(defensa.com) El general Julio César Avilés, jefe del Ejercito de Nicaragua, declaró ante la Asamblea Nacional que se necesitan al menos cuatro medios navales de diferentes tipos y de cuatro a seis medios aéreos porque “hay una necesidad real de tenerlos para defender la soberanía nacional”, en alusión a los territorios marítimos adquiridos bajo la sentencia de la Corte Internacional de Justicia del 19 de noviembre de 2012. “Esas distancias no pueden ser cubiertas con los medios aéreos que tenemos”, aseguró.
A finales de abril del 2015, la Prensa de Nicaragua reportaba de nuevo las declaraciones del general César Avilés reiterando “lo que dije con motivo de mi visita a la Asamblea Nacional…los nicaragüenses tenemos derecho a tener los medios necesarios para proteger la integridad de nuestros territorios y hacer valer nuestras leyes , y dijimos en esa oportunidad que estamos haciendo las gestiones necesarias que no son de ahorita de este año ni del año pasado, sino gestiones que durante muchos años hemos venido haciendo para equiparnos de la mejor manera posible para cumplir las misiones de protección de nuestro suelo patrio. Hay amenazas emergentes, la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, nosotros hemos dicho, no de ahorita sino de hace muchos años, lo dijimos en la Asamblea, hemos buscado y hemos valorado la posibilidad de tener aviones con mayores capacidades llámense Tucanos, Súper Tucanos, A -37, Yak -130, y dijimos también que si conseguíamos MIG-21 pues bienvenidos sean a nuestro país, porque nos van a dar mayor capacidad”.
Como apuntamos en febrero, el análisis de lo dicho por el Inspector General del Ejército nicaragüense, Gral. Adolfo Zepeda, sobre gestiones para obtener cazas interceptores, tratándose de aviación netamente defensiva, y no de aviones de ataque, para su uso en los nuevos territorios en tareas antinarcóticas, apuntaba a una intención de hacerse con un lote de aparatos MIG-29. Buscar aviones más viejos, como el MIG-21, simplemente no tendría sentido logístico. Además, si lo que se buscaba era poder responder y patrullar los nuevos territorios marítimos, lo ideal era usar aviones bimotores, que permitieran seguridad aérea, velocidad de respuesta y capacidad básica de combate. Todo apuntaba, así, a un aparato como el MIG-29.
Siguieron a este análisis notas de alarma, particularmente en Honduras y Costa Rica, reclamando que se trataba de una escalada militar regional. También, naturalmente, se alarmó Colombia, por lo que siguieron detalles por parte del coronel Manuel Guevara Rocha, vocero del Ejército nicaragüense, asegurando que los detalles dedefensa.com no eran correctos y descartando completamente la compra de dichos aviones por parte de su país. Pero aparte de las posturas políticas, lo cierto es que tanto Honduras como Costa Rica habrían solidificado sus infraestructuras de defensa cercanas a la frontera nicaragüense desde mucho antes de ese anuncio. Otro asunto es que el poder patrullar y mantener presencia y dotarse de una respuesta adecuada a cualquier eventualidad en los nuevos territorios nicaragüenses presenta un verdadero desafío para los militares, particularmente con los instrumentos hoy a mano.
Veamos las condiciones y realidades: La disputa de territorios marítimos entre Nicaragua y Colombia resultaría en una sentencia por parte de la Corte Internacional de Justicia en el 2012, favoreciendo a Nicaragua con una zona marina de alrededor de entre 75.000 y 90.000 kilómetros cuadrados, y dejando a Colombia con soberanía sobre los siete cayos del archipiélago de San Andrés. Nicaragua emprendió entonces la Misión Paz y Soberanía “General Augusto C. Sandino”, a partir del 25 de noviembre del 2012. Dicha campaña se destinaba a ejercer soberanía en el mar y espacio aéreo jurisdiccional, usando los medios navales y aéreos disponibles, o sea, despachar dos patrulleros guardacostas, cada uno remolcando dos interceptores navales, a patrullar dichas áreas. Es decir, que los guardacostas servían de naves nodrizas a los interceptores y las patrullas serían relevadas por unidades similares en rotación.
