TIMOTHY STANLEY
Nota del editor: Timothy Stanley es historiador y columnista del periódico británico The Daily Telegraph. Escribió el libro Citizen Hollywood: How the Collaboration Between L.A. and D.C. Revolutionized American Politics. Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.
(CNN) — Donald Trump quiere dar nueva forma al Estado estadounidense. No quiere encogerlo, como prometieron los conservadores de antaño, sino redefinir sus prioridades.
Ellos querían tener unas fuerzas armadas poderosas para poder desplegarlas rápidamente en cualquier parte. Por otro lado, Trump quiere que Estados Unidos se transforme en una fortaleza gigante. Con suerte, el ejército nunca saldrá; esperemos que ningún ejército entre jamás.
Mientras invierte en equipo nuevo, también exigirá que los miembros de la OTAN paguen más, reducirá la ayuda exterior, probablemente desmantele el Departamento de Estado, trate de proscribir a clases completas de migrantes con base en presuntas amenazas a la seguridad y levante un muro a lo largo de la frontera con México.
Entonces, aunque parezca que Trump está dándoles a los partidarios de la guerra el dinero que quieren, no significa que respalde su estrategia mundial. Por el contrario: si Estados Unidos queda sellado, supuestamente se reducirá la probabilidad de que ocurra otro ataque como el del 11-S y otra guerra de Iraq, cosa por la que el mundo reza.
Pero ¿Estados Unidos realmente necesita más bombas para lograrlo?
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La amenaza más grave es China, que está extendiendo su poder en la región del Pacífico. Sin embargo, parece que sus objetivos siguen siendo revanchistas: reclamar territorios fronterizos que considera propios.
Rusia sigue siendo un tigre de papel en sentido militar. Cierto es que tiene un nutrido arsenal de armas nucleares, pero sus capacidades convencionales están limitadas. Hace poco, cuando su único portaaviones llegó al Mediterráneo, los espectadores europeos quedaron
atónitos al ver que emitía humo negro… como una locomotora destartalada.
Sabemos muy bien que Rusia es una amenaza en internet. La piratería política y el espionaje industrial son los mayores desafíos de parte de los antiguos actores de la Guerra Fría… y exigen que se hagan inversiones inteligentes en cuanto a información de inteligencia.
Pasa lo mismo con el terrorismo islámico. Reino Unido ha demostrado que las amenazas terroristas internas pueden vencerse a través de la infiltración, la recopilación de información y la difusión de información de inteligencia. La mejor forma de atacar al terrorismo es la prevención: desmantelar las células, frenar la radicalización, entrar en contacto con los jóvenes musulmanes.
Trump tiene razón al decir que la corrección política ha incubado extremistas, pero la experiencia también muestra que colaborar sensiblemente con las comunidades islámicas da resultados.
Hay cierta clase de partidario de Trump que considera que está en una cruzada contra el islam. Este enfoque es incorrecto y puede resultar terriblemente contraproducente.
Los conservadores en el sentido fiscal harían bien en preguntarse si estas prioridades en el gasto son correctas. Los conservadores libertarios tienen que preguntarse si les parece bien que Trump le extienda un jugosísimo cheque al complejo militar industrial, grupo que no merece más generosidad fiscal que los bancos o el programa Planned Parenthood.
Finalmente, quienes hacen campaña en contra de la guerra deben estar atentos a la posibilidad de que la retórica beligerante de Trump se extienda más allá de sus objetivos.
Es famoso por negarse a hablar de estrategia,
por lo que todo es posible. ¿Quién sabe? Tal vez termine pensando que es mejor combatir a los enemigos islamistas de Estados Unidos "allá" que "acá".
Aunque el trumpismo se basa en el escepticismo ante la globalización, también se basa en hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande… y para muchos, eso sigue midiéndose según su capacidad de patear traseros.
No encuentro nada en la psicología ni en el lenguaje de Trump que indique que su oposición a la intervención se basa en un análisis minucioso de la historia constitucional o del temor pacifista de hacer daño.
Tan solo hay que analizar
las palabras que Trump usó al proponer este aumento al gasto militar: "Debemos asegurarnos de que nuestros valientes soldados, hombres y mujeres, tengan las herramientas que necesitan para impedir la guerra y para que, cuando los llamen a pelear en nuestro nombre, hagan una sola cosa: ganar. Tenemos que ganar. Tenemos que empezar a ganar guerras otra vez".
Sin embargo, al oponerse a la intervención durante la campaña presidencial, Trump explotó astutamente el miedo de la gente a las guerras fallidas. Dado que ahora exige cantidades estratosféricas de dinero para volver a armar a Estados Unidos, los conservadores y los liberales que se oponen a la guerra tienen que esforzarse para garantizar que el Estados Unidos-fortaleza no se vuelva el detonante de una nueva generación de conflictos.
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