los UAV no autorizados o ilegales. Además, la extensa infraestructura de energía, transporte y lugares públicos en toda la región también podrían ser objetivos, cuya relación costo-beneficio favorecería a los atacantes.
En segundo lugar, Rusia mantiene una serie de socios clave en la región, que a futuro podrían adquirir tecnología rusa de C-UAS. Cuba, Venezuela y Nicaragua son los países socios más cercanos a Rusia en LATAM, aunque Moscú ansía extender su cartera de exportaciones a otros países de la región. Rusia podría aprovechar los lazos regionales existentes para convencer a clientes potenciales de que sus sistemas son capaces de resolver problemas regionales. Por ejemplo, en 2017, Rusia inauguró un centro de entrenamiento antidrogas en Nicaragua. Dada la creciente amenaza de drones ilegales en la región, Moscú podría entrenar a los participantes en esfuerzos C-UAS y, al mismo tiempo, armar su propia lista de tecnologías y soluciones.
En tercer lugar, Moscú estaría dispuesto a ofrecer sus sistemas incluso a clientes actualmente enfrentados. Por ejemplo, Rusia vendió armas a Armenia y a Azerbaiyán, ambos en conflicto desde 1992. Parte de este armamento permitió que Azerbaiyán superara a la resistencia armenia en la guerra de Nagorno-Karabakh en 2020. A principios del 2021, Rusia acordó vender armas a Pakistán a pesar de su rivalidad con la India, país que desde hace años importa armas rusas. Al mismo tiempo, Rusia podría aprovechar las relaciones militares existentes y ofrecer entrenamiento en C-UAS a aquellas unidades de defensa aérea de toda la región.
En la actualidad, Moscú goza de una base estable en LATAM, gracias a décadas de exportaciones hacia muchos países. Si continúa trabajando en sus esfuerzos de desarrollo anti UAV, Rusia podría ingresar al mercado emergente de C-UAS en LATAM, considerando las proporciones costo-beneficio relacionadas con esta tecnología. También convendría monitorear cómo se está desarrollando este mercado en LATAM, teniendo en cuenta preferencias regionales específicas en la adquisición de sistemas rusos o de otra procedencia.
https://dialogo-americas.com/es/articles/los-peligros-de-las-potenciales-exportaciones-rusas-de-tecnologia-anti-uav-a-latinoamerica/