En esos días, el Distrito Naval del Caribe “General de Brigada Adolfo Cockburn”, de la Fuerza Naval – Ejército de Nicaragua (FN-EN), funcionaba con una flotilla que incluía los patrulleros Dabur GC-201 “Río Grande de Matagalpa”, y GC-205 “Río Escondido”; los Rodman R-101 GC-401 “Héroe Nacional, General de División José Santos Zelaya López”, y GC-403 “Héroe Nacional General de División José Dolores Estrada Vado”, y el yate logístico BA 405 “Tayacán", además del último de los modelos Zhuk/Grif, el GC-301 “Río Segovia”. Habría también disponibles 18 interceptores Eduardoño. La Fuerza Aérea – Ejército de Nicaragua (FA-EN)- contribuiría con vuelos de patrulla y reconocimiento con los únicos medios disponibles: dos bimotores AN-26, y los que de paso eran, y son, las únicas aeronaves de ala fija de transporte disponibles en caso de cualquier eventualidad y desastre.
Las patrullas probaron ser demasiado exigentes para el viejo GC-301, que ya se encuentra fuera del agua y de servicio. Simplemente no hay medios para realizar las tareas asignadas y la rotación de las tripulaciones y naves deja la costa sin vigilancia. Tanto los Dabur como los R-101 son medios adecuados para patrullas relativamente cortas, de un par de semanas, y no son en realidad apropiadas como naves nodrizas. Además su número es escasos. La Fuerza Naval nicaragüense se compone de una Jefatura y Estado Mayor “Coronel Abraham Rivera”, localizado en Managua, y el Distrito Naval del Pacífico “General de Brigada Juan Santos Morales”, operando con 17 interceptores Eduardoño de varios modelos, dos patrulleras Rodman R101 (GC-402 “Cacique Dirigen” y GC-404 “Cacique Agateyte”), y una Dabur (GC-202) “Cacique Tenderí”. Hay unas cuatro Nor-Tech y un número similar de Boston Whalers, que se mantienen en operaciones en ambas costas. Botes Eduardoño adicionales han sido asignados al Primer Batallón de las Tropas Navales “Comandante Richard Lugo Kautz” y al Batallón Naval de Aguas Interiores “Comandante Hilario Sánchez”.
Esta falta de recursos es la que empuja a Nicaragua a buscar hacerse de, al menos, 6 patrulleras guardacostas y dos corbetas de patrulla o navíos oceánicos, de los que Rusia ofrece un número de modelo ideales, si bien armadas como misileras, a condiciones beneficiosas y hasta como donaciones. Esto es también la razón de buscar medios aéreos, de los que no se puede decir la misma cosa de la industria rusa, pues no se tiene algo equivalente al AT-29 Súper Tucano.
Si los MIG-29 causan controversia y los YAK-130 no están al alcance de ningún bolsillo, sí hay algo más o menos equivalente al Cessna A-37B (aunque más poderoso), en bodega, si bien poco menos controversial que el MIG-29: el SU-25. Se trata de una aeronave de asalto, ideal para acciones de interdicción, y más en la línea del A-10 estadounidense, optimizado para el ataque a tierra. Tiene un fuselaje equipado con blindaje, y dos motores, permitiendo gran capacidad de transporte de armas, bombas de caída libre, bombas de precisión GPS y láser, lanzamiento de cohetes, misiles navales y tanques de combustible externos.
De nuevo, la única manera de hacerse de nuevos y adecuados materiales navales y aéreos es por medio de la generosidad del proveedor, lo que significa que, de no ser Rusia, el tipo de nave y donante podría ser cualquiera. Lo cierto es que lo ideal sería hacerse de unos cuatro aviones bimotor de patrulla marítima turbohélice, como podrían ser los mismos An-26, o C-212 españoles repotenciados y reconfigurados, y al menos cuatro patrulleras medias y dos oceánicas. Paralelo al dilema de ejercer soberanía, el Ejército de Nicaragua ha lanzado un plan de acción contra el tráfico de drogas en esa misma región, denominado “Muro de Contención”. La falta de medios ha obligado a solicitar asistencia de unidades militares y de policía rusas, y estadounidenses, para llevarlas a cabo, y todo esto bajo una nube de intriga política. (JMAH, corresponsal para Centro América)
Fotografía:
·General Julio César Avilés, jefe del Ejercito de Nicaragua